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El cierre de la planta de Teletech, hace un mes, y el consiguiente despido de sus 300 trabajadores, no es un hecho aislado: desde el año 2009, “el país apuesta” como modelo de desarrollo basado en la especialización en los sectores de alta tecnología, provocando el cierre de textileras, manufacturados y centros de llamadas de atención básica, como era el caso de Teletech, que vendía servicios a la Española Vodafone.
Esta nueva iniciativa de atracción de inversiones promovida por la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde) y el Ministerio de Comercio Exterior (Comex), además del cierre de Teletech, ha provocado que en los últimos años, empresas como HP eliminara parte de los servicios que se ofrecían desde acá, así como la salida definitiva de numerosas compañías de textiles, y sociedades fabricadoras de artículos de belleza, como Conair.
Para la oficina de prensa de Comex, las empresas o industrias dedicadas a procesos de mayor sofisticación requieren una amplia variedad de puestos, y no solo contratan profesionales calificados, sino que también reclutan técnicos y operarios.
No obstante, el número de despidos por el cierre de empresas de servicios básicos no cesa, por lo que el secretario general de la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados, ANEP, Albino Vargas, ve en nuestro país una economía interna sin fuerza que provoca además que ciertos sectores sean incapaces de acceder a las industrias especializadas.
“En Costa Rica avanza el crecimiento de la desigualdad y pobreza, en Cinde solo se han preocupado por el mercado externo y exportador, y solo para ciertos productos”, opina Vargas.
La directora General de Cinde, Gabriela Llobet, considera que este modelo económico ha favorecido a muchos sectores de la economía del país, por lo que reflexiona que la especialización por la cual se ha apostado no es el problema: “no se trata de que abrir trabajos de mayor calidad sea un problema, se trata de que el país debe fortalecer a un ritmo oportuno las áreas que permitan mejorar la preparación de cada vez más personas y por ende, su acceso a trabajos de mayor calidad y mejores condiciones”, consideró.
Para subsanar los problemas de este modelo, Albino Vargas afirma que se requiere es un cambio en el manejo político del país.“Lo que nosotros necesitamos son gobiernos de otro tipo”, señaló el sindicalista.
TEXTILERAS EMPACAN
Dentro de los sectores que han disminuido su participación significativamente en el país se encuentra el textil y el de cuero. De acuerdo con datos de Procomer, en 1985 este sector representó el 10% del total de exportaciones de bienes del país, ya en el 2012 apenas alcanzó el 2%.
Para el año 2000, este sector exportaba $729 millones, pero sus ventas cayeron hasta $234 millones en el 2009; el principal factor que influye que la balanza ahora sea negativa es la competencia internacional basada en el elemento costo, países como Nicaragua resultan menos onerosos para las empresas que quieran instalar sus operaciones.
La baja en la producción textilera ha conllevado al cierre de las principales fábricas instaladas en el país.
En 2001, cerraron siete plantas, entre ellas Betex S.A, ubicada en Ipís de Goicoechea. Los problemas de este sector se habían incrementado con los atrasos para la implementación del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos, según el presidente de la Cámara Textil Costarricense (Cateco), Rodolfo Molina, quien asegura que la prolongada discusión en torno al tratado comercial “tuvo sus secuelas para el país”.
Antes de la firma del acuerdo, la planta de la empresa Wrangler de Costa Rica cerró y dejó 400 empleados despedidos; un mes antes la casa matriz Wrangler, VF Corporación, paralizó sus operaciones y dejó sin trabajo al menos a 350 trabajadores, sin poder continuar.
Para noviembre del 2010, la empresa Centro Industrial Manufacturero El Roble (Cimer) anunció el cierre de su planta manufacturera de jeans, subsidiaria de las marcas Levi’s y Dockers, y que desempleó a 230 personas.
Recientemente, la empresa ubicada en Poás de Alajuela, Bor Kar S.A, del estadounidense Michael Borg, anunció la paralización de su planta, que brindaba trabajo a más de 300 vecinos de cantones cercanos. Sin embargo, estos decidieron formar CoopeTrajes del Poás R.L, y arrendar las instalaciones al empresario extranjero.
Borg, durante la época de discusión del TLC, abogaba desde la Alianza Proactiva Nacional (Apronac), por la rápida aprobación del tratado, ya que según él, el país iba a ser beneficiado. Al atrasarse la implementación del acuerdo, el empresario puso en marcha medidas en su empresa para contener las pérdidas, tales como la retención de la cuota obrero patronal. En 2011 era uno de los mayores deudores de la Caja Costarricense del Seguro Social, al deber ¢828 millones, según datos de esa institución.
Luis Alonso Brenes, exoperario de la empresa de Borg, asegura que los empleados comprendían y apoyaban las medidas adoptadas por el dueño de la fábrica, quien asegura que la crisis de la empresa fue producto de errores humanos de empleados costarricenses de la textilera.
Brenes salió de la empresa, con el fin de continuar sus estudios, por lo que asegura que luego de 20 años, la empresa de Borg le permitió superarse personalmente.
Para el presidente de Cateco, Rodolfo Molina, a pesar de los altibajos, la industria textil no está muerta, aunque reconoce que la inversión extranjera se ha comprimido. “Nos hemos transformado en pequeñas empresas”, aseguró.
Los datos de Cateco es que ahora solo quedan en el país tres empresas exportadoras: C.M.S. Textil Lex, Dada Textil (Punto Rojo) y Proquinal Costa Rica.
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