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Al comparecer Barack Obama ante los medios de comunicación en la Casa Blanca el pasado 17 de octubre, afirmó que el conflicto presupuestario entre demócratas y republicanos provocó un «daño innecesario» a la economía del país.
Un acuerdo provisional que anuncia nuevos conflictos, el Gobierno y el Partido Demócrata debilitados y los republicanos profundamente divididos: ese es el balance de los 16 días de lucha entre el Congreso y la Casa Blanca por la aprobación del presupuesto y el levantamiento del límite de la deuda pública de Estados Unidos, que culminó la semana pasada.
Las evaluaciones sobre los resultados de la batalla divergen, pero la mayoría advierte que, lejos de haberse encontrado una solución definitiva, todos afilan sus cuchillos para lo que sigue.
“Esta batalla no terminó, este fue solo el primer round”, recordó el representante Matt Salmon, discípulo del senador texano Ted Cruz, figura destacada de la ultraconservadora “Tea Party”, facción del Partido Republicano.
Los resultados del conflicto son conocidos: el Congreso aprobó recursos para el funcionamiento de las instituciones federales hasta el 15 de enero, y acordó el levantamiento del límite de la deuda (situado ahora en $ 16,7 billones) hasta el 7 de febrero, así como modificaciones fiscales marginales a la reforma sanitaria, el controvertido programa conocido como ObamaCare, que el Tea Party quiere desaparecer.
Una suerte de tregua que, según los observadores, “no resuelve los problemas, sino que los posterga algunos meses”.
Obama puede haber ganado, pero la victoria le durará poco, estimó Linda Feldmann, en el Christian Science Monitor, que cita también el criterio del científico político Larry Sabato: “es una victoria simbólica y una victoria pírrica”.
Todo recomenzará en 90 días, con los ganadores (los demócratas y el Gobierno) agotados por la crisis constante, y los perdedores (los republicanos) fracturados en mil pedazos.
ESCENARIO DEVASTADOR
“En estas pocas semanas, se ha infligido un daño absolutamente innecesario a nuestra economía, se dañó la credibilidad de Estados Unidos, se alentó a nuestros enemigos y se fortaleció a nuestros competidores”, dijo el presidente Barack Obama, al hacer su balance de los acontecimientos. El pueblo está absolutamente harto de Washington, agregó.
La compañía financiera Standard & Poor estimó las pérdidas del cierre gubernamental en $ 24 000 millones. Pero la cifra tiene probablemente poco que ver con el costo mucho más elevado que la crisis tendrá en el escenario político norteamericano.
El diario La Vanguardia, de Barcelona, cita a Thomas Mann, investigador de la Brookings Institution de Washington y coautor del trabajo “It’s even worse than it looks” (Es peor de lo que parece), un ensayo sobre la polarización en el Capitolio. En su opinión, la victoria en el pulso de los últimos días no reforzó la autoridad de Obama ni su capacidad para imponer su programa. “Si desde que −en el 2010− los republicanos conquistaron la Cámara de Representantes las principales iniciativas de Obama se han estrellado en el Capitolio, no hay razón para que esto cambie ahora. No hay signos de que la agresividad de la oposición desparezca; al contrario”, agregó.
El escenario político interno, caracterizado por la radicalización de una fracción republicana agrupada en el Tea Party, no podría ser más complicado.
“Aunque los republicanos han cedido en esta ocasión para no empujar a la nación al precipicio, regresarán en el 2014 con la esperanza de recortar el enorme déficit presupuestario, pero sin ceder en el disputado terreno de las exenciones fiscales de la era Bush, que siguen cobijando a las grandes corporaciones”, opinó el corresponsal de El Universal de México, Jaime Hernández.
Es decir, agregó, el “mismo esquema que ha permitido que, durante 2012, el 20 % de la riqueza nacional quedara en manos del 1 %, mientras un 50 % se hiciera con el 10 % de ese pastel, según los estudios de la Universidad de Berkeley”.
Hoy, concluyó, “más de 20 millones de personas necesitan de un empleo de tiempo completo”, mientras el Fondo Monetario Internacional ha proyectado un crecimiento de solo 1,5 % para Estados Unidos en los próximos meses, mientras el país necesita $ 60 000 millones mensuales para cerrar la brecha entre sus ingresos y sus gastos.
