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En una edición anterior el estudiante Sergio Trejos Robert emite un comentario en esta misma columna de opinión bajo el peligroso título “El abuso de autoridad en la universidad”, aunque bien es un derecho sagrado y constitucional el emitir sus comentarios y hasta críticas bajo la óptica que él considerara es lo correcto. Resulta definitivamente necesario también el emitir opiniones desde lo que al menos popularmente se dice “el otro lado de la barrera”. Ello porque no es justo que en este caso el lector recoja información solamente que en definitiva resulta negativa de una labor tan trascendental y por supuesto necesaria de lo que la Seguridad Universitaria realiza día a día para garantizar el orden, y lógicamente la salvaguarda del patrimonio físico de las personas y activos institucionales.
Hace referencia de un hecho suscitado el martes 3 de abril con unos jóvenes patineteros en los que interviene la Seguridad para detener la acción que estos hacen, pero él reconoce que no estuvo en el lugar y lanza su comentario basado en lo que le dicen que supuestamente sucedió.
Ya con ello el primer error, puesto que no puede resultar en nada objetivo en lanzar una crítica hacia una acción en la cual no está siendo testigo (por más confianza que tenga con aquellas personas involucradas); segundo, el estudiante Trejos debería valorar que si bien la Universidad goza de autonomía legal y constitucionalmente conferida, ella no la convierte en un mundo aparte; la misma constitución, las leyes, reglamentos y todos aquellos mecanismos que el estado emite para garantizar los derechos y deberes de los ciudadanos no son en absoluto ajenos a lo que la comuna universitaria debe cumplir.
Al menos reconoce que dichos jóvenes aparte de estar realizando una práctica que ya la Ley de Tránsito contempla no se puede realizar en las vías nacionales y por ende obviamente, tampoco dentro del espacio universitario que está destinado para la educación y la investigación, no el deporte, ellos (muy seguramente cuando se les indicó que detuvieran su acción) la emprendieron contra los Oficiales en forma ofensiva, lo cual ya no resulta ser una sola falta; ya vamos dos.
Desgraciadamente en nuestra sociedad actual, ha resultado con mayor incidencia que los más jóvenes son los que hacen un mayor irrespeto a las normas, no solo a los entes policiales sino a todo aquello que representa una forma de autoridad, producto tal vez, de un deterioro acelerado y progresivo de valores que nuestra misma sociedad ha permitido que sucedan.
La reflexión debería ser antes de investigar un supuesto “abuso de autoridad” que en definitiva no existe, ya que estoy completamente seguro que se hubieran realizado las denuncias ante las autoridades judiciales como es lo normal, debería ser, qué aptitud tiene mi persona como estudiante, docente, funcionario o incluso usuario de la Universidad para cumplir y respetar aquello normado para la convivencia dentro de este espacio que me está desarrollando como una mejor persona y un mejor ciudadano, donde posteriormente o desde ya, daré mi aporte a la sociedad con el fin de lograr un mejor país, con base en lo que la UCR inculcó dentro de mi formación.
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