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El siglo XXI arribó enmarcado por cambios sustanciales en muchos campos de la vida científica y cultural de la sociedad. El ámbito de la Archivística no fue la excepción.
En nuestro país, tanto en el Archivo Nacional como en los archivos de gestión y en los centrales de las instituciones de la Administración Pública y en la privada, la tecnología y la gestión electrónica han dicho presente desde los últimos años del siglo anterior, pero con mayor énfasis han incursionado de manera evidente y significativa en estos primeros lustros del presente siglo. Y estamos seguras de que el futuro traerá otras novedades para atender de la mejor manera posible la importante y trascendental función de los archivos.
En el caso del Archivo Nacional, que es el que nos ocupa, es importante anotar que fue creado con el nombre de Archivos Nacionales, por Decreto de 23 de julio de 1881 y cuyo acto se debió al empeño que puso el Lic. León Fernández Bonilla, su verdadero fundador. Con el transcurso del tiempo llegaron más y más originales y copias, de tal manera, que si hoy colocáramos los documentos del Archivo Nacional uno a continuación de otro, como si se tratara de los libros en una biblioteca, cubriríamos casi 20 kilómetros.
La riqueza documental que alberga nuestro Archivo Nacional, cuyo nombre en singular data de 1966, es incalculable. Su importancia no solo radica en el hecho de conservar para el servicio de la ciencia, la cultura y en general para todos los costarricenses, aquella documentación que constituye la memoria de la Patria, sino también de reunir la que se produce en la actualidad, organizarla para su correcta ubicación y conservar para las generaciones futuras todo ese tesoro de la mejor manera posible, mediante técnicas que garanticen esa preservación.
Esta institución tiene hoy la responsabilidad, no solo de llevar a puerto seguro el Sistema Nacional de Archivos, sino también la inmensa tarea de enfrentar los retos asociados con la tecnología y la gestión electrónica y por ello para este año, coincidente con un aniversario más de su fundación, ha organizado alrededor de este tema el XXV Congreso Archivístico Nacional con la participación de expertos nacionales y extranjeros y de 190 archivistas procedentes de todo el país, donde prestan sus servicios profesionales. En esta ocasión la actividad se titula “Desafío Archivístico: la gestión electrónica entre normas”, y se llevará a cabo del 22 al 24 de julio, en el hotel Crowne Plaza Corobicí.
El origen de estos congresos se remonta al año 1986, cuando se sintió la necesidad de reunirse con archivistas de diferentes ministerios, municipalidades, instituciones autónomas de diversos puntos del país, para compartir experiencias y conocer los avances de la Archivística, esta importante ciencia, que tiene su ámbito muy bien definido, con su objeto: los archivos; su finalidad: poner la información que custodian al servicio de la ciencia, la cultura y los particulares y su metodología, cuyos procesos son: reunir, conservar, clasificar, ordenar, describir, facilitar su acervo.
En aquella oportunidad nos reunimos en el hotel Irazú y el evento fue patrocinado por la Organización de Estados Americanos (OEA). En la actividad participó el director de Asuntos Culturales de la OEA, Celso Rodríguez, quien vino expresamente para vivir esta experiencia que inauguró el Ministro de Cultura, Juventud y Deportes, Carlos Francisco Echeverría. A esta actividad se le denominó Jornada para el Desarrollo Archivístico. Años más tarde a estos encuentros se les designó Congreso Archivístico Nacional.
Mucho podríamos anotar sobre el Archivo Nacional, la decana de las instituciones culturales del país. Sin embargo, hoy pretendemos resaltar su función como guardián de la Memoria de la Patria. En consecuencia, en sus cientos de metros de documentos se condensan los susurros patrios, que permiten que la historia adquiera vida y gracias a ellos, también podremos peregrinar por los senderos floridos del terruño, por la Memoria de la Patria. Sí. ¡La desbordante Memoria de la Patria!
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