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Adolfo Pérez Esquivel: “No se debe dejar de ser rebelde”. (Foto: Katya Alvarado)
Luego de ofrecer una conferencia en la que abogó por que los pueblos indígenas sean “sujetos de su liberación”, el activista y Premio Nobel de la Paz (1980), Adolfo Pérez Esquivel, concedió una entrevista a UNIVERSIDAD en la que fustigó a los gobiernos del continente, por no respetar acuerdos y convenios sobre los derechos de los pueblos originarios.
Pérez vino a Costa Rica como parte de la Misión Internacional de Observación de la Situación de los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas −organizada por el Servicio Internacional Paz y Justicia para América Latina (SERPAJ)−, la cual reunió líderes de comunidades indígenas de todo el país en el territorio de Salitre −en Buenos Aires, Puntarenas−, con representantes de la Defensoría de los Habitantes, organizaciones sociales y autoridades del Gobierno.
La mencionada conferencia se denominó “Derechos humanos y pueblos indígenas: Un desafío para la paz en América Latina” y se realizó en el auditorio Clodomiro Picado de la Universidad Nacional (UNA) el pasado 27 de agosto.
En declaraciones ofrecidas a la prensa al finalizar su charla, enfatizó en la necesidad de que se formalice la autonomía de las comunidades indígenas y reiteró que los pueblos originarios en todo el continente enfrentan problemas similares.
Puntualizó que se requiere de una mayor unidad de “la sociedad en general −indígenas y no indígenas−, para salvar los derechos de todos”, pues la depredación de los recursos naturales por parte de la industria extractiva “afecta la biodiversidad y el acceso a recursos como el agua”, lo cual “es peligroso para la humanidad”.
A continuación se ofrece un resumen de su entrevista con UNIVERSIDAD.
Al inicio de la conferencia expresó que la libertad y la democracia son construcciones cotidianas de los pueblos. A partir de lo que ha percibido en su visita, ¿qué opinión le merece el estado de la democracia costarricense?
−Tiene que fortalecerse. Si se persigue a los pueblos indígenas, no se les da autonomía y se les quiere someter, eso no es democracia; eso es imposición. Partamos de la realidad para comenzar a repensar la sociedad que queremos y para qué. Por eso también he dicho que la democracia no se regala; se trata de espacios por construir, y por eso los pueblos son constructores de derecho.
Mencionó que los problemas de los pueblos indígenas que ha identificado aquí son similares en todo el continente. Vemos casos como el de los mapuches de Chile −a quienes se aplicó la legislación antiterrorista−, que en mayo participaron en una audiencia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos y describieron un comportamiento voraz de la empresa maderera Mininco. Los pueblos indígenas se han visto avasallados por esa competencia por los recursos. ¿Cómo ve el escenario a futuro?
−Existen convenios como el 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que los gobiernos no respetan. La Declaración Universal sobre los Pueblos Indígenas de la Organización de Naciones Unidas (ONU) tampoco la respetan; la misma constitución nacional se irrespeta. Ese es el problema central.
Hace poco el presidente Rafael Correa de Ecuador anunció el fracaso de la iniciativa Yasuní-ITT, que pretendía el pago del valor de los recursos petrolíferos en ese sitio protegido, para no proceder con su explotación. ¿Qué opinión le mereció esa iniciativa?
−No es tan así. Dijo que si la comunidad internacional quería proteger el sitio, que le ayudaran, pero nadie quiso, nadie absolutamente nadie puso un céntimo. Ahora su posición es que los recursos se necesitan. ¿Cómo se hace no para destruir todo, sino una pequeña porción? Vamos a ver si busca una nueva ubicación y preserva el sitio.
Nosotros apoyamos el juicio de Ecuador contra Chevron, en el que la empresa fue condenada a pagar $18.000 millones, pero se fugó y se fue a Argentina, donde se asoció con la empresa estatal de explotación YPF y ahora comienzan con el fracking (técnica explosiva para acceder a los reservorios de gas natural). Estamos peleando eso. Las grandes corporaciones e intereses económicos están encima de los gobiernos; no podrían hacer lo que hacen sin la complicidad de los gobiernos.
