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“Líneas del tiempo” es una de las 16 fotografías que componen la exposición “Supramundos”. (Foto: cortesía Ana Joyce Chinchilla)
“Supramundos” muestra una realidad diferente por medio de la colección de 16 imágenes de diversos elementos de la naturaleza, capturados a través de la fotografía infrarroja.
Esa es la propuesta estética de la fotógrafa Ana Joyce Chinchilla, quien bajo el mencionado título ofrece al público su mirada alterna de la naturaleza, en una exposición que se mantendrá abierta al público en la Galería José Luis López Escarré −en el café del Teatro Nacional−, hasta el 2 de julio.
Árboles, paisajes, volcanes o reflejos en el agua adquieren una vibración etérea, mediante el inquieto lente de Chinchilla.
La fotógrafa manifestó que su intención ha sido capturar “el espíritu de la naturaleza”, lo cual “es algo excepcional que está ahí, pero nuestro ojo no lo capta”.
De esta manera, con sus imágenes en tonos de blanco y negro, ella busca despertar en el espectador la capacidad de mirar la naturaleza con otra mirada, específicamente “con la mirada de alma” y que así perciba “el espíritu de lo tangible”.
Con ello –expresó− se exalta “la magia de mundos imperceptibles”, pero que coexisten en este mismo plano de la realidad.
Chinchilla describió el trabajo de salir a captar las imágenes como “placentero”, pues “me encanta el contacto con la naturaleza”.
Sus locaciones para las fotografías fueron Costa de Pájaros, en el golfo de Nicoya; los alrededores del volcán Irazú, San Carlos, playa Sámara en Guanacaste, el volcán Arenal y Turrúcares.
MUNDOS PARALELOS
Explicó que si bien la fotografía siempre depende de la luz, en el caso de la modalidad infrarroja se requiere especialmente de buena luz solar. El ojo humano y los lentes de las cámaras analógicas o digitales normales son capaces de captar rangos definidos y limitados de las ondas de luz, a los cuales escapa la luz infrarroja.
Para lograr estas fotografías, Chinchilla recurrió a cambiar el sensor de luz de su cámara, para hacerla capaz de captar ese tipo de luz, que −según dijo− se percibe en rangos superiores a los 770 nanómetros. Un nanómetro es una unidad de distancia equivalente a la mil millonésima parte de un metro y en este caso se refiere a la longitud de las ondas de luz.
Para captar la esencia de la imagen, hay que visualizar la foto en blanco y negro, ya que la fotografía infrarroja recoge tonos de rojo principalmente, aunque los colores que percibimos normalmente como verdes se transforman en blancos y los azules en negros, detalló. “Esta forma de fotografía a veces capta nubes o brumas que uno no había notado”, acotó.
De acuerdo con la fotógrafa, es en el momento de postproducción −cuando se traducen las fotografías al blanco y negro digitalmente− que “se resalta más la imagen”. Por ello es que en el momento inicial de la captura fotográfica es preciso “saber escoger” las imágenes, lo cual implica “pensar en blanco y negro”.
Chinchilla −quien ha presentado exposiciones individuales de su trabajo, tanto en el país como en el exterior− reconoció que no con todas las imágenes logró rescatar lo que buscaba e imaginaba como resultado final. “A veces las imágenes sorprenden, pero la mayor sorpresa me la llevo cuando la gente entiende lo que quiero decir, pues se trata de un tipo de fotografía con el que me salgo un tanto de lo tradicional”, puntualizó.
En ese sentido, le representó un gran reto mostrar la naturaleza en blanco y negro, cuando “la conocemos con colores maravillosos”. Por ello, el trabajo fue “muy estudiado” y recurrió a elementos visuales como los reflejos en el agua o la textura de las hojas. Enfatizó que “se trata de una representación de mundos paralelos”.
Recordó el hecho de que a lo largo de su quehacer fotográfico, se ha dedicado bastante al blanco y negro y con altos contrastes. Fue hace un par de años que descubrió la fotografía infrarroja y desde entonces ha buscado perfeccionarse en el uso de la técnica, la cual requiere de un buen conocimiento del manejo de la cámara, la técnica en blanco y negro, y de la luz.
“El punto de partida de una buena imagen es una buena captura. No altero la naturaleza, solamente busco que se vea lo que no apreciamos, pues a veces al tenerla al alcance de la mano en un país como este no se le valora”, externó.
Más de 200 años
En febrero de 1800, el astrónomo inglés de origen alemán Sir Frederick William Hershel estudiaba la temperatura de los rayos de luz de diferente color proyectados a través de un prisma, desde el violeta más frío al rojo más caliente. Mientras lo hacía, tuvo la feliz ocurrencia de colocar su termómetro más allá del rojo, donde no se apreciaba luz alguna y donde, sin embargo, se registró la más alta temperatura.
Según el sitio LifePixel.com −dedicado a difundir la técnica de fotografía infrarroja y a comercializar productos para desarrollarla−, Hershel en un inicio llamó a su descubrimiento “rayos calóricos”, pero posteriormente al fenómeno se le denominó luz infrarroja, ya que la frecuencia de estos rayos de luz es inferior a los de la luz roja.
En 1910, el físico estadounidense Robert Williamood fue el primero en fotografiar el fenómeno y en los años 30, la empresa Kodak desarrolló las primeras películas capaces de captar el formato infrarrojo en blanco y negro.
La fotografía infrarroja cobró popularidad en medio de la sicodelia de los años 60, cuando −entre otros− el legendario roquero Frank Zappa y el excepcional ejecutante de guitarra eléctrica, Jimi Hendrix, recurrieron a este formato para el arte de portadas de sus discos.
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