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La Presidenta de la CCSS ha puesto un recurso de inconstitucionalidad contra el artículo 7 de la Ley 6750, que ordena a las instituciones públicas, destinar el uno por ciento de las inversiones que se hagan en inmuebles, a la compra de arte; orden de ley que, según ella lo admite públicamente, esa institución no ha cumplido en diez años.
Según la argumentación de la Dra. Balmaceda, de haber atendido el mandato de la ley en estos diez años, el monto de la inversión habría llegado casi a los mil millones de colones, en detrimento de la compra de equipos y otros insumos necesarios para la atención de los costarricenses. La realidad es que los problemas de la Caja en la atención a los asegurados han ido en alzada y sus razones son bien conocidas por la opinión pública. La compra de arte no hubiera variado esa situación.
Lo primero que se debe aclarar es que esa ley se impulsó no para adornar las paredes de los funcionarios públicos. Se hizo para permitir a los ciudadanos disfrutar y conocer las artes nacionales a través de murales, obras de gran tamaño o esculturas para espacios públicos. La ley busca ayudar al artista nacional a desarrollarse, al tiempo que las instituciones públicas tengan en sus espacios “de servicio público” arte que refresque, alimente el espíritu, que nos enaltezca.
En algunos países, no solo exigen la instalación de arte en las edificaciones públicas o en parques y carreteras, sino que imponen que en edificios grandes deban instalar una o dos obras de arte de gran tamaño en su exterior, convirtiendo las ciudades en museos expuestos en forma permanente.
Lástima que en la Caja no han actuado con la misma rigurosidad cerrando la llave de esa fuga de millones en planillas paralelas, viajes, compras innecesarias, consultorías y salarios de lujo para jerarquías, lo mismo que sobrepagos en construcciones que finalizan mal hechas sin que nadie se responsabilice por ello, compra de equipos que nadie ocupa mientras faltan los verdaderamente urgentes, compra del 80 por ciento de los medicamentos en forma directa, sin licitación, a precios absurdos; en fin, qué lástima que salte la liebre por donde NO les duele porque no han gastado un centavo en esa orden legal en beneficio, no de la cultura, sino de los ciudadanos que la disfrutan.
Pero, no ha sido solo la CCSS la que no ha invertido en arte. Ahí está el nuevo estadio nacional que adolece por completo de obras de arte, pese a que de los 100 millones de dólares aportados por el gobierno de China quedaron 17 millones disponibles. De ahí se pudo haber destinado dinero para invertir en arte y convertir ese estadio en un verdadero parque escultórico con murales de nuestros artistas.
Y lo mismo ha ocurrido con el Aeropuerto Juan Santamaría. Los murales que se habían adquirido de antes descansan en bodegas de un museo, mientras al turista se le recibe y se le despide con una gigantesca valla que dice “La cerveza de Costa Rica es Imperial”. Definitivamente somos “pura vida”, nos baila el alma por el cuerpo, y nos bailan las autoridades al son que se les ocurra, y no reclamamos lo que es nuestro, lo que merecemos.
Que los funcionarios que dirigen la CCSS no distingan donde está la luz por su ceguera de espíritu, o que cuando esta los alcance les encandile y la apaguen, ya estamos acostumbrados. Pero que esto se convierta en epidemia abruma. Sólo falta que salga un nuevo genio a decirnos que “¿para qué ocupamos violines sin tractores?”
Para el gremio de las artes, tan huérfano en este escenario, sería deseable escuchar qué dicen los candidatos a la Presidencia de la República sobre el tema, que, aunque a muchos les parezca de poca envergadura, contiene en gran medida el crecimiento de las artes en Costa Rica, tanto para el creador como para el receptor.
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