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Estoy entre los primeros costarricenses que se informó y estudió cuidadosamente las perspectivas y posibilidades del Presidente de Estados Unidos Barack Obama. Para el efecto me he basado sobre todo en sus dos libros Dreams from my father (Sueños de mi padre) y Audacity of hope (Audacia de la fe), complementados con algunas obras escritas por otros sobre él, como Obamanation (Obamanación), Obamanomics (Obamaeconomía), y El método Obama (por Jerome Corsi, John R. Talbot y Rupert L Swan, respectivamente). Además, quiero aclarar que, junto con su humanidad y etnia, siempre me llamaron la atención sus características de político y hombre de Estado, sin saber, a veces, en cuál orden. Entonces, me pareció conveniente ofrecer una perspectiva más amplia de ese personaje, basada en las fuentes indicadas y acontecimientos concretos de su gobierno, que permitan valorar las consecuencias eventuales de su visita, no sólo en términos apriorísticos y subjetivos.
El padre de Barak Obama, presidente de Estados Unidos, fue africano y su madre, de raza blanca, era de Arkansas, el tercer Estado más pobre de ese país. Él nació en Hawai, Estado isleño marginal, y vivió por varios años en Indonesia, un país subdesarrollado asiático. Fue criado, desde los seis años, por sus abuelos norteamericanos, naturales de Arkansas; su abuela paterna y “medios hermanos” son kenyanos, uno o dos de ellos inclusive viven en Estados Unidos. Por todo ello, cabe afirmar que Obama tiene profundas raíces étnicas y sentimentales que lo ligan a las naciones pobres.
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