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Sin alianza NO hay voto

Por su contenido –aunque inmerso en el contexto del devenir político-electoral cuatro años después–, el presente artículo pudo intitularse igual que su homólogo “Sin coalición NO hay voto” (UNIVERSIDAD No.1831, noviembre de 2009), ya que, en términos de articulación de una alternativa de izquierda al proyecto neoliberal del PLUSC, ML, evangélicos y accesibles, se ha calcado el escenario.

Por su contenido –aunque inmerso en el contexto del devenir político-electoral cuatro años después–, el presente artículo pudo intitularse igual que su homólogo “Sin coalición NO hay voto” (UNIVERSIDAD No.1831, noviembre de 2009), ya que, en términos de articulación de una alternativa de izquierda al proyecto neoliberal del PLUSC, ML, evangélicos y accesibles, se ha calcado el escenario.
Dos detalles históricos podrían contribuir con la disminución del error político-electoral de cara a las elecciones de febrero del 2014, a saber: 1. En febrero de 1998, en Alajuela, el Partido Fuerza Democrática eligió diputado a Célimo Guido Cruz, quien ganó la curul con escasos 15 o 18 votos (según nebulosos datos ofrecidos por el tribunal electoral -TSE), cantidad equivalente a los sufragios obtenidos en alguna de las comunidades más pequeñas de San Ramón, como Burial de Piedades Sur o El Castillo de Peñas Blancas; la última situada más allá de los volcanes Chato y Arenal. 2. A finales de 2008, un candidato a la dirección de una de las escuelas de la UNED –el favorecido por las encuestas– no diligenció a cabalidad el voto de uno de sus camaradas que el día de la elección andaba de gira académica. El resultado del proceso terminó en empate, lo que obligó a la comisión electoral a convocar segunda vuelta, la cual devino en fracaso rotundo para el grupo del elector errante, que en esta oportunidad sí votó (ver “Nunca desprecies un voto” en UNIVERSIDAD del 28-1-2009).
La naturaleza política no electorera del CCO-PRO (Comité Cívico de Occidente- Partido Revolucionario de Occidente), caracterizada por su beligerancia en las luchas comunales desde la calle, no ha sido obstáculo para el apoyo condicionado que la organización ofrece a partidos políticos progresistas o de izquierda en algunos procesos electorales. Primero, para las elecciones de 2010, condicionamos nuestro voto a la conformación de una coalición progresista contra el bipartidismo del PLUSC. Desafortunadamente, el entonces candidato de la mayor fuerza electoral de oposición (el PAC), Ottón Solís, tardó mucho en sumarse a la propuesta y se le vio muy poco en la articulación del movimiento. Más tarde, mediante carta de compromiso, acompañamos al profesor Javier Cambronero Arguedas, miembro del PAC y candidato a la alcaldía de San Ramón por la “Coalición Ramonense”.
No obstante, y siendo que la coyuntura electoral de cara a febrero de 2014 repite en mucho la realidad vivida en 2010, cuando la oposición popular estuvo marcada por la gesta ejemplar del movimiento del “NO al TLC” –que sueña con remover del poder a los cleptócratas de la riqueza nacional–, consideramos necesario mantener nuestra posición según lo planteado en los artículos “La gran coalición del NO” (UNIVERSIDAD No. 1965, octubre de 2012) y “¿Quiénes caben en la coalición del NO?”, (UNIVERSIDAD No. 1980, febrero de 2013) y condicionar nuestro voto a que se firme un pacto de alianza entre los partidos progresistas y de izquierda cuyas bases claman porque se aplique la experiencia articuladora del movimiento del NO al TLC; en otras palabras: necesitamos un gesto o señal política que sea capaz de reactivar el entramado social del NO, con el entusiasmo y desprendimiento que le caracterizó durante su lucha contra el modelo político-económico neoliberal en su máxima expresión –el TLC con Estados Unidos. Sólo así podríamos garantizarnos un escrutinio electoral justo y transparente, y asegurarnos, mediante el control ciudadano del proceso, que el TSE deje de favorecer a sus socios clientelares.
Como corolario, proclamamos nuestra disposición a contribuir con denuedo por alcanzar el objetivo inmediato que debe mover a la “Alianza del NO”: el triunfo en la elección de febrero del 2014, lo cual nos permitirá dar un paso adelante en la dinámica de transformación estructural que el país requiere. Por el contrario, sin Alianza, que nadie cuente con nuestro voto.

  • Tito Méndez (Profesor)
  • Opinión
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