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El escritor y dramaturgo Samuel Rovinski, falleció el 31 de agosto del 2013. (Foto: archivo)
Tras la muerte de Samuel Rovinski el 31 de agosto del 2013, en el mundo intelectual costarricense hay una sensación de que el país le quedó debiendo el Premio Magón, el más importante en el ámbito de la cultura.
Por esa razón, ya un grupo de amigos, escritores e intelectuales gestionan un amplio homenaje para Rovinski (nacido en 1932), quien se destacó como dramaturgo, novelista y guionista.
Arnoldo Mora, exministro de Cultura, Juventud y Deporte (1994-1998), afirmó a UNIVERSIDAD que en los últimos dos años la Academia Costarricense de la Lengua −en la que Rovinski ocupaba la silla F−, lo había propuesto para obtener ese galardón; no obstante, le fue negado.
“Es una gran injusticia que a Samuel Rovinski no le hayan dado el Magón, porque está claro que se lo merecía por lo menos hace diez años”, lamentó Mora.
Agregó, sin embargo, que son los pueblos los que otorgan los mejores premios y que Costa Rica lo hizo al ubicar a “Las fisgonas de Paso Ancho” como la obra más representada en la historia de la dramaturgia nacional.
“Es una obra que recoge la picaresca urbana. No es costumbrismo; costumbrismo es lo que en algunas piezas hacía Alberto Cañas. Rovinski tuvo la sensibilidad de hacer reír pensando al pueblo y esa profundidad es lo que hacía diferente a ‘Las fisgonas…”, comentó.
Dicha obra, que fue su creación más conocida, registra 19 reimpresiones en la Editorial Costa Rica desde 1971, cuando se publicó.
Para Mora, Rovinski se ubicó entre los mejores dramaturgos nacionales, junto con Alberto Cañas y Daniel Gallegos. Y a diferencia de ellos dos, se centró en la sátira política, lo que reflejó en “Gulliver dormido” (1985), por ejemplo.
En “El martirio del pastor”, obra en la que recoge la vida de Monseñor Romero −asesinado mientras oficiaba misa en la Catedral de San Salvador−, se aprecia la hondura de las propuestas del escritor fallecido, según Mora.
Esta pieza de la dramaturgia costarricense, en su criterio, es la que más se ha representado en el ámbito internacional. “En el Festival Latino de Teatro de Nueva York, tuvo ocho representaciones y varias comunidades pidieron que fuera presentada. Fue un excelente trabajo de Alfredo Catania como director”, recordó.
Entre otras de las piezas teatrales del autor se encuentran “Gobierno de alcoba” (1967), “El laberinto” (1969), “Un modelo para Rosaura” (1974), “El martirio del pastor” (1982) y “Génesis” (2006).
Mora destacó que toda la obra de Rovinski se caracterizó por tener una sólida creación formal, influencia que le venía de su condición de ingeniero civil, que era en realidad su profesión. La fuerza de lo formal lo complementaba con un lenguaje al alcance del lector, como en “Las fisgonas…”.
HOMBRE EXCEPCIONAL
La filóloga Estrella Cartín, por su parte, expresó que la muerte de Rovinski supone una enorme perdida para el país y para el sector cultural, en el que tanto destacó y al que tanto aportó.
Hay que recordar que Rovinski fue por varios años director del Teatro Nacional y en su oportunidad desempeñó el cargo de subdirector del Sistema Nacional de Radio y Televisión.
Cartín fue compañera de Rovinski en la Academia Costarricense de la Lengua. “Ha sido la perdida de un intelectual valiosísimo; un escritor representante de la literatura costarricense y una de las figuras más importantes en el teatro de Costa Rica, porque era de los mejores dramaturgos”, acotó.
Su condición humana era otro de los atributos que lo distinguían, en criterio de Cartín, porque era todo un caballero, “un señor de una bondad extraordinaria”.
Mientras tanto, el director de teatro Alfredo Catania, rememoró que cuando él llegó a Costa Rica procedente de Argentina, en el país se montaban sobre todo obras ajenas a la dramaturgia nacional, pero con Rovinski trató de cambiar esa situación.
Fue a Catania a quien le correspondió dirigir “Las fisgonas de Paso Ancho” y de inmediato la obra tuvo una resonancia extraordinaria en el público.
“Yo era profesor de teatro en la Universidad de Costa Rica y montamos ‘Las fisgonas’ con gente de tercer año, entre ellos estaba Eugenia Chaverri, por ejemplo, y fue cuando Samuel la vio y me dijo: Pato, llevemos la obra a los pueblos”.
Catania lamentó que a Rovinski no le dieran el Premio Magón, porque en su opinión lo tenía más que merecido.
“Recuerdo una anécdota y es que estábamos presentando ‘Las fisgonas’ en la Escuela República de Argentina y ya la función había comenzado; aquello estaba lleno, cuando de pronto vemos entrar a José Pepe Figueres y a una de sus hijas; tuvieron que sentarse en el suelo”.
Catania recordó que le tocó trabajar con Rovinski en el montaje de “El martirio del Pastor” y que la obra gustó tanto que la llevaron posteriormente a Nueva York. También, a él le correspondió hacer la serie de “Las fisgonas” para Canal 7 en cinco capítulos; incluso pasaron la obra por radio, porque lograron hacerlo en Columbia, que grabó los episodios en el Museo Nacional.
Arnoldo Mora y otros amigos impulsan un homenaje póstumo, con el que pretenden darle aún más realce a la figura de Rovinski y ya existe un movimiento espontáneo para rendirle ese sentido homenaje.
Aunque fue acreedor del Premio Aquileo J. Echeverría en cuento −por “La hora de los vencidos” (1963)− y en ensayo −por “Cuarto creciente”−, la opinión que prevalece en el ámbito cultural costarricense es que el país quedó debiéndole el Magón.
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