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Pablo Richard confía en que la Teología de la Liberación recuperare su memoria con la apertura hacia este movimiento, por parte del papa Francisco. (Foto: Katya Alvarado)
El encuentro del 11 de setiembre entre Jorge Bergoglio y Gustavo Gutiérrrez, creador de la Teología de la Liberación (TdL), en el Vaticano, desató toda una suerte de afirmaciones y contrainformaciones de si ese era un gesto inequívoco del Papa para con un movimiento marginado y perseguido por la Curia Romana en los últimos 40 años.
El despliegue mediático que a su vez le otorgó el periódico L’Obsservatore Romano al libro “De parte de los pobres. Teología de la Liberación. Teoría de la Iglesia” −de Gutiérrez−, así como al propio autor, fueron las chispas que terminaron de encender la incomodidad del sector más conservador del clero, que considera inadmisible que una teología con influencia marxista cohabite dentro de la Iglesia.
Pablo Richard (nacido en Chile en 1939), doctor en teología y sociología, y uno de los estudiosos más profundos que tiene la TdL en América Latina, y miembro del Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI), analiza en esta entrevista las puertas que se abren en la actualidad para esta teología, que en su momento fue reprendida con dureza por Juan Pablo II, y desacreditada por Joseph Ratzinger.
Autor de libros como Fuerza ética y espiritual de la Teología de la Liberación en el contexto actual de la globalización (2004); La Iglesia de los pobres en América Central, en coautoría con Guillermo Meléndez (1984); La fuerza espiritual de la iglesia de los pobres (1987) y Diez palabras clave sobre la iglesia en América Latina, entre otros textos, Richard resalta que con el Papa Francisco puede darse un renacer y una recuperación de la memoria de 40 años de la TdL y que uno de los gestos trascendentales podría ser la canonización de monseñor Óscar Arnulfo Romero, asesinado en San Salvador mientras oficiaba misa el 24 de marzo de 1980.
Después de largos años de silencio a que fue sometida por el poder de Roma, la Teología de la Liberación (TdL) vuelve a ser tema dentro de la Iglesia. ¿Qué primeras interpretaciones se pueden extraer de dicha coyuntura?
−Es la posibilidad de recuperar la memoria del pasado y la posibilidad de abrir un foro público para evaluar los últimos 40 años de la TdL. El papa Francisco abre este espacio de reflexión crítica, que también nos permite recuperar la memoria de nuestros mártires que dieron su vida por el Evangelio.
Las denuncias de la influencia marxista en la TdL legitimaron en gran medida la persecución de miles de cristianos, laicos y sacerdotes, muchos asesinados por su testimonio evangélico, no por razones ideológicas.
Un hecho que transformaría la memoria histórica de estos 40 años, sería que el papa Francisco canonizara a monseñor Óscar Arnulfo Romero, arzobispo, profetar y mártir, de San Salvador, El Salvador, asesinado por anunciar el Evangelio el 24 de marzo de 1980.
¿Se está en presencia de una oportunidad trascendental para la Teología de la Liberación, en el sentido de que puede darse un resurgir, después de que esta opción fuera “demonizada” y combatida fuertemente por el Vaticano?
−Creo que el papa Francisco nos está dando la gran oportunidad de que la TdL salga a la luz pública para provocar un debate abierto sobre ella. El encuentro del papa Francisco con el padre Gustavo Gutiérrez, principal inspirador de la TdL en estos 40 años de su existencia, como también el encuentro con el arzobispo y teólogo Herdhard Müller, secretario de la Congregación para la Doctrina de la fe, son signos de un cambio profundo y radical de la reflexión teológica en la era que ahora se abre.
De Juan Pablo II a Jorge Bergoglio, ¿qué principales cambios ha experimentado, en su interior, la Teología de la Liberación en tan largo período?
−La TdL no es una doctrina o un dogma, sino una nueva manera de hacer teología. Lo primero es la práctica de liberación, la reflexión teológica es el “acto segundo”. La evolución de la TdL no es una evolución teórica. Lo que va cambiando es la práctica de la liberación. En cada época surge un nuevo sujeto, una conciencia crítica, un proyecto, una utopía y una esperanza de liberación, que nos orienta hacia donde hay que caminar. En el acto segundo, que es la reflexión teórica a partir de la práctica de liberación, la gran novedad de la TdL es el diálogo con otras ciencias: economía política, ciencias sociales y filosóficas. La TdL no fue “una” teología, sino un “movimiento teológico”, que iba naciendo con las nuevas prácticas de liberación y los nuevos movimientos sociales. Con el papa Francisco pensamos que la TdL ha comenzado a desarrollarse abiertamente en la Iglesia y en comunión con ella.
La CEPAL (Comisión Económica para América Latina) confirmó que en el 2012 la pobreza en América Latina afectó a 167 millones. Uno de los núcleos de la TdL era de que debían cambiarse las estructuras que regían a la sociedad. En ese sentido, ¿se puede sostener que la TdL es tan necesaria como en sus inicios?
−Mientras haya pobreza y estemos decididos a luchar contra ella, habrá TdL. “Cuando los pobres sufren, los profetas son una necesidad”.
¿Cuál sería la trascendencia para la TdL de que el Vaticano, al menos, no la combata abiertamente como sí lo hizo en el pasado?
−El problema principal no es que la TdL sea o no sea aceptada por el Vaticano. Se legitima por sí misma a partir de su fuerza evangélica y liberadora. Si entra libremente en el foro público de la Iglesia, esta podría acompañar todas las corrientes actuales de liberación. Ya participa en el movimiento que grita: “otro mundo es posible” y existen ya los sujetos capaces de construirlo.
Francisco ha expresado en la entrevista con La Civiltá Cattólica, que no se puede hablar de la pobreza sin experimentarla. ¿Esta afirmación lo acerca más a lo que en su momento defendió la TdL?
−Ciertamente. No basta hacer una opción por los pobres, sino hay que estar con ellos, darles tiempo y escucharlos. Además, la opción por los pobres es cada vez más una opción por los “movimientos sociales” de los pobres, y eso exige “estar ahí siempre”. Históricamente la TdL nació en las “villas miseria”, en las “poblaciones marginales”, en los “tugurios” y en los lugares más pobres y también peligrosos de América Latina. Ahí vivimos, estamos y ahí siempre crecemos.
Ha habido entusiasmo, incluso, de parte de figuras como Leonardo Boff y Gustavo Gutiérrez por este nuevo Papa. Como teólogo y estudioso, ¿considera que Francisco contribuirá a cambios significativos en la Iglesia?
−Creo que sí. Ha puesto signos poderosos y discursos radicales (que van a la raíz de los problemas). El papa Francisco ya ha dado muchos “testimonios proféticos”, que son solo un comienzo de cambios más estructurales y globales en la Iglesia. Por ejemplo: la reforma de la Curia vaticana y del Estado vaticano. Algunos piensan que este cambio es tan global y trascendente, que es posible que lo “asesinen”. Es posible. Pero creo que podría suceder algo peor: que le “fabriquen un trampa mortal”, que le hagan la vida imposible, una guerra invisible y destructiva. Existe una “derecha católica internacional”, con el apoyo de un sector eclesiástico que es capaz de todo. No van a permitir que el “obispo de Roma” cuestione el sistema económico y político global. Esta “derecha católica internacional” cuenta posiblemente con el apoyo del poderoso “Opus Dei”, y también con la organización más poderosa aún: los “Legionarios de Cristo” (cuyo fundador, el padre Maciel, ha sido el sacerdote pedófilo más perverso y protegido en la historia no muy lejana de la Iglesia). Existe otro movimiento “oscurantista”: “Heraldos del Evangelio”, con mucho poder económico, considerado por algunos algo como el “ejército al servicio del Papa”.
América Latina ¿podría experimentar, en el nuevo contexto que surge con el nuevo Papa, un resurgir de sus bases, desde las comunidades que han sido marginadas históricamente?
−Creo que es una esperanza real y posible. Debemos, sin embargo, insistir en que los movimientos de base, como las comunidades eclesiales de base y los movimientos de lectura pastoral de la Biblia, y muchos otros, viven con la fuerza que le es propia.
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