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La presente entrevista es un resumen de una rueda de prensa con Juan Gelman que se realizó en la Casa de la Cultura, Quito, el 10 de junio de 2013, donde el poeta argentino recibió el Premio Honorífico «Poeta de dos hemisferios», otorgado por el Encuentro de Poesía Paralelo Cero. La autora de la transcripción inicia con las dos primeras preguntas.
Silvia Arana: La primera pregunta va dirigida al poeta: ¿Cómo ha influido el exilio en su obra literaria; continúa hoy el exilio para usted?
J. G.: Lo segundo es muy claro: No, no me siento en exilio; elegí vivir en México, donde no estuve exiliado.
En cuanto a lo anterior, sí, el exilio influyó en mí, sobre todo porque ahí volví a los místicos españoles, San Juan de la Cruz, Santa Teresa. Y encontré un sentimiento muy semejante en ellos, porque tanto ellos como yo necesitaban y vivían la presencia ausente de lo amado: para ellos, Dios; para mí, el país, los familiares que perdieron la vida, los compañeros que perdieron la vida, amigos asesinados por la dictadura militar y también la pérdida de un proyecto que fracasó…
Silvia Arana: La segunda pregunta va dirigida al periodista Juan Gelman, que ha escrito sobre la persecución de los denunciantes de conciencia, como Bradley Manning, cuyo juicio se lleva a cabo en este momento en EE.UU. ¿Cuál piensa que es la razón fundamental del gobierno de EE.UU. para perseguir a los denunciantes de conciencia, como Manning?
Entiendo que en el caso de Manning es muy claro lo que hizo: ayudó a destapar secretos diplomáticos que han shoqueado a muchos gobiernos, incluidos muchos gobiernos latinoamericanos, como cuando la Secretaria de Estado le pregunta el embajador estadounidense en Buenos Aires si los síntomas psicológicos de la presidenta, mostraban alguna tendencia hacia la locura. Pero creo que el propósito principal con respecto al soldado Manning está en la persona de Assange, para llevarlo a EE.UU. donde enfrentaría la pena de muerte. Y, en general, la moraleja (lección) a todos aquellos que se sienten indignados, que tienen un problema de conciencia y que se sientan impulsados a denunciar las atrocidades del imperio.
-Poeta, mi pregunta tiene que ver con usted que vivió la época de dictadura, que vivió procesos de mucha violencia, que los sufrió en carne propia. ¿Cómo analiza usted ahora que los gobiernos progresistas de América Latina, en caso específico el del presidente Correa, podrían cambiar el trabajo del poeta?
Mire, no es que la poesía no registre esos cambios tan favorables, que se traducen en favor de nuestro pueblo, pero la poesía obedece a otras leyes, nadie sabe si Shakespeare era comunista o era derechista; ahí está su obra. Yo creo que el tema político-ideológico, ocupa un lugar en la subjetividad creadora pero no la ocupa toda.
También ocurren cosas curiosas, como el caso de Ezra Pound, que hizo propaganda en favor de Mussolini y escribió un poema contra la usura que ningún marxista, maoísta, leninista escribiera jamás.
Celine (autor de Viaje al fin de la noche) quien denunció la pobreza en Francia, perteneció al partido comunista y sin embargo terminó escribiendo los folletos más antisemitas y racistas que se hayan escrito jamás.
La relación ideología, política y literaria depende de cada quien y no es nada clara.
Por ejemplo, tenemos el caso de Borges, quien asistió a esa famosa comida en mayo del 76, y salió diciendo que los militares eran unos caballeros, aceptó un premio de Pinochet, dijo que España estaba mejor con el franquismo. Pero ocurrió que se enteró de las desapariciones de las personas, tema del que no sabía nada (estaba ciego, se juntaba con personas que jamás le iban a hablar de las barbaridades de la dictadura) y sin embargo, al hablar con esta amiga que tenía una amiga a la que le desaparecieron la hija, y al saber de qué se trataba firmó el primer manifiesto público contra las desapariciones que se hizo en Argentina. Un agente de los servicios que era locutor de radio lo llama por teléfono para decirle que había aparecido una firma de Borges, que no entendía de qué se trataba… que no entendía por qué. Borges, quien no tenía la memoria muy sólida, le dice «¿Cuál manifiesto?». El locutor se apuró y dijo: «Ya sabíamos que no era su firma, que eran esas locas de Plaza de Mayo, que exigen la aparición de sus hijos que están en la clandestinidad o paseándose…», Borges lo interrumpió y le dijo: «Yo firmé ese manifiesto.» Y se cortó la comunicación.
