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El siglo XXI trajo consigo el nacimiento de las páginas más negras y retrógradas de nuestro sistema democrático a causa del ascenso a la Presidencia de la República de la segunda administración de Óscar Arias Sánchez, que introdujo mediante tretas y engaños un sistema político neoliberal corrupto a ultranza. Mediante la manipulación de leyes y el nombramiento de jueces parciales que favorecieron sus propósitos electorales, Arias alcanzó su segundo período presidencial, y luego dedicó su gobierno a implantar un sistema neoliberal de alta corrupción con perversos cambios políticos y económicos.
Con el Poder alcanzado, Arias se centró en su primer tarea: aprobar el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y los Estados Unidos conocido como Cafta o TLC, ya que este Tratado estaba por encima de nuestras leyes y de las instituciones costarricenses, así podría manipular a su antojo y conveniencia al ICE por ejemplo, obligándolo a entregar importantes recursos tecnológicos en manos de empresarios extranjeros en perjuicio de nuestra patria y soberanía. Pero las acciones de Arias para aprobar el TLC se tornaron engañosas, ilegales, autoritarias… basta citar el terrorista «Memorándum del Miedo», documento público que impuso su partido y que contenía múltiples amenazas contra los ciudadanos que votaran contra el TLC en un plebiscito, so pena de perder sus trabajos, sus casas, amén de otras amenazas implícitas. El miedo caló tan profundo en la población que incluso, los demás Poderes Políticos se dejaron intimidar: por ejemplo, el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) guardó un vergonzoso silencio cuando se violó la tregua electoral que exige tres días sin emitir propaganda política antes del día de votaciones. Durante esa tregua, el gobierno de Estados Unidos, su embajador en Costa Rica y algunos medios periodísticos internacionales desataron la más sucia campaña posible en favor del TLC, con amenazas a los ticos de que perderían el comercio actual: de este modo, Arias Sánchez, el TSE y demás Poderes del Estado junto al gobierno norteamericano llegaron al común acuerdo de violar la tregua electoral, profundizando al «memorando del miedo».
Una vez consumado y establecido el Nuevo Sistema de Corrupción Neoliberal (TLC) bajo el pretexto de ingobernabilidad política, su teórico Óscar Arias prosiguió con la tarea de cambiar una serie de leyes que le impedían aumentar sus propias riquezas y fomentar la avaricia de sus amigos. Así creó el Consejo Nacional de Concesiones con el propósito de donarles a sus amigos nacionales y extranjeros, los proyectos futuros como la construcción de la Carretera San José-Caldera y Riteve, y nuestras riquezas institucionales: el ICE -telecomunicaciones y energía-, el INS, la CCSS… antiguas instituciones autónomas, hoy parcialmente transnacionalizadas y dependientes de empresas corruptas como Aresep y Sutel, creadas con la finalidad de distribuir los recursos nacionales entre el gran capital extranjero. Soberanía en venta se llama la figura.
Otro proyecto de Arias fue entregar los recursos mineros a empresarios extranjeros, y para impedir la oposición, sínicamente lo declaró como un proyecto de interés público.
Hoy, un enorme sector de costarricenses se asusta por el proyecto de Ley de Concesión de la Carretera San José-San Ramón, derivado de la ley de concesiones que dio vida al Consejo Nacional de Concesiones y que vieron la luz con Óscar Arias… como si la carretera a Caldera (planeada originalmente a cuatro carriles, violando este y otros acuerdos, y obligando al ICE a instalar el tendido eléctrico y telefónico en los terrenos expropiados ad-hoc pero aún desocupados) perteneciera a otro país o como si representara un gran negocio para los ticos. Pero NO, el robo y la usurpación de bienes y recursos nacionales es el mismo en ambos casos, por lo tanto solo eliminando aquella desgraciada legislación arista y sus nefastas leyes se podría retomar la senda democrática con dignidad.
Por su parte, Laura Chinchilla con su trocha y la concesión de la carretera a San Ramón no es más que una fiel discípula de su maestro Arias Sánchez a quien le debe su mandato presidencial y su gobierno de orientación ideológica neoliberal.
Como hemos analizado, la Ley de Concesiones es solo parte de un mal mayor, planeado, impuesto y ejecutado irresponsablemente por la avaricia y ambición de Óscar Arias, pues un mandatario leal y justo gobierna únicamente en beneficio de las grandes mayorías.
No sé cuán flaca o robusta sea la memoria popular, pero quienes apoyaron el plebiscito para que el TLC fuera una realidad, condenaron a la Patria y a sus hijos a vivir en los infiernos terrenales de una desigualdad social económica y política por tiempo indefinido. Asimismo, el hecho de rectificar en parte la Ley de Propiedad Intelectual (fotocopiado), ejercer oposición a la minería a cielo abierto y cuestionar el «sagrado» Consejo de Concesiones, significa que se están dando pequeños pasos en la necesidad prioritaria de eliminar el gran daño decretado por Óscar Arias; no obstante, si no se rectifica pronto, con el paso de los años, este mal podría consolidarse legalmente con letras en la Constitución.
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