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Bombas Molotov

 
La primera Molotov la arrojó a finales de abril el ex polidiputado y ex Ministro de Cultura, Alberto Cañas Escalante, mientras, según el periódico, ‘resollaba’ en su silla (LN: 28/04/2013). La tiró contra quienes no la vieron venir, no pudieron correr para eludirla o la confundieron con maná caído del cielo. La lanzó porque en la Asamblea Legislativa nada hay que negociar. A la letra: “Era mejor antes con un Estado que no tenía que negociar con el partido de los tuertos, el de los rencos y el de los tontos”. Arrojó la bomba y, o todos murieron o no explotó, porque nadie en la Asamblea se dio por aludido. Fuera de la Asamblea, sí. Un funcionario del Consejo de Seguridad Vial, declaró que los Ciudadanos de Oro deberían rehabilitar su licencia para conducir cada seis meses. La medida va directa contra el señor Cañas. Alguien en el COSEVI se lo tomó a mal. Ahora esperan que los ancianos/as perezcan en las interminables filas que deberán soportar ¡cada seis meses! para renovar tarjeta. O sea que la Molotov del señor Cañas no mató a nadie, pero su radiación logró la mutación de los ciudadanos de oro en cacrecos repugnantes. A la ciudadanía la dejó sordo-muda.
 
El señor Cañas ha estado en política toda su vida. Hasta Presidente de la Asamblea fue. Un político no muestra su irritación, desdén o grosería porque personas con discapacidad lleguen a ser diputados y se tenga que pactar con ellas. Un político se pregunta: ¿qué he hecho o dejado de hacer para que los costarricenses se comporten como ciudadanos y no como discapacitados? ¿Por qué no vi en los discapacitados del país una seña social de que muchas políticas públicas no andan bien o no andan del todo?
Si se carece de vigor autocrítico, lo que es un tipo de discapacidad, no se logra asumir que el Partido Accesibilidad Sin Exclusión alcanzó en este período 4 diputados y dos alcaldes. Sosteniendo el pequeño éxito electoral existe un trabajo. Un trabajo hecho con poco dinero y contra los tiburones y fragmentadores de la política tradicional. Los bellos, los inteligentes. Los de palcos reservados.
Cuatro diputados. Dos alcaldes. El Frente Amplio, con su tradición y militancia heroica, un diputado y un regidor por sí solo. Cierto, en política la cantidad no es igual a la calidad. ¿Pero no es esto señal de que quienes se han hecho dueños de los escenarios políticos en Costa Rica son ellos mismos bombas Molotov para la ciudadanía y para el país? Bombas que destruyen instituciones, puentes, carreteras, ciudadanía y nacionalidad. Por desgracia, estas bombas no destruyen a sus hechores. En ellos solo generan arrogancia, eructos y estulta grosería.
Las últimas bombas Molotov ni explotaron ni cacrequearon ni fueron arrojadas ni nada. Pero la Policía las vio y las requisó. Las cargaban cubiertos “anarquistas” que buscan liquidar las instituciones del país. Entre los enmascarados, la Policía destapó extranjeros, marihuana, chirrite, preservativos e incluso una joven anarquista parecía haber sido fecundada in vitro. No leen La Nación S.A. los anarcos. No se bautizan. Ninguno conoce el himno del Saprissa. Lo raro es que estos anarquistas están, en la versión policial, estudiados, vigilados e infiltrados por el espionaje estatal/gubernamental. Por eso se les pudo controlar y detener el pasado 1° de mayo. La Policía dice no poderlos arrestar si no actúan. ¿No existe aquí la figura de la asociación ilícita? ¿Ni la de conspiración? ¿Por eso no se inició acción legal ninguna contra Kevin Casas y el actual Embajador ante el Vaticano? Los costarricenses deberán aguardar a que las Molotov que ni se tiran ni explotan terminen de fregar a alguien.
Esta policía curiosa no logró presentar prueba jurídica contra sus “anarquistas”. Notable policía (texto a propósito ambiguo). Menos talentosos, y tal vez por ello indignados, se mostraron quienes rechazan que los anarquistas protesten enmascarados. ¡Den la cara hijos del Gran Dragón! Pero ¿no entraron a cara abierta quienes saquearon la Caja Costarricense de Seguro Social y pautaron fraudes en el Instituto Costarricense de Electricidad y en el Instituto Nacional de Seguros? ¿No entran sin máscara alguna los fiscales en los tribunales para acusar sin prueba legal a sujetos hasta confesos que han cometido delitos? A como van las cosas, transitar enmascarado será la única manera de mostrar decencia. Excepto, claro, quienes utilicen máscaras antigás y antifetideces. Ésos enseñarán prudencia y sabiduría.

  • Helio Gallardo (Catedrático UCR)
  • Opinión
Seguro Social
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