Estados Unidos ha anunciado su intención de incursionar en Siria, e incluso hay un manejo mediático fuerte en ese sentido para justificarlo. ¿Le sorprende? ¿Cuál es el escenario esperable?
−No, y van a invadir. Son los mismos que acusaban de posesión de armas de destrucción masiva a Irak.
Yo estuve doce días en ese país después de los bombardeos sobre Bagdad que siguieron a la Guerra del Golfo. Conocí a una mujer llamada Ayamira; ella salió a lavar la ropa de sus hijos y cuando volvió ya no estaban. Bombardearon el refugio donde se encontraban y mataron a 600 niños con sus madres, pero la BBC de Londres informó que se trataba de un búnker militar. Yo estuve ahí, no me lo contaron.
Después bombardearon un hospital pediátrico, esos que dicen que defienden la democracia y la libertad; es una hipocresía total y absoluta.
Rebeldía de espíritu y conciencia
“La paz no se regala, se conquista, es una lucha cotidiana al igual que la democracia, que es una construcción de los pueblos. Los pueblos son constructores de derechos”.
Ese fue uno de los conceptos iniciales expuestos por Adolfo Pérez Esquivel durante su conferencia “Derechos humanos y pueblos indígenas: Un desafío para la paz en América Latina”.
El activista recibió el Premio Nobel de la Paz en 1980 por su defensa de los derechos humanos, luego de que en los años 70 estuvo en prisión en varios países del cono sur, incluida su natal Argentina, donde estuvo preso 14 meses sin que mediara proceso judicial alguno.
Pérez Esquivel además es artista y su obra incluye murales y esculturas.
Tras afirmar ante el público en el auditorio Clodomiro Picado que “no hay culturas puras: todas se interrelacionan y se enriquecen”, aseguró que “no me gusta la globalización”, porque lo que se globaliza son los grandes poderes transnacionales, el hambre y la pobreza. “Parece que borraron del diccionario la palabra integración y se impone la dominación de los pueblos”, lo cual es lamentable, pues “sin libertad no podemos amar”.
Afirmó que los pueblos indígenas son “sujetos de su liberación” y que en ellos “defendemos la existencia planetaria”.
Por otra parte, se refirió a la práctica de los monocultivos extensivos que requieren de productos tóxicos. “Monsanto hace desastres y gana muchísimo dinero, pero son más peligrosos los monocultivos de la mente, que también son tóxicos, se imponen a través de los medios de comunicación y nos someten a una única concepción de la vida”.
En referencia al encuentro sostenido en Salitre con representantes de comunidades indígenas de todo el país, dijo que se pueden encontrar los mismos problemas en poblaciones aborígenes de México, Argentina, Paraguay o Chile, en torno al tema del derecho al territorio. “Los pueblos que no tienen tierra están condenados a desaparecer, hay que salvarnos juntos, pues una gota de agua es todo el río. Todos tenemos los mismos derechos”, aseveró.
Pérez recordó las palabras del escritor Henry Thoreau: toda persona amante de la libertad debe respetar la ley, pero no toda ley es justa y las leyes injustas deben ser resistidas hasta su total nulidad. “Esa resistencia –reflexionó− puede significar ir a prisión. ¿Hemos asumido las prisiones por defender causas como la vida y la dignidad de los pueblos? Pues existen leyes injustas contra los hermanos indígenas”.
De esa manera Pérez Esquivel indicó que el cambio hacia una democracia participativa implica que las personas sean “sujetos de cambio, de conciencia crítica” y que en ese sentido, los pueblos indígenas “nos dan una lección porque su mentalidad es comunitaria, no individualista”.
Tras criticar que Costa Rica presenta una imagen hacia el exterior de paz por no tener ejército, pero que sí mantiene “una policía militarizada que se muestra cuando se reprimen protestas sociales”, hizo un llamado a seguir “el camino en lucha y esperanza como hermanos, y no permitir que se nos someta al monocultivo de las mentes”.
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