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Washington, 16 sep (dpa) – Al menos 13 personas murieron en el un tiroteo perpetrado este 16 de septiembre en un puesto de comando de la Marina de Estados Unidos en Washington, un ataque cuya motivación es por el momento desconocida pero provocó caos y pánico en la capital del país. Entre los fallecidos se encuentra el único agresor confirmado hasta el momento, identificado por el FBI como Aaron Alexis, un hombre afroamericano de 34 años oriundo de Fort Worth, Texas.Medios estadounidenses habían adelantado que Alexis era un contratista militar, pero la responsable local del FBI, Valerie Parlave, no quiso confirmar esa información durante una comparecencia pública de las autoridades para informar los avances en las investigaciones de un ataque que todavía guarda muchas incógnitas.De hecho, se desconoce por el momento incluso el motivo del ataque, perpetrado a primera hora del lunes en el cuartel general del Comando Naval de Sistemas Marítimos, en Washington, situado en el edificio 197 del Navy Yard, un complejo naval en el sureste de la ciudad, a escasos kilómetros de la Casa Blanca y el Capitolio. En este sentido, el alcalde de Washington, Vincent Gray, volvió a reiterar ante la prensa que aunque no se descarta ninguna motivación, por el momento no hay una causa confirmada. «No sabemos el motivo, seguimos buscando información sobre el motivo», dijo Gray. «No tenemos motivo para sospechar que sea un acto de terrorismo, pero no lo descartamos», agregó.Además del atacante abatido, la policía de Washington dijo que se considera otro «potencial» atacante, otro hombre afroamericano de unos 50 años que está siendo buscado para confirmar su identidad y su posible vinculación con el tiroteo. En un principio se había hablado de dos sospechosos más, pero el tercer individuo, un hombre blanco de entre 40 y 50 años y vestido de uniforme kaki, ya fue descartado como sospechoso o «persona de interés», dijo la policía local. El presidente estadounidense, Barack Obama, pidió una «investigación sin fisuras» del «cobarde» ataque -«un nuevo tiroteo masivo», lamentó- y aseguró que se hará todo lo posible por llevar ante la justicia a sus responsables. En una alocución desde la Casa Blanca, el mandatario hizo hincapié en que todavía se desconocen muchos datos, especialmente los motivos del ataque, pero destacó el hecho de que fuera perpetrado contra una base de las fuerzas armadas. Los hoy atacados «son patriotas y conocen los peligros de servir en el extranjero, pero hoy afrontaron la violencia inimaginable que no esperaban vivir aquí, en casa», lamentó. Por su parte, el secretario de Defensa, Chuck Hagel, agradeció la «rápida respuesta» de las autoridazdes locales y federales y prometió la «total ayuda» del Pentágono en la investigación de esta «violencia terrible y sin sentido». Hasta última hora de la tarde permanecía acordonada el área del ataque, donde también fueron cerradas varias escuelas. El aeropuerto Ronald Reagan de la capital estadounidense suspendió temporalmente sus vuelos durante la mañana, mientras que el Senado concluyó antes de tiempo sus actividades del día. Bien entrada la tarde, numerosas calles aledañas al complejo militar seguían cortadas en medio de una masiva presencia policial. En el edificio donde se registró el tiroteo trabajan unas 3.000 personas. Nada más iniciarse el ataque, se emitió una orden para que todas buscaran refugio a causa de un «tirador activo», y sólo en horas de la tarde se pudo ver cómo empezaban a salir algunos de los empleados que todavía permanecían escondidos en el recinto. Una trabajadora en el lugar entrevistada por la cadena CNN relató a la emisora cómo sonó una alarma de fuego, se anunció que había una «emergencia» en el edificio y luego varios funcionarios empezaron a ordenarles que salieran del edificio. «Lo vimos al fondo del pasillo. Apuntó con su arma contra nosotros y disparó al menos dos o tres tiros», relataba otro de los testigos que pudo salir ileso del edificio. Menos suerte tuvieron las 13 víctimas mortales, así como la docena de heridos -todavía no se ha precisado su cifra- que a lo largo de la mañana fueron llegando a los hospitales de la ciudad, entre ellos un agente de la policía local. El puesto de control es uno de los cinco que mantiene la Marina en todo el país, encargados de diseñar, construir y mantener los buques y submarinos militares estadounidenses, así como sus sistemas de combate. Frente a algunos reportes iniciales de otros posibles ataques, el alcalde de Washington dijo que se trata el caso como un «incidente aislado».Con todo, en la memoria de muchos estadounidenses volvió el recuerdo de otros «tiroteos masivos» registrados en los últimos años, entre otros, el perpetrado en otro centro militar, Fort Hood, Texas, en 2009, donde un psiquiatra militar, Nidal Hasan, mató gritando «Alá es grande» a 13 soldados que se preparaban para viajar a Irak y Afganistán. El agresor fue condenado a finales de agosto a la pena de muerte, sentencia que, de ser aplicada, constituirá la primera ejecución de un soldado en activo desde 1961.
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