Hay un documental de la BBC de Londres, en el que se le hace esa pregunta, y Borges, con los ojos empozados, dice: «Ignorancia, Señora, pura ignorancia.»
A Borges en Argentina se lo discutía desde que yo era joven pero el tema de la escritura sigue vigente y finalmente, lo que importa en un autor es la obra.
-En estos tiempos que se lee menos, que las generaciones jóvenes leen poco. Usted, ¿cree que la poesía está herida o que goza de buena salud?
Creo que los que están heridos son los editores, por no hablar de los críticos… [Risas] La poesía existe desde el fondo de los siglos, y ningún desastre ha podido destruir su continuidad. Un filósofo chino del siglo II A. de C. (por favor, no me pidan nombre) dijo:
«Todo el mundo habla de la utilidad de lo útil, nadie habla de la utilidad de lo inútil».
La poesía va a existir hasta que el mundo se acabe. Hay poetas en todo el mundo, en Occidente, en Oriente, que crean una especie de orquesta sinfónica.
Creo que la poesía es necesaria porque quien la lee suele descubrir territorios interiores que no sabía que tenían, y por eso mismo, no tenían.
-He visto una biografía suya en formato electrónico. ¿Le gustaría o tiene un problema con que su obra se difunda en formato electrónico?
Sí, tengo un problema. Yo tengo 83 años. Para mí, tonterías como Internet, Wifi, me he olvidado que existen. Yo tengo una resistencia para leer novelas o ensayos en Internet. Además tiene sus peligros, yo cometí la tontería de guardar en una computadora como 20 poemas, el aparato se enojó, se echó a perder y perdí los poemas. Para mí (no digo que sea para todos) es difícil leer en Internet. Tampoco creo que vaya a desaparecer el libro.
-Maestro, usted tiene una capacidad hipnótica para leer sus poemas. ¿Cómo desarrolló esa capacidad?
Mire, no me consta. Todo lo que uno escribió ayer, a uno le parece insatisfactorio porque la poesía es una señora muy difícil de agarrar. Y luego está el lector que no conoce todas esas desgracias, dificultades, infortunios. A veces me llegan testimonios en el sentido de que más de uno usó un poema de amor para ligar, y me causa mucha satisfacción [Risas]
Si un poema mío sirve para enamorar, estoy más que satisfecho.
Tengo algunas anécdotas, como cuando una vez que Benedetti se encontraba en Buenos Aires y una radio nos hizo una entrevista en conjunto.
Benedetti leyó su poema. Luego, yo leí un poema de amor. Al salir de la estación, una empleada se me acerca y me dice:
-¿Usted escribió ese poema?
Le digo: -Sí.
Y ella dice: -¡Hijo de puta!.
-Mire Señorita, yo entiendo que el poema no le satisfaga pero yo soy una persona decente.
-No, hijo de puta un novio que tuve que me dijo que él era el autor de su poema. [Risas]
Pero la insatisfacción es permanente, creo que reside −en algo que yo estoy absolutamente de acuerdo− en la definición de la belleza de Sor Juana Inés, que describe la belleza como una espiral. Termina el libro, muere la obsesión que lo motivó y usted está en otro punto, más adelante en ese espiral.
-Su poesía también ha sido también de preguntas, es decir, nos ha ido planteando interrogantes a través de su poesía. ¿Cuáles son los interrogantes de Juan Gelman hoy en día?
¡Vaya pregunta! Yo creo que cualquier artista, de toda disciplina, escribe o crea alrededor de muy pocas cosas porque hay muchas cuestiones absolutamente impenetrables.
Vuelvo a la imagen de Sor Juana, el desarrollo en espiral permite ver distintos puntos desde distintos umbrales.
Esa pregunta sobre las obsesiones… las obsesiones son múltiples, interminables.
Había un pintor japonés que a los 90 años dijo: «Ojalá llegue a los 100 para seguir perfeccionando mi técnica. Ojalá llegue a los 110 para entender cabalmente los misterios de la naturaleza. Y ojalá llegue a los 120 para poder pintar.» Es una expresión de las dificultades que todo arte entraña.
Juan Gelman/poesía/Latinoamérica/política/literatura/ dictadura/Argentina/Ecuador.
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