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Desde el comienzo, en el medio y hasta el final llevaban razón los asesores del presidente Obama que lo secundaron en su visita a Costa Rica al señalar que su principal inquietud en el tour geopolítico era si la suerte de la presidenta Chinchilla resultaba contagiosa. Para ellos, la ciudadanía estadounidense no soportaría los tropiezos y tropezones en que, sin querer queriendo, reincide el mandato de la primera mujer Presidenta de Costa Rica e Hija Dilecta de María por la diócesis de Cartago, provincia a la que parece irle viento en popa excepto por los volcanes y su obispo.
No terminaba de bajar Obama de su Estrella de la Muerte, o (Air) Force One, cuando los boraschis, gamboas y torres (DIS) gringos fueron expuestos por intervenir los teléfonos de Associated Press y sondear datos tributarios para chantajear a políticos opositores y en especial a los energúmenos del Tea Party. Por supuesto, rodaron funcionarios que curiosamente se llaman todos igual, “Chivo Expiatorio”, pero el presidente de la Cámara de Representantes, un señor Boehmer, conservador, puso allá el dedo en la llaga: “Mi pregunta no es quién va a dimitir, sino ¿quién va a ir a la cárcel por estos escándalos?”. La granítica oposición parlamentaria en Costa Rica discute pedir a Boehmer que viaje al país y se nacionalice. Por ahora no hay decisión porque alguno demanda que se case antes con una costarricense, otro que estudie las glorias locales y, uno más, que juegue por Saprissa. “El idioma no importa”, alegan los diputados, “…total en Costa Rica hace rato que en política no se habla ninguno que diga nada”. Con trabas tan sólidas, un acuerdo luce improbable.
Retornando a la fuente del pesar de Obama y quieto ya en tierra (quizás) el avión de la última discordia (tal vez reposa en hangar vecino a la trocha de la patria), conviene repasar ciertos factores del entuerto que, según la señora Presidenta, no afecta en nada el prestigio galáctico del país. Todo el mundo sabe que la DIS falló en proteger la vida de la señora Chinchilla y que la Presidenta, o su entorno de amigos, no informó a la DIS de su viaje a Perú. Es decir, la ninguneó. Quizás la agitación del viaje y la emoción prenupcial enredaron las cosas. Como son asuntos particulares de la Presidenta y de uno de sus Vicepresidentes no existe información sobre el punto. Pregunta: ¿La DIS no se preocupa de la vida del Vicepresidente? ¡Que discriminación! Sobre todo porque él era el padre del novio. Imaginen el dolor si lo raptan o asesinan en el periplo. En todo caso, el asunto se resolvió con el despido/renuncia de Boraschi. De lleno a la casilla CHEX.
¿Y el avión? ¿Se le rastreó posibilidades de haber transportado droga o de que su tripulación la consumiera? No se sabe, ya que nadie se preocupó del asunto. O porque todos se preocuparon. Como se advierte, una lógica implacable.
Por lo menos ya sabemos que adeudo de Boraschi no fue. Lo explicó su sucesor, el señor Celso Gamboa. Desmintiendo acciones y palabras de su superiora, la presidenta Chinchilla, declaró que Boraschi, el leal y valiente, su antiguo jefe, solo había cometido un “error”, uno solo, y que su salida fue por razones CHEX. O sea que le borró la plana, en su primera salida a la prensa, a su superiora y dilecta hija de María. Con ello puso en cuestión incluso el campeonato de Cartago. Hasta el momento, mantiene la confianza presidencial. ¿Quién manda en Costa Rica?
Le preguntan al presidente de China si no teme que la cercanía con la Presidenta Chinchilla le contagie mala suerte. Contestó veloz que quien venía era un doble. “Los chinos somos todos iguales y nadie se dará cuenta”, silbó. “Pero cuando el doble retorne a China puede traer la disfortuna con él”, insistió un periodista, en mandarín. “Él sabe va en Misión Imposible”, replicó el presidente o algún doble. “Se autoeliminará en el vuelo de retorno y sus restos serán lanzados a aguas internacionales. Su familia será recompensada de por vida. Es un patriota leal”. Los periodistas chinos y coreanos avivaron con entusiasmo. Quien hacía de Presidente terminó: “A perro flaco… sabiduría china”. Los periodistas chinos no bailaron estilo gangnam por temor a que los coreanos lanzaran contra ellos su feroz armamento atómico. A un costarricense que llegaba tarde, le inquirieron, “¿Y usted, qué?” “Yo voto por Liberación”, dijo el gacetillero, despistado. “Es el único partido con experiencia de gobierno y además combate la corrupción”.
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