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Es valioso y oportuno que el señor Rector Henning Jensen se refiera en el Semanario Universidad (Nº 2009, septiembre del 2013) a una propuesta de reglamento general que sobre los medios de comunicación de la UCR conoce, discute y resolverá el Consejo Universitario. Particularmente significativo resulta en el texto del señor Rector la caracterización de estos medios como alternativos en lo que respecta a la calidad de la libertad de expresión, la diversidad en los regímenes de propiedad de las fuentes y el acceso a la información, y al conocimiento como un derecho humano. Certero es su juicio acerca de que estos medios deben contribuir con el cultivo de la diversidad social, cultural, étnica y política: “En los medios de la UCR han de encontrar espacio las voces alternativas que son acalladas en los medios comerciales”.
El Dr. Jensen asigna el último tercio de su artículo a un tema incluso en la propuesta en manos del Consejo Universitario. Se trata de la instancia que nombrará a los directores de los medios. Considera el señor Rector que no se trata de un asunto decisivo comparado con “… los temas sustanciales relativos a la naturaleza propia de los medios de comunicación de una universidad pública”. Sin embargo, presenta una idea para designar a estos directores. Serían electos por una comisión amplia, plural e informada, públicamente convocada sólo para ese fin. Con el procedimiento, valora el Rector, no desaparece la política, pero quizá se abre la puerta a la buena política “… a la que se aleja de la lógica del poder”.
Nos ocupamos aquí del asunto planteado en este tercio de la exposición del Rector. En efecto, la elección de quien dirige un medio no es central en un debate sobre un reglamento básico de los medios, aunque la acción pueda resultar decisiva en ocasiones. El tema principal es el carácter periodístico, profesional y universitario de los medios. En este punto debería centrarse la reflexión. De él se seguirá la norma para designar directores. Hablamos solo del Semanario UNIVERSIDAD. No conocemos la realidad de los otros medios.
Las presiones que distorsionan (y a veces falsean enteramente) la calidad de la información periodística en la prensa comercial provienen de fuentes ‘exteriores’ a los medios y también de fuentes ‘internas’. No se trata de fuentes estancas. Las externas (burocracias públicas y privadas, grupos de presión, iglesias, medios de la competencia, etcétera), suelen poseer enclaves (o proactivos o inerciales) dentro de los medios (área de publicidad, Consejo de Administración, director y jefes de información, gacetilleros, etcétera). Las presiones son varias, complejas, y todas atentan contra el derecho humano y profesional de los periodistas para producir información de calidad.
En una universidad pública un medio como el Semanario UNIVERSIDAD recibe otras presiones. La primera, no por fuerza la más importante, es financiera. Los fondos públicos, dirá alguien, no están para desperdiciarlos en periódicos. En la universidad, rematarán otros, lo se requiere es un boletín con información interna que narre a la academia lo que se hace de bueno en sus recintos. Se sabe que el Semanario circula poco en el campus. Sus materiales (algunos de ellos valiosísimos, como los contenidos en sus suplementos, no se utilizan en cursos o actividad alguna). Un factor de la frialdad académica hacia el periódico es que despide un aroma (o hedor) a “izquierda”. Peor: es comunista. Sin financiamiento adecuado, al Semanario le resulta complejo romper este hielo y crecer en circulación interna y nacional.
La segunda presión proviene de las lógicas de poder propias de la institución y sus vanidades. Se debe imaginar una autonomía institucional para el Semanario que potencie sus funciones en una universidad que se desea conciencia crítica de su sociedad y también autocrítica. Tema delicado y polémico porque muchos comulgarán con el dicho: “La ropa sucia se lava en casa”.
Se puede pensar al Semanario como un emprendimiento de periodismo independiente que sirva al país y a la institución de acuerdo a una política y planes de trabajo resueltos por el Consejo Universitario y evaluados periódicamente, esta vez sí, por una Comisión ad hoc, que determine logros y fallos en la tarea informativa y crítica de acuerdo a esas políticas. Así, el cuerpo periodístico y su dirección saben que cuentan con autonomía y también con responsabilidades. De paso, se respetan sus derechos profesionales y humanos en la institución y se ofrece este respeto al país como ejemplo. Todos se lucen. La Universidad se prestigia. El Semanario refuerza tradiciones.
No es complejo fijar el detalle de estas ideas base. Si Rectoría y el Consejo Universitario las trabajan, con seguridad saldrá un producto que enorgullecería a todos. Como reza un lema comercial: cero poses.
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