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Resumiendo en pocas palabras mi último artículo publicado por este semanario, entre otras cosas expongo que Daniel Ortega (a algunos, no les gustará, les estorbará lo que digo), no dice verdad a sus compatriotas sobre lo que pasa en la isla Calero, y también digo que, me siento muy orgullosa de ser costarricense, porque a pesar de que tenemos muchas armas en el país, dirimimos las diferencias por la vía del diálogo y la negociación, quizás porque de alguna manera el hecho de no tener ejército forma parte ya, de los valores nuestros.
Poco a poco, se va controlando la mentalidad “milica” de algunos. Las generaciones que nacimos después de 1948, cambiamos “las balas” por “las palabras”. Todo hay que dialogarlo. En cualquier otro país, probablemente ya se hubieran alzado en armas. ¡Qué suerte tenemos! Esta mentalidad, es sin duda alguna producto de la “abolición del ejército”.
Además, en un artículo anterior publicado aquí mismo, digo (entre varias cosas) que urge crear “un indicador” fácil de memorizar, que “mida el grado de mejoría que el pueblo ha tenido con el nuevo gobierno”, que la gente lo aplique automáticamente, y que debe ser, se debe convertir, en una “muletilla popular”. Mientras no exista “ese indicador”, nos recetan fórmulas y fórmulas inentendibles para la gran mayoría, con el pretexto de que ese tema es muy difícil, y que no se puede hacer nada más fácil. (El tema es muy complicado es cierto, pero creo que se puede tratar de hacer algo fácil de memorizar, para medir los resultados obtenidos).
Es urgente crear, por lo menos para comenzar, “una tabla, o escala, o una fórmula”, para medir el desempeño en un plazo razonable del gobierno, del grado de “cumplimiento de las promesas” hechas en campaña por el presidente de turno. Pero como todo, para que se aplique constantemente hay que darla a conocer, y hacerla muy popular entre la gente. Con “esta escala” se podría hacer una “calificación de lo cuantitativo”, tarea que no es fácil, y que a los gobiernos no les conviene crear, ni divulgar (creo que por esas razones, aunque digan que no es por eso, aún no se ha elaborado).
Propondría también que se aplique la “justicia penal” a la “presidencia de la República” (que se juzgue por sus promesas de campaña, al candidato que resultase electo presidente, pero sin que cuente como excusa, la “preconcebida justificación”, de no se pudo cumplir por la…. ya muy trillada palabra: “ingobernabilidad”. Todo esto, para que los candidatos se vayan acostumbrando. Una promesa de campaña electoral, es una deuda pública que contrae el candidato presidencial con todo el pueblo votante). NO hay que prometer, si aún no se conoce el estado de las “arcas públicas”.
Allí mismo digo que por mis principios, me opongo a todo régimen militar. Nicaragua y Cuba son regímenes militares, que me gustan por unas cosas que han hecho para el bien del pueblo, pero que fundamentalmente me disgustan, “por lo militar”.
Aparte de que tienen gobiernos militares que se valen de un ejército para mantenerse en el poder, creo que se diferencian entre sí (los gobiernos, no los pueblos), por el grado de “influencia, y manipulación” que posee cada uno de sus funcionarios públicos.
Lo que le pasó a Ecuador, creo que hay que estudiarlo muy bien. Ecuador no es una dictadura militar pero Correa no tiene a todas las fuerzas armadas consigo.
Para los que quieren ejercer el poder absoluto en cualquier parte, parece que deben contar con el apoyo de todas sus fuerzas armadas. Ecuador no sería la excepción. La experiencia recién vivida en ese país, deja leer entre líneas: “Correa para gobernar, debe tener de su lado a todas las fuerzas armadas, no solo al ejército, a la policía también”, para ejercer control sobre su pueblo, y para que no le den un golpe de Estado. Con este pensamiento y lógica, que ponga “sus barbas en remojo” Evo Morales.
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