Abrir Noticia Guardar

El espanto de la abstención

La fiesta electorera se aproxima con muy, pero muy poco entusiasmo. ¡No es para menos! La frialdad del electorado obedece a razones morales y materiales; pero todas convergen en la crisis que atraviesan los partidos políticos, consecuencia a su vez del enorme desgaste que llevan a cuestas; de sus rancios o inexistentes objetivos; de sus principios e ideales desteñidos, traicionados o ausentes; y de su corrupción desbocada e incontenible.

La fiesta electorera se aproxima con muy, pero muy poco entusiasmo. ¡No es para menos! La frialdad del electorado obedece a razones morales y materiales; pero todas convergen en la crisis que atraviesan los partidos políticos, consecuencia a su vez del enorme desgaste que llevan a cuestas; de sus rancios o inexistentes objetivos; de sus principios e ideales desteñidos, traicionados o ausentes; y de su corrupción desbocada e incontenible.
Los frenos estatales invocados por el derecho que pudieran haber atenuado un poco esta vorágine, han fracasado rotundamente:
En primer lugar el Tribunal Electoral, entregado a su clásico y deliberado tortuguismo, inmotivado para los electores (aunque quizá motivado en sus altas esferas) y respondiendo a los  lineamientos burocráticos más complacientes al poder y a los que podrían llegar a ostentarlo, no constituye ya obstáculo alguno para que jerarcas de ciertos partidos hagan de las suyas con las finanzas de los mismos y se aseguren de que les llegue la chorrea de dinero de la pervertida deuda política, reponiéndoles lo que han gastado a sus anchas; y  sobre todo lo que no han gastado, pero dicen que gastaron. Allí las denuncias y quejas van y vienen, pero en ese monstruo oficinesco se diluyen y… ¡Aquí no ha pasado nada!
El segundo freno constitucional contra los desafueros de los partidos políticos lo constituirían los Tribunales de Justicia, por ahora colapsados, donde las denuncias penales por estafas de dirigentes en el manejo de las finanzas, es decir, contra nuestros bolsillos, y debido a otras sucias maniobras ocurridas en las elecciones pasadas, sin moverse de algún escritorio polvoriento, a pesar de que la prueba superabunda en expedientes, probablemente esperarán hasta las próximas elecciones, cuando esos funcionarios cuestionados estén cubiertos por una inmunidad, a la sombra de una gruesa e impenetrable curul o puesto similar; y de ahí en adelante será como si la denuncia nunca hubiera existido.
Así, agotados esos fueros, ante la imposibilidad de ser oída por ellos, e indignada ante el envilecimiento y corruptela diarios, una porción muy importante del pueblo más informado le está volviendo la espalda a políticos y partidos corruptos, para tratar de deslegitimar a potenciales delincuentes que quieran obtener puestos de elección popular; al punto que “ninguno”, con la bandera y consigna del “no voto”, está siendo favorecido en las encuestas.
Los llamados que hacen políticos, partidos, agencias estatales y otros beneficiarios de la política con su discurso patriotero, clamando por el “deber de votar”, gemido que en los próximos meses escucharemos cada vez más histérico, para conseguir su cuota de incautos en el mercadeo electorero; ya no impresionan a nadie, por lo menos dentro de ese grupo de ciudadanos concientes; y se nota el miedo que sienten los “piñateros”, de que “ninguno” se salga con la suya y pueda llegar a ser el ganador en las próximas elecciones.
Para los usufructuarios de la política, la deslegitimación moral que conllevaría el gane del abstencionismo, podría ser el golpe de gracia que acabe con su buena estrella, porque ante los entes señalados sabemos que ocurren muchas cosas y los “frenos”, como dijimos, no funcionan; pero ante la opinión pública la cosa puede ser muy distinta.
Ya no es la Costa Rica de hace 30 o más años, cuando la mayoría de los medios, acaparados por los partidos, tenían carta abierta para propalar sin oposición, su engaño y su antimoral. Hoy existen medios independientes y sobre todo las redes, donde se dicen las verdades sin tapujos; donde los inescrupulosos “patrones de la política” son señalados, choteados y descartados.
Hoy el choteo mediático y cibernético es tal, que algunos jerarcas de partidos políticos, temerosos se adelantan, como don Johnny Araya, para hacer su mea culpa por las barbaridades que hacen en su partido y en su gobierno; o bien,  se apresuran a declarar y aclarar ante la prensa, “¡que no viven de la política!” Como lo hizo don Otto Guevara, dueño del Movimiento “Libertario”, para tranquilizar a sus escasos seguidores, porque ya había “malpensados” diciendo lo contrario del eterno y autonombrado candidato, que aspira por quinta vez a la presidencia o a una diputación. ¡Lo que salga primero!
 
Adolecen los partidos
De ideas e ideales
Con marcos espirituales;
Su fin vulgar es el poder…
¡Y poderse enriquecer
Con los bienes estatales!

  • Álvaro Cordero Yannarella, Ph.D. (Exprofesor)
  • Opinión
Notas

Este documento no posee notas.