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El pasado 20 de marzo, el Ministerio de Cultura de Francia, otorgó en París, al señor Ramón Mena, director de la Librería Francesa, la condecoración de la Orden de las Artes y las Letras, en el grado de Chevalier.
Situada en el corazón de San José, la Librería Francesa es un importante eje de circulación de libros, revistas, periódicos, videos y métodos de lenguas extranjeras con énfasis en francés.
Abrió sus puertas en 1977 bajo la dirección de Ramón Mena, quien desde ese entonces dinamiza las diversas actividades en coordinación con un excelente equipo de trabajo.
Su labor en el campo de la difusión es ardua, ya que desde la librería se implementa la circulación de textos para primaria, secundaria y universidad de francés como lengua extranjera, para todo el país y el resto de Centroamérica. Asimismo, la librería impulsa ferias del libro francés, charlas sobre autores franceses, y talleres sobre el francés lengua extranjera. De igual manera, participa en diversas celebraciones francófonas, tales como LIRE EN FETE, Leer es una Fiesta, actividad para incentivar la lectura, LE PRINTEMPS DES POETES, La primavera de los poetas, verdadera fiesta de la poesía donde concurren los amantes de la lírica y se realizan sendos recitales con poetas nacionales y algunos extranjeros invitados.
DE TIERRAS CARIBEÑAS HACIA COSTA RICA
De origen dominicano, el señor Mena llegó a Costa Rica hace cerca de 30 años, y concibió posteriormente la creación de la librería como una empresa familiar, y de esa forma ha funcionado desde sus inicios.
Amante de la fotografía, la ecología y la literatura, es autor de diversos libros: Fauna y Caza en Costa Rica; Costa Rica, Naturaleza y aventura; República Dominicana, Gente y Aventura; Francia en Costa Rica; Fauna salvaje de Costa Rica (en preparación), Antología de Humor poético de Costa Rica, España e Hispanoamérica. Asimismo durante varios años editó el boletín France Info, con información general sobre el mundo francófono.
LA ORDEN DEL CABALLERO DE LAS ARTES Y LAS LETRAS
Institucionalizado en 1977 por el gobierno francés, este premio se concede a aquellas personas que han divulgado y proyectado la cultura francesa en todos los ámbitos del saber.
Francisco Amighetti, Constantino Láscaris, Luis Garita, Victoria Garrón, entre otros, son algunas de las personalidades que han recibido este galardón.
LA CULTURA EN PRIMER LUGAR
El premiar la labor cultural proviene de sociedades que han desarrollado el saber literario, pictórico, humanístico y científico a grandes escalas. Y es que desde el Cantar de Roldán, el más antiguo y el más famoso de los cantares de gesta franceses compuesto probablemente a finales del siglo XII, pasando por el legado humanístico de Rabelais, Moliere, Rousseau, Montesquieu, Victor Hugo, Pasteur, Monet, Saint-Exúpery, Paul Eluard, Sartre, George Duby, Duras, Pierre Bourdieu, sólo para nombrar un mínimo de personajes importantes que han influido la historia del pensamiento occidental, Francia ha jugado un papel de portavoz de movimientos literarios, artísticos, políticos y científicos que han modificado de alguna manera el espacio cultural y político en diversas regiones de América, sobre todo, en la primera mitad del siglo XX.
De tal manera, el laurear al señor Mena por su arduo trabajo de proyección de la cultura francesa en Costa Rica, es un gesto que engrandece la difusión cultural francófona, y con ello, el pensamiento humanístico, ya que como latinoamericanos tenemos una especial obligación con la historia futura de nuestros pueblos.
Como profesora de francés, celebro con mucho entusiasmo esta designación, que nos recuerda que Costa Rica aun cuando se vanagloria de ser un país amante de la democracia, debe seguir incentivando también la democracia lingüística en materia de la enseñanza de las lenguas extranjeras, ya que en la diversidad cultural está el alma librepensadora que permitirá a este país sostenerse como tal.
Trágico sería caer en la dictadura de la enseñanza de una sola lengua extranjera, – aunada a la sofocante propaganda comercial anglófona, ya sea música, cine, videos, revistas, con fines de consumo donde el ser humano desaparece para volverse mercancía-, pues erraríamos en nuestra obligación de extender la propuesta de Brunetiere: «la solidarité de la connaissance», la solidaridad del conocimiento.
La Orden de las Artes y las Letras, nos convoca a creer en el trabajo humanístico, tan urgente en estos tiempos llamados de globalización, donde los diversos países del planeta deben ingeniárselas para sobrevivir y reivindicar su derecho a la diversidad cultural.
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