MÁS RADICALES
Por otro lado, la próxima fase del conflicto solo se anuncia más radical.
Lejos del fracaso y de la humillación, los del Tea Party vivían lo ocurrido “con el fanatismo de una experiencia mística y se mostraban dispuestos a volver a hacerlo”, destacó Silvia Pisani, corresponsal del diario argentino La Nación en Washington.
“Pocos apostaban ayer a que su estela se apague por esta absoluta y costosa derrota. Esa es la paradoja que deja la experiencia de estos días”, agregó.
Para ilustrar la naturaleza de esos enemigos, Pisani recordó que sus representantes en la Cámara “no duermen en hotel, sino en sus oficinas del Congreso, para no causar gastos. Además, proclaman que el mejor gobierno es el más chico y el que menos impuestos cobra. Todo lo demás es el enemigo”.
Antonio Caño, de El País, destacó: “El Tea Party celebró el pasado fin de semana una concentración en la que le pedía a Obama que ‘pliegue su Corán y se largue de aquí”.
Caño intenta explicar la actitud de una fracción que no tiene el apoyo del diario de las grandes corporaciones, el Wall Street Jounal (que los detesta), pero que sigue contando con el apoyo de medios de comunicación partidistas y de grandes donantes.
Esas anomalías, estimó Caño, “tienen explicaciones históricas y se corresponden con una determinada evolución de la sociedad norteamericana y de su sistema político”, factores que, en su opinión, “han confluido en esta crisis para llevar a EE. UU. a las puertas de la catástrofe económica y del ridículo internacional”.
Una forma de actuar que, según el senador republicano por Carolina del Sur, Lindsey Graham, “conduce a un partido marginado a los ojos de los estadounidenses, a una forma de conservadurismo que está probablemente más allá de lo que el mercado puede tolerar”.
Si se cumple el análisis de Thomas Mann, el final de mandato de Barack Obama será complicado. “Más bloqueos, más parálisis, más crisis presupuestarias. Y ninguna iniciativa de calado. Tampoco la reforma migratoria”, advirtió el periódico.
De ser así, todo quedaría para resolver en las elecciones de medio período −dentro de un año−, cuando se renovará el Congreso. Aunque no será fácil revertir la mayoría republicana, es la única esperanza de Obama de lograr terminar en paz su período y quizás hacer aprobar algún otro de sus grandes proyectos, principalmente la reforma migratoria.
En el plano internacional, como lo señaló el propio presidente, el escenario tampoco es menos complicado. La lista de problemas es amplia, pero se puede resumir en algunos temas destacados por la prensa internacional.
Durante este periodo de crisis, señaló Caño, “Obama tuvo que ausentarse de una cumbre −donde cedió el protagonismo a China− y cancelar viajes a cuatro países de Asia, un territorio vital para la seguridad y la expansión económica de EE. UU., probablemente el espacio en el que se disputa el liderazgo de la segunda mitad de este siglo”.
En una entrevista con el canal NTN24 de Colombia, el ministro de Hacienda de ese país, Mauricio Cárdenas, dijo: “Hasta hace muy poco, Estados Unidos era el que criticaba a América Latina por falta de coherencia en el manejo de sus políticas, déficits fiscales excesivos y falta de cohesión en el escenario político para buscar consensos básicos”. Ahora es América Latina que le señala a Estados Unidos su propia falta de cohesión.
Para otros, “Estados Unidos pasa por un momento de extrema debilidad en otros ámbitos. De orden interno, por la denuncia de Edward Snowden, de espionaje masivo por parte de la Agencia Nacional de Seguridad; e internacional, por la indecisión de Obama de castigar a Siria por el uso de armas químicas, que concluyó con una clarísima victoria diplomática de Rusia”.
A eso habrá que sumar el aun más importante deterioro de sus relaciones con Egipto, base de los 30 años de estabilidad (que no de paz) en Oriente Medio, una situación que Danny Schechter resumió así en un artículo publicado por Al Jazeera: “No winners, only losers. Quizás más de lo que el orden mundial puede soportar”.
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