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Oophaga granulifera es una rana venenosa que mide de 18 a 22 mm (foto: cortesía de Valeria Quartara).
Las características de las ranas venenosas Oophaga granulifera difieren a lo largo de la costa Pacífica costarricense: hay rojas y verdes, pero también de colores intermedios. Unas son llamativas, mientras otras prefieren esconderse. Aunque todas pertenecen a la misma especie, desarrollaron estrategias distintas para vivir en su ambiente específico. ¿Qué las hace diferentes?
En su tesis para optar a la Maestría Académica en Biología, Variación geográfica en el color, comportamiento y depredación de la rana venenosa Oophaga granulifera (Anura: Dendrobatidae), la Mag. Beatriz Willink Castro se propuso descifrar qué caracteriza a las variadas coloraciones de la rana en el Pacífico Sur de Costa Rica.
La especie Oophaga granulifera pertenece a los Dendrobátidos o familia de ranas venenosas neotropicales. Vive en las tierras bajas del sureste costarricense y el noreste panameño.
Estas ranas figuran en el Apéndice II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, que incluye a especies que no están amenazadas de extinción, pero podrían llegar a estarlo si no se controla su comercio. La especie también está protegida por la Ley de Vida Silvestre costarricense.
MODELOS, MORDIDAS Y PLUMAS DE GALLINA
Willink estudió a cinco poblaciones de O. granulifera en Palmar Norte de Osa y Barú (donde las ranas son rojas), Matapalo (rojo intermedio), Portalón (verde intermedio) y San Rafael (verde), en el cantón de Aguirre.
Para identificar a posibles depredadores de la especie, la herpetóloga y su equipo elaboraron más de 4200 modelos de Oophaga granulifera con plasticina, a partir de la colección del Museo de Zoología de la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica.
Los investigadores colocaron los modelos en poblaciones de diferentes colores e identificaron a los depredadores que atacaron a las ranas de plasticina por medio de la marca de los dientes y con cámaras de video.
Juan, Aureliano y Darwin son parte de un grupo de 46 machos que Willink observó en el campo para hacer la comparación entre cómo se ven los machos de O. granulifera y cómo se comportan.
Para hacer las mediciones de color y brillo de cada población, utilizó un espectrómetro, un aparato que utiliza una fuente de luz dirigida hacia la piel de las ranas y mide la luz reflejada; es decir, el color y el brillo de estos organismos.
Además, para estudiar comportamientos ante depredadores, acercaron a las ranas un pájaro de peluche con plumas de gallina. Así, midieron cuán propensa a la huída era cada población.
GRADIENTE EVOLUTIVO
Las poblaciones de ranas en ambos extremos de la costa revelaron ser extremas en sus diferencias de color y comportamiento: las verdes del norte despliegan una estrategia críptica (buscan pasar desapercibidas) y las rojas del sur, aposemática (le avisan a los depredadores que son venenosas con coloraciones intensas o pieles brillantes, por ejemplo). Las poblaciones intermedias han desarrollado diferentes combinaciones de las características anteriores.
Esto podría estar relacionado con los depredadores locales, porque cada fenotipo está mejor protegido en la zona en la que vive que un fenotipo foráneo. Para Willink, “esto puede deberse a que los depredadores aprenden a asociar el fenotipo local con toxicidad, sea cual sea su visibilidad, o a que en diferentes poblaciones se favorezcan diferentes niveles de visibilidad”.
En presencia de un depredador, la rana roja escapará; lo óptimo para la verde, que quiere pasar desapercibida, es no moverse hasta que el ataque sea inminente, porque en ese momento “ya no hay quite”, expresó.
Sin embargo, lo que aplica para los depredadores no necesariamente funciona cuanto se trata de atraer a las hembras. La investigadora comentó que incluso las especies más “tímidas” se vuelven llamativas cuando hay una hembra cerca. “Hay un momento en el que hay que pensar qué es más importante: no tener riesgo o tener acceso a una hembra; sobrevivir o reproducirse”, explicó.
APORTES
De acuerdo con la investigadora, los aportes del estudio tienen que ver sobre todo con entender que la naturaleza no es blanco o negro, los comportamientos de las ranas son una gradiente de estrategias y de factores que influyen en esos comportamientos. “La naturaleza muchas veces es un continuo y somos los humanos los que forzamos las categorías”, comentó.
Uno de los capítulos de la tesis fue publicado en la revista científica Evolution y dos están en revisión para ser publicados en otras revistas.
Para Willink, “la calidad de la investigación en la Escuela de Biología es muy buena, pero uno tiene que esforzarse mucho más para comunicarlo, porque hay que escribirlo en inglés, hay todo una jerga, un sistema editorial y esto tal vez es un freno para mucha gente”.
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