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Desaparecida toda posibilidad de que la presidente Cristina Fernández, viuda de Kirchner, aspire a una segunda reelección −con mayoría relativa en el congreso, pero derrotada en algunas de las más importantes circunscripciones del país en las recientes elecciones parlamentarias−, el peronismo busca en Argentina su camino para enfrentar las elecciones presidenciales de octubre del 2015.
«Es cierto que ha habido resultados locales muy importantes, pero el Frente para la Victoria (FV) se vuelve a consolidar», dijo el vicepresidente, Amado Boudou, al resumir los resultados de las elecciones parlamentarias del 27 de octubre pasado y recordar que el oficialismo seguía manteniendo la primera mayoría en ambas cámaras del Congreso.
Precisamente, fue hacia esos “resultados locales muy importantes”, donde se volcaron las miradas de los analistas, en unas elecciones que despejaron algunas incógnitas en el camino de las próximas elecciones presidenciales argentinas.
Desde ese punto de vista, el gran triunfador, según todos los análisis, fue el intendente del partido de Tigre, al norte de Buenos Aires, Sergio Massa, líder del recién creado Frente Renovador.
Peronista, como Kirchner, se apartó de la presidenta y lanzó su candidatura a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, con excelente resultado: un 43 % de los votos, frente a los 31 % del oficialista Martin Insurralde, lo que representó cerca de un millón de votos de diferencia.
Sus críticos dicen que su triunfo representaría el regreso del neoliberalismo, tras una década de políticas de centroizquierda, y se refieren a él como “el candidato de Clarín”, el conglomerado mediático más importante de Argentina, que acaba de perder una batalla judicial decisiva que libraba con el Gobierno, para evitar ceder el control que ejerce en el área de las comunicaciones. Clarín citó a Massa, al conocerse los resultados electorales: “La victoria nos obliga a cruzar la frontera y recorrer la Argentina”, una afirmación que, para el periódico, representó “el puntapié inicial de lo que será su obsesión para el próximo año: extender su alianza con intendentes a otras provincias, como base de sustentación para su sueño presidencial”.
A esa lista de aspirantes hay que sumar el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, el empresario de derecha Mauricio Macri (que logró un 39 % en la capital federal); el socialdemócrata Hermes Binner, líder del Frente Amplio Progresista que gobierna la provincia de Santa fe desde el 2007, donde triunfó con un 42 %; y el exvicepresidente Julio Cobos, de la Unión Cívica Radial (UCR), que tiene su base política en la provincia de Mendoza, donde obtuvo 48 % de los votos.
Desde las filas del oficialismo, el mejor posicionado en la carrera para suceder a Fernández es el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli. A ese lote podrían sumarse el gobernador de Córdoba, José de la Sota, y el de Entre Ríos, Sergio Urribarri, según los analistas.
No se puede dejar de mencionar en este análisis electoral, lo que el diario La Nación, de Buenos Aires, calificó como “histórica elección de la izquierda, con más de un millón de votos”. “Cerca de la medianoche –decía el periódico en su crónica electoral– conseguían tres bancas de diputados nacionales por las provincias de Buenos Aires, Mendoza y Salta, donde sorprendían con un segundo lugar”.
“El Frente de Izquierda va a superar ampliamente el millón de votos a nivel nacional, un dato que nos mete en la discusión política que se viene, sobre la salida de esta crisis. Nos vamos a reforzar en la batalla que hemos dado para que el costo del derrumbe del ‘kirchnerismo’ no lo paguen los trabajadores», dijo Néstor Pinola, primer candidato nacional bonaerense a diputado.
NUEVA AGENDA
Pero si las elecciones parlamentarias de la semana pasada permitieron calibrar el capital político de los aspirantes presidenciales, despejaron también la agenda nacional. Vuelven ahora a estar sobre la mesa los grandes problemas nacionales, que el analista Juan Guahán resumió así en la revista Question: la salud de la Presidente, novedades y giro en la economía, la energía, los ferrocarriles, la situación de los jóvenes en relación a pobreza y droga, y las relaciones internacionales.
Para Eduardo Van Der Koov, del diario opositor Clarín, “la médula de los problemas sigue intacta y la presidente no da señales de estar detrás de ninguna solución. Contra la inflación no hace nada. Contra la fuga y la trepada del dólar y la caída de reservas del Banco Central tampoco”.
Guahán, por su parte, se refiere a la salud de la presidente y afirma que sus recientes operaciones “no aconsejan insistir en el frenético rumbo que suele imprimirle Cristina a su actividad”.
En materia económica, señaló que “déficit fiscal; el uso de las reservas para pagar los vencimientos de acreedores externos; el déficit energético; los resultados negativos del intercambio en materia turística y los costos de una producción industrial básicamente ensambladora, particularmente en Tierra del Fuego, están –entre otras causas− en la base de la falta de divisas y en la drástica reducción de las reservas del Banco Central, de $ 52.000 millones, en marzo de 2011, a $ 35.000 millones en octubre de este año”.
En ese terreno, son particularmente sensibles temas como el pago a empresas que reclamaron expropiaciones ante el Tribunal del Banco Mundial, conocