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¿Enseñanza de/ o filosofía?

Por medio del Centro de Evaluación Académica, la UCR distingue entre la carrera de Bachillerato en la Enseñanza de la Filosofía (EF) y Bachillerato y Licenciatura en Filosofía (F); ante tal situación cabría la pregunta: ¿en qué radica tal diferencia y distinción?

Por medio del Centro de Evaluación Académica, la UCR distingue entre la carrera de Bachillerato en la Enseñanza de la Filosofía (EF) y Bachillerato y Licenciatura en Filosofía (F); ante tal situación cabría la pregunta: ¿en qué radica tal diferencia y distinción?
Hay muchas formulaciones, sin lugar a dudas; sin embargo, entre ellas existe una lo bastante expuesta: la diferencia radicaría para comenzar en el plan de estudio −respuesta de sentido curricular.
Desde este sentido, la carrera de EF incorpora cursos de educación (fundamentos pedagógicos); además, al respecto del campo laboral (campo que se presentaría como definitorio ante tal distinción), el suyo es en mucho la educación secundaria, aunque no necesariamente, podría serlo en lo universitario o en primaria. Mientras que la carrera de F, aunque no tiene su campo laboral en la enseñanza, desde una perspectiva operativa y no curricular realiza igualmente que la primera una tarea de gran trascendencia educativa.
¿Curricularmente en qué consiste el trabajo del filósofo?  Para acceder a los linderos del campo contestario, creamos un supuesto con dos versiones desiguales. Presumamos que en Costa Rica los filósofos pueden realizar su trabajo de producción filosófica sin la necesidad de impartir cursos sobre filosofía, lo cual entonces posibilita su existencia independiente de la enseñanza, porque recordemos no han escogido EF… sino F.
El  supuesto es cualitativamente atractivo, pero empírica y cuantitativamente atropellado debido a que tal situación sólo, en realidad, lo logran aquellos filósofos que pertenecen y que atienden con su trabajo, a representar, consolidar y extender valores de cultura dominante −status social−; de lo anterior se desprende que su trabajo se garantiza asimismo como socialmente reproducido (consolidado) y por lo tanto políticamente aceptado.
La manifestación desigual ocurre al considerar la situación de un híbrido entre estudiante y filósofo que se encuentra por graduarse, debido a que aparece sistemáticamente aniquilado, a causa de la ausencia en su consolidación del lugar ocupado −status social−.
De la situación hipotética se podría decir que con excepción de los filósofos que ocupan en la sociedad status alguna posición relevante (socialmente reconocida), los filósofos que no la ocupan y que han optado por esta y no por enseñanza, y tal vez de forma trágica y contra la voluntad, se ven en la encrucijada de impartir clases.
Sirviendo de plataforma lo anterior, se puede decir que en Costa Rica el trabajo del filósofo  consiste en impartir cursos de filosofía, aunque sea móvil y temporalmente; con lo cual en el mejor de los casos y siguiendo la imagen de producción intelectual también posibilite la realización de su producción filosófica, independientemente si es socialmente aceptada o no. Y es sobre este punto, fuera EF y ubicada sobre alguna de las anteriores manifestaciones donde la carrera F se ve conteniendo, desde una perspectiva operativa, una actividad educativa; la cual no podría ser abordada prescindiendo de apuntes sobre las manifestaciones de su existencia profesional.
Con las cosas así, diríamos que filosofía tendría un status profesional (la lectura de tal posición señala algo más o menos así: se espera que el filósofo diga algo, que nadie al mismo tiempo entiende); y es sobre el status profesional que estriba nuestra reflexión operacional.
Partimos de una premisa triplemente compartida; no hay ser humano aislado, su carácter de ser social dentro de formaciones sociales históricas en la que subsiste una básica serie de relaciones dialógicas asigna esbozos de comunicación, los cuales aquí aparecen dentro del colectivo bajo una configuración educativa; y que por lo tanto, ésta aparece consustancialmente a la comunicación como elemento básico de las posibilidades de sociabilización.
Desde esta perspectiva la lectura del status profesional del filósofo es tanto anti-comunicativa como anti-educativa: hay quienes se empeñan en producir para no ser entendidos (filósofos en un escenario profesional y formal: status profesional).
Por el contrario, fuera del status formal, la filosofía como aptitud y actividad, desde su carácter de intención social (valorativa y radical) resulta comunicativa, y por lo tanto colinda con la actividad educativa. Escribir o conversar empeñados en hacerlo para no ser entendidos es una aberración, pero además lo bastante egoísta y descortés.
La explicitud y claridad son categorías inherentes al proceso comunicativo, por ejemplo, el Dios judeocristiano al revelar su mensaje a los seres humanos no lo hace desde sus propios códigos divinos, lo hace desde los códigos humanos; el esfuerzo del que comunica es para que lo entiendan, para ser entendido (¿de qué le sirve a Dios intentar realizar un proceso de comunicación cuando lo hace desde su lugar y categoría?); significa que este es el criterio de ingreso a las posibilidades humanas de creación, producción y de diálogo.
Luego, en EF se estudia los procesos de comunicación que pueden ocurrir espacialmente dentro del aula, y a sus alrededores, pero en términos formales, la comunicación implica una serie de disposiciones que posibilitan el diálogo; es por ello que independientemente de la diferenciación entre carreras, la filosofía se presenta como una aptitud tanto educativa como dialógica, de allí la importancia de la explicitud y claridad al comunicar para así permitir el diálogo y reflexión; cómo no hacer de la filosofía un espacio democrático para este y para el pensamiento.
Lipman señala que la “verdadera filosofía es educativa y la verdadera educación es filosófica”. Los filósofos aunque no formalmente educadores cumplen  la misma función social que realizan estos: crear espacios de diálogo que propicien el pensamiento y a su vez posibiliten la trasformación de la existencia social como construcción humana e histórica.

  • Joan Javier Cordero Redondo (Estudiante)
  • Opinión
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