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Jhalá, calladitas y tontas más bonitas

Es difícil pensar que justo ahora, en alguna parte del mundo, mujeres que no han cometido ningún acto delictivo que perseguir, y mucho menos haber pasado por un proceso judicial acusatorio con derecho a la defensa, que posteriormente las condenara por el hecho de ley civil, motivo, evidencias y pruebas fehacientes sin ninguna duda razonable, tengan que usar por decreto de una dictadura religiosa de fanáticos, enmascarados en el poder político y dueños de las instituciones locales, regionales, nacionales y transfronterizas, un cuello de adorno de alta tecnología, donde vía satélite se las controla las veinticuatro horas para tenerlas ubicadas, dónde están, con quién están, qué hacen, mándenlas de vuelta a casa. ¿Qué valen dichas mujeres, las mujeres de esa y ese tipo de sociedades? Por el hecho aquí expuesto, nada.

Es difícil pensar que justo ahora, en alguna parte del mundo, mujeres que no han cometido ningún acto delictivo que perseguir, y mucho menos haber pasado por un proceso judicial acusatorio con derecho a la defensa, que posteriormente las condenara por el hecho de ley civil, motivo, evidencias y pruebas fehacientes sin ninguna duda razonable, tengan que usar por decreto de una dictadura religiosa de fanáticos, enmascarados en el poder político y dueños de las instituciones locales, regionales, nacionales y transfronterizas, un cuello de adorno de alta tecnología, donde vía satélite se las controla las veinticuatro horas para tenerlas ubicadas, dónde están, con quién están, qué hacen, mándenlas de vuelta a casa. ¿Qué valen dichas mujeres, las mujeres de esa y ese tipo de sociedades? Por el hecho aquí expuesto, nada.
(II parte)
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en uno de los párrafos de su preámbulo, dice que, “considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y que se han declarado resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad…”. Siendo como es Arabia Saudita, país miembro de las Naciones Unidas, firmante de la declaración de marras que citamos, entonces, ¿por qué Arabia Saudita, como nación rica en petrodólares, de lujos y excesos que paladean y deleitan sus gobernantes y allegados al poder, humilla, enajena, esclaviza, reprime y martiriza a sus mujeres, atándoles un collar de última tecnología de punta, como si fueran animales domésticos a los que hay que someter por si se les ocurre levantarse contra este tipo de amos y dictaduras? No, dirá la contraparte, no reclaman derechos, están en ritos y oraciones de silencio porque un aparente “dios” habría ungido y delegado su representación en hombres sacros, que vienen en línea directa y de sucesión del inventor-escritor de textos dictados por el soplo divino de la invisibilidad.
En dicha nación moderna y posmodernista del año 2013 después de Cristo, las mujeres no tienen derecho a conducir y viajar sin autorización, a lo que se agrega una mayor represión último modelo: padres, esposos, hermanos y tutores tienen información expedita en sus teléfonos del movimiento de sus “tuteladas”. Van para el aeropuerto, salieron del país, están en tal o cual lugar, póngase en movimiento y métalas en cintura.
La mujer de nombre Manal al-Sherif es una luchadora icónica en campaña abierta para obtener permiso de conducir. ¿Y los demás derechos a los que tiene derecho, entre ellos a su libertad de movimiento y a su dignidad como persona, según reza la Declaración Universal de los Derechos Humanos?
Repreguntamos, ¿qué valor tiene una mujer musulmana en esta nación? ¿En qué cultura moderna que muestra su principado contemporáneo y postmodernista, las mujeres son objeto de uso, sometidas a la primavera del deseo masculino y su ley antropológica del más fuerte, del hombre y su falo de poder, por deseo, regalo y una supuesta ley divina infalible? El sistema electrónico oficial permite que aun cuando sus tutores hombres les hayan dado permiso de salir, según sus condiciones, seguirán siendo rastreadas en el extranjero. Mujeres en estado de esclavitud por ley divina de los hombres.
Si volvemos a revisar el compromiso de Arabia Saudita con las Naciones Unidas, el Artículo 1, dice: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.”
No hay en la tierra ningún hombre ni ningún dios de ninguna naturaleza −es inaceptable− que tenga la libertad y el derecho para hacer lo que le venga en gana con los demás seres humanos, y menos criar y educar a los niños para ser objeto de consumo de los hombres, como si la humanidad y el desarrollo de la conciencia superior no hubieran avanzado en la búsqueda de espacios y formas de desarrollo integral con respeto a la vida y dignidad humanas.
Mujeres sauditas y afines a su grito de libertad de acción y derechos universales como seres humanos que son, quiten el cerrojo de sus puertas mentales, salgan de las pocilgas de la barbarie que las tiene secuestradas, ¡levántense y rompan los lazos que las ligan a la esclavitud humana!

  • Miguel Rojas (Catedrático UCR)
  • Opinión
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