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Para los escépticos que no avizoraban signos de un movimiento social con fuerza y capacidad contestataria y propositiva en este país –y debo confesar que en algunos momentos me quise apuntar a esa corriente, dejando atrás mí reiterado optimismo con la irrupción de una nueva ciudadanía– el Foro de Occidente marca un nuevo hito, en un escenario sociopolítico esperanzador.
A semejanza de la lucha que se libró contra el “Combo Energético” en el año 2000, la batalla ganada por las fuerzas sociales de la región de occidente, al forzar al Gobierno a cancelar la concesión de la carretera San José-San Ramón, es una muestra más del despertar y la vitalidad política del movimiento social costarricense.
El mes de abril resulta paradigmático por la intensificación de las manifestaciones de protesta social, tal y como lo documentan Alejandro Alvarado Y Gloriana Martínez en el periódico digital Surcos (No. 166, 4 de junio del 20013).
¿Cómo se explica este movimiento en alzada? ¿Qué significado tiene para el rumbo futuro del país? Y ¿qué señales está enviando a los partidos políticos? Trataremos de ensayar algunas posibles respuestas.
Entre las múltiples causas que explican el avance del movimiento social, nos parece que la más significativa es el “vacío de poder” (algo más, mucho más, que “ingobernabilidad”) en que se encuentra el país desde ya hace buen rato, debido al estado crítico, desde el punto de vista ético-político, de la vieja clase política que impulsó el bipartidismo, así como de la “nueva” generación de relevo.
El mal gobierno del bipartidismo no es un problema simplemente de liderazgos incompetentes (en el orden personal), sino de las bases en que se sustenta –ética, ideológica y políticamente– ese liderazgo, en su condición de clase política; es decir, como tal ha mostrado, a lo largo de cuatro décadas, no tener capacidad para llenar ese vacío de poder. El nuevo movimiento social sí parece estar en condiciones de asumir ese reto y compromiso, por su ética, mística y capacidad demostrada para impulsar un nuevo proyecto de país.
Efectivamente, visualizamos un rumbo promisorio para el futuro del país en manos de este movimiento social. Muy buenas manos, por cierto. Nos protegieron del desastre eco ambiental y social de la explotación minera en Crucitas. Están proponiendo ahorrarnos un 50%, a todos los costarricenses, de lo que íbamos a pagar por la carreta San José-San Ramón a una empresa extranjera. Han abierto las puertas al debate público dirigido a la ampliación del espectro de los derechos humanos, en un país ahora rezagado en un ámbito en el que ha sido un adalid mundial. Todo esto y más se ha logrado apelando a las nobles vías de la no violencia y del derecho.
Las señales que envía a los partidos políticos son de dos tipos. Al bipartidismo: ¡basta ya! Y a los partidos emergentes: es tiempo de remozar la política; la agenda-país la hacemos entre todos(as); parafraseando al maestro Paulo Freire: “nadie convoca a nadie, nadie se convoca solo, nos convocamos en comunión”. Solo esa comunión respetuosa y dialógica, a todos los niveles, puede unir las nuevas fuerzas sociales y políticas para llenar el vacío de poder en que se encuentra el país.
La muerte del líder ambientalista Jairo Mora, fruto de ese vacío de poder, clama al cielo por una nueva Costa Rica. ¡Construyámosla ya!
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