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En “Un mundo feliz”, de Aldous Huxley, la reproducción humana es producto de métodos artificiales, y la familia, las religiones y el arte han sido erradicados.
Una revuelta se está gestando en medio de un grupo. Algo se tensa. Las personas avanzan fieras. Segundos después, sin embargo, todos ríen. El escenario se llena de carcajadas como de chicos. Los inconformes han sido rociados con el soma, la droga del futuro para producir placer. Un borrón automático: han olvidado para que estaban ahí.
No es una broma. Es una de las escenas que hacen eco en la adaptación teatral “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, estrenada en Teatro Espressivo y dirigida por el inglés Paul Stebbings. Una obra que bien pudiera ser una de las más acertadas visiones de la modernidad, como señaló Zygmunt Bauman y por qué no, una osada alegoría de la época en que vivimos.
“Un mundo feliz’ es una de las grandes joyas de la literatura mundial. Una obra valiente que nos permite reflexionar sobre un nuevo tipo de sociedad”, agregó vía correo electrónico desde Alemania, Stebbings.
Stebbings, quién en 1980 fundó la importante compañía The New Theatre en el Reino Unido, ha recibido elogiosos comentarios en su reciente gira europea por su adaptación dramatúrgica de Huxley.
Desde el 2005, inició un rico intercambio con el Espressivo en Costa Rica, el cual culminó con la puesta en escena de “Don Quijote” y que este año añade “Un mundo feliz” durante octubre.
Esta obra se presenta los jueves y viernes a las 8 p.m., los sábados a las 7 p.m. y los domingos a las 6 p.m. El Teatro Espressivo está ubicado en plaza Momentum, en Pinares de Curridabat, y se puede hacer reservaciones por el 2277-7373 o visitar la página en Internet (http://www.teatroespressivo.com).
¿MUNDO FELIZ?
“Nuestro mundo es de alguna manera el espejo del que ideó Huxley. Él fue un gran profeta al imaginar esta sociedad en donde censuramos nuestros sentimientos y somos esclavos de la sensación y la comodidad”, comentó el director.
Y en esencia estas son las principales características de la novela. Anestesiados por el placer, el entretenimiento y la ciencia, el Mundo Feliz es ese orbe sci-fi en el cual nadie quiere nunca sufrir y las personas están divididas en castas y sometidas a un estricto control por parte de la ingeniería genética. Una literatura que continuarían posteriormente –aunque de modo distinto− “1984” de George Orwell y “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury.
“La manera en que está segregada la gente en la novela se parece mucho a lo que ha pasado en Costa Rica, donde cada día los ricos son más ricos y los pobres más pobres”, aseguró Marialaura Salom, asistente de dirección en la obra.
“Normalmente, los montajes duran mínimo dos meses, pero Paul solo podía estar con nosotros un mes, el último, por lo que a mí me tocó empezar”, dijo Salom. Luego, con la llegada de Stebbings el grupo pasó por intensas jornadas de trabajo hasta lograr el montaje definitivo. Muchas veces con rondas extenuantes de ensayo de nueve horas.
El trabajo fue un reto física y conceptualmente. La versión de “Un mundo feliz” de Stebbings es una variación cómica y alucinada, que contiene una escenografía minimalista y polifuncional, con una amplia descarga de trabajo vocal y con muchos papeles por encarar por actor —cada histrión puede trabajar hasta 4 papeles distintos—.
“No es un musical, pero a los actores sí se les exige cantar en muchas partes”, detalló Salom, como para sacar de las dudas. Aun así, la música juega papel crucial en esta obra, sobre todo en la recreación del ambiente futurístico. En este caso, las piezas originales han sido adaptadas con gran tino por Carlos Escalante y el guión ha sido traducido al español por María Bonilla.
El otro asunto que parece necesitar aclararse es el de la comedia; así por lo menos lo deja entrever su director. “Es una tradición inglesa –cuenta−, pero tiene que ver con la obra que para mí es una gran sátira”, señaló Stebbings, para quien “el humor es una de las grandes puertas para tratar temas serios”.
El acento de que es un trabajo serio se nota en la posición crítica de la obra y en la puesta en escena. Un teatro no complaciente, lo cual subrayó el director: “Quiero hacer un teatro que importe, no solo más entretenimiento. El teatro tiene que ser importante o es solo otra distracción de la vida real”, enfatizó Stebbings.
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