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“El pueblo debe estar alerta y vigilante. No debe dejarse provocar, ni dejarse masacrar, pero también debe defender sus conquistas. Debe defender el derecho a construir con su esfuerzo una vida digna y mejor.” Salvador Allende
Sin silencios, así es como nombra José Carlos Chinchilla su artículo (http://www.una.ac.cr/campus/2013abril_pag23a.html), el cual parece un sermoneo al Movimiento Estudiantil que precisamente, no silencia.
El nombre de dicho artículo resulta contradictorio, ya que al parecer, lo que este académico desea es que callemos actos de corrupción, asimismo acreditando un gobierno, una institución y una ESCUELA, que destruye y deslegitima la educación pública.
Cuando entré a la Universidad Nacional, pensé que más que una formación académica, iba a recibir una educación humanística. Una educación que me iba enseñar a no conformarme con lo establecido, una educación crítica, la cual imaginé al lado de mis profesores y profesoras, en una construcción constante de un posible mundo mejor y diferente.
Sin embargo, hoy, en mi tercer año de carrera, he descubierto que la posibilidad de convertirme en una persona con mayor criticidad y compromiso no está en las aulas. Pareciera que esta Universidad, la cual fue llamada Necesaria y Humanista, cada día que pasa, se convierte en un campus de adiestramiento para una sociedad, donde, callar y no pensar son la clave del ‘éxito’ y la ‘pobreza’.
El desarrollo, el progreso y el emprendedurismo se han convertido en las consignas de nuestra Universidad, avalada por un gran “grupito”. Estas categorías utilizadas por el neoliberalismo para justificar la explotación laboral y la desigualdad social, son las que quieren que pongamos en práctica, algunas y algunos profesores de la Escuela de Sociología.
¡Sociología! Profesión además, que el capitalismo considera o consideraba disfuncional, y se calificaba así, puesto que una de nuestras características consistían en argumentar y luchar por una igualdad social; sin embargo, parece ser que el NO silenciar ante la corrupción y la violencia de cuello blanco, nos convierte en “ignorantes, cobardes e inmaduros.”
Además, con amenazas, proponen medidas “contundentes y directas”; de hecho se me hace conocido ese discurso; me recuerda a aquella susodicha que decía en campaña: “debemos poner mano dura a la delincuencia, con firmeza y honestidad”. La interrogante es ¿para quiénes trabajarán estos académicos?
Compañeros y compañeras estudiantes, efectivamente, hemos tenido que llegar al punto de decorar las paredes de la institución con nuestros pensamientos y posiciones, y es porque nuestra única voz son las paredes, así que seguiremos gritando.
José Martí decía: “Los derechos se toman, no se piden; se arrancan, no se mendigan”. Nosotros y nosotras en algún momento exigimos el derecho de una educación de calidad y gratuita, pero ya terminó el tiempo de exigir, ahora lo vamos a tomar.
También les recuerdo que la Universidad Nacional, no es un monasterio, ni un MALL y mucho menos una academia militar, ES UNA UNIVERSIDAD PÚBLICA, es nuestra; por lo tanto la cuidamos, defendemos y queremos; pero mientras ustedes, señoras y señores académicos y administrativos, no nos escuchen y quieran manipular nuestra Universidad para intereses propios, nos tendrán que leer, escuchar y ver.
Amordazados y amordazadas, pero gritando, nosotras y nosotros decimos, NO al adultocentrismo, NO a la misoginia, NO a la privatización, NO a la represión, NO a esa falsa democracia, NO al silencio estudiantil…
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