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De Marx a Justo Orozco

Decidido a que no quede duda de su falta de seriedad, el filólogo Roy Alfaro Vargas, en un nuevo comentario publicado en el Semanario Universidad (15/7/2013), elabora una interpretación religiosa del origen del neoliberalismo, en la que equipara a Milton Friedman con Moisés y ubica en la década de 1960 “las raíces del hoy Tea Party”.

Decidido a que no quede duda de su falta de seriedad, el filólogo Roy Alfaro Vargas, en un nuevo comentario publicado en el Semanario Universidad (15/7/2013), elabora una interpretación religiosa del origen del neoliberalismo, en la que equipara a Milton Friedman con Moisés y ubica en la década de 1960 “las raíces del hoy Tea Party”.
No satisfecho con lo anterior, Alfaro plantea que Friedman, desde ese decenio hasta el presente (es decir, aun después de muerto), ha engañado a todas las minorías que se han movilizado a favor de los derechos civiles en Estados Unidos, a las que ha hecho creer que luchan por la libertad cuando, en realidad, son prisioneras de “un consumismo histérico”.
De esta manera, mientras reivindica las identidades y la lucha de clases, Alfaro descalifica todas las otras formas de identidad y de lucha social (incluidas las ecologistas y las feministas), a las que asocia con un posmodernismo cómplice del neoliberalismo.
Alfaro, que en comentarios anteriores se presentó a sí mismo como un teórico de una estatura casi similar a la de Marx, ahora asume una posición más extrema que la de Justo Orozco, ya que mientras Orozco concentra sus esfuerzos en oponerse a los derechos de la población no heterosexual, Alfaro se afana por descalificar a todos los grupos y las movilizaciones que no se adaptan a su esquema de lucha de clases.
Si en un comentario anterior Alfaro demostró una empatía melodramática por los millones de personas a quienes el capitalismo sume en la pobreza, ahora vuelve a manifestarla, aunque de manera socialmente más exclusiva, ya que los pobres que lo desvelan son los que tienen ahorros –por tanto, ¡no son tan pobres! – que pueden ser secuestrados.
En lo que se ha vuelto ya una costumbre, Alfaro aprovecha las páginas de Universidad para promocionar los artículos que publica en revistas académicas, al tiempo que descalifica los trabajos de todos los demás. Como era de esperarse, Alfaro vuelve a descalificar mi libro Revolucionar el pasado (cuyo título no ha comprendido aún), aunque ahora Alfaro innova, ya que su descalificación se extiende también a mis cuentos de ciencia ficción.
Tan lejos de Marx y tan cerca de Orozco, Alfaro demuestra en su último comentario que, como la Biblia, el marxismo también puede ser instrumentalizado para –desde las páginas de Opinión del Semanario Universidad– descalificar luchas, identidades y derechos.

  • Iván Molina Jiménez (Historiador)
  • Opinión
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