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Melissa Cardoza: “Vivimos bajo el régimen de la llamada corporación-nación. ¿Eso con qué se come? Con balas”. (Foto: Katya Alvarado)
“El regreso de Manuel Zelaya fue una de las principales demandas del movimiento de resistencia, pero se dio a partir de una negociación tan mala, que lo que hizo fue respaldar y legitimar a un régimen que hoy en día es altamente violador de los derechos humanos”.
Así empezó a explicar la situación de Honduras la escritora y educadora Melissa Cardoza, activista quien forma parte de la iniciativa Feministas en Resistencia −constituida a a partir del golpe de Estado del 2009− y quien se describe a sí misma como “negra lenca”.
Cardoza −proveniente de la comunidad de Siguatepeque, en el centro de su país− visitó Costa Rica junto con la activista indígena guatemalteca Gladys Tzul y juntas participaron el 11 de junio en una conferencia sobre la criminalización de la protesta social −organizada en la Universidad de Costa Rica por la Vicerrectoría de Acción Social y el Centro de Investigación en Estudios de la Mujer (CIEM)− y en la jornada de reflexión del CIEM “Mujeres centroamericanas: dignidad y resistencia”, realizadas en el auditorio Abelardo Bonilla de la Escuela de Estudios Generales.
En entrevista con UNIVERSIDAD, Cardoza afirmó que en este momento Honduras es “un laboratorio de experimentación de las más crudas políticas neoliberales” y que por ello las condiciones materiales para sus habitantes son “precarias”, entre otras razones porque “las políticas sociales son inexistentes”.
“Obviamente –expresó− hay gente que es favorecida por el contubernio con las transnacionales. Hay una gran riqueza acaparada por ciertas familias, mientras la clase media agoniza”.
Luego del golpe de Estado se realizaron elecciones y a través de los medios de comunicación se vendió la imagen de una vuelta a la normalidad. ¿Cuál es la situación actual en las calles hondureñas?
– Como resistencia nos encontramos en una situación de mayor vulnerabilidad, con una atención internacional casi nula, porque se piensa que en el país no hay más conflictos.
Honduras es el país con mayor cantidad de homicidios en el mundo: hay 23 o 24 asesinatos diarios, debido a que se vive la impunidad más brutal de la historia contemporánea. El régimen ha institucionalizado la pobreza y la entrega de la soberanía del territorio nacional. Un tercio del país ha sido concesionado para proyectos de minería y más de 40 ríos han sido concesionados para hacer represas.
El golpe fue el marco perfecto para entregar el país a las transnacionales; vivimos bajo el régimen de la llamada corporación-nación. ¿Eso con qué se come? Con balas; la militarización ha llegado a niveles tales, que en cualquier ciudad del interior se encuentra un ambiente de conflicto armado, hombres uniformados y armados dentro de los buses, en las calles, cerca de las escuelas. Eso incluye al ejército, la policía y las empresas de seguridad privada, que suman más efectivos que los dos primeros juntos.
La lucha contra esos megaproyectos cobra notoriedad sólo cuando se dan hechos como el reciente arresto de Berta Cáceres y Tomás Gómez −activistas del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH)− en un operativo militar. ¿Cómo describe la relación del ejército con la población civil?
-A ellos dos los trataron como delincuentes; los militares nos tratan a todos como si fuéramos sus enemigos. Para que el ejército esté en la calle en coordinación con la policía, se ha alegado el problema de seguridad y narcotráfico, pero lo que ha hecho es aumentar el terror y el nivel de inseguridad de la población.
Berta articula en su discurso y práctica luchas fundamentales, por temas como los recursos naturales y los derechos de los pueblos indígenas y de las mujeres. En este momento es un símbolo potente y si el régimen la ve como enemiga, es porque ha logrado hacer una síntesis de la propuesta refundacional de nuestro país, el cual sólo podrá cambiar estructuralmente atendiendo −más allá del sistema económico− temas como las relaciones políticas entre los hombres y las mujeres.
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