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Soberanía secuestrada

“Amo demasiado a mi patria para ser nacionalista”. Camus

“Amo demasiado a mi patria para ser nacionalista”. Camus
Un territorio solo no hace soberanía. Podemos hablar de soberanía cuando todos los miembros de la comunidad deliberan y deciden sobre su presente y su futuro. Cuando no hay comunidad  la soberanía, secuestrada, es sustituida por  un arrogante imaginario nacionalista en el que abundan los emblemas, la prepotencia, los dogmas religiosos y  la xenofobia.   
Cuando la soberanía ha sido secuestrada el nacionalismo se esmera en fabricar una ciudadanía insegura y manipulable. A edad muy temprana niños y niñas son alienados de sus necesidades, entrenados  para la obediencia crecen acríticos, asustadizos, y cuando adultos delegan sus responsabilidades comunitarias en las urnas como si estas fuesen tómbolas. La ciudadanía que prefiere el silencio al grito y la exclusión a la participación y que no se hace presente  en las decisiones públicas, se aísla. El individuo, solo en su celda de temores, asume la culpa de no cumplir con los estándares  de felicidad a que lo obliga el miedo y entonces la sociedad, frustrada, se vuelve contra sí misma y se destruye con desesperada violencia.          
Puede haber sociedad y ciudadanos, pero si no hay comunidad no hay soberanía. Sin soberanía no hay patria, y sin patria hasta la proclama de Camus pierde su hermoso sentido,  porque no se puede amar lo que ya no existe.  

  • Tatiana Lobo (Escritora)
  • Opinión
Violence
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