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La obra fue escrita por el dramaturgo mexicano Edgar Chías y está dirigida en conjunto por Pablo Morales y Moy Arburola.
En el país más feliz y pacífico del mundo, la obra teatral “Ternura Suite” explora la violencia y sus múltiples ramificaciones. Todo comienza con un acto de agresión sexual, pero esto es solo una de las caras de la moneda, una excusa para tratar el tema y escudriñar en sus diversas manifestaciones.
“Es una exploración de las raíces de la violencia social, de género, económica. Es un análisis de esa violencia que sistemáticamente tenemos incorporadas en nuestras vidas”, explicó Pablo Morales, director de “Ternura Suite”.
La obra, escrita por el dramaturgo mexicano Edgar Chías y dirigida, en conjunto, por Morales, del grupo ArKetipo, y Moy Arburola, directora invitada, tiene como historia una mujer que recibe una visita de un hombre que irrumpe en su casa; su intención: abusar sexualmente de ella. Después, el personaje femenino decide vengarse: comienza la tortura.
Morales considera que este aspecto hace que el personaje plantee la problematización respecto a los límites entre justicia y venganza.
Por otro lado, Arburola considera que “más que venganza, yo lo veo como justicia: lo que ella ejerce contra él es un tipo de ajusticiamiento”.
Parte de la decisión de trabajar la obra en codirección fue impregnarle ambas perspectivas, además de contar con una visión femenina y otra masculina respecto al texto, según explicaron ambos directores.
En cuanto al lenguaje teatral, en el proceso se trabajó por medio de la experimentación para buscar una serie de elementos y soluciones, que respondieran a las decisiones estéticas que se tomaron de antemano, para lograr trasmitir la atmosfera de violencia.
Algunas de estas decisiones fueron la utilización de material audiovisual y pictórico; pero, quizá lo más importante fue la disposición del espacio: el público está sobre el escenario en una colocación ovalada, recreando un teatro de arena, que permite al espectador estar más cerca del actor. Además, se le advierte al público que no puede abandonar la sala.
“Se trata de una mezcla de disciplinas en un espacio no convencional; esto genera una experiencia muy visceral. Si íbamos a hablar de la violencia queremos mostrarla, porque no podemos hablar de ella sin examinarla tal y como es”, expresó Morales.
GRAN ESFUERZO
Estas implicaciones estéticas, junto con el elemento de violencia tan presente en la obra, implicaron un gran esfuerzo para los actores del elenco, Jahel Palmero y Manuel Martín. “Es un trabajo muy físico, donde el cuerpo tiene mucha importancia y se quiso que fuera lo más real posible, sin que los actores se hicieran daño. Los dos tienen mucho control del cuerpo y tratan de ser muy precisos”, comentó Arburola, quien trabajó sobre todo en la dirección actoral.
La obra está estructurada en 7 segmentos. En los pares se desarrolla la acción de la trama propiamente dicha y en los impares hay apartes donde los personajes detienen su acción y se dirigen al público, para hacer una reflexión más psicológica e ideológica acerca de sus circunstancias y causas que le impulsan.
Respecto al recurso audiovisual, hay video pregrabado y un circuito cerrado que permitirá, en algún momento de la obra, que el público vea una grabación en directo, hecha por los actores durante la presentación.
Por otro lado, en una de las escenas más violentas de la obra, los personajes se retiran de la vista del público, quienes solo escucharán lo que dicen; la acción en sí se verá por medio del video y dará una sensación de voyerismo. En cuanto al recurso pictórico, realizado por Pablo Navarro, son tres óleos tamaño gigante, que representan de manera simbólica los temas del montaje.
La escenografía es sencilla y consiste en una mesa y una silla, mientras que la iluminación contribuye a la sensación de penumbra y oscuridad. “La psicología de la luz es esa: entre más oscuridad hay más incertidumbre y se genera ese temor primario a la oscuridad que tiene el ser humano”, detalló Morales.
La obra se está presentando en el Teatro de la Facultad de Bellas Artes hasta el 13 de octubre, de jueves a sábado a las 8 p.m. y los domingos a las 6 p.m. La entrada cuesta ¢ 4000 para el público en general y ¢ 3000 para estudiantes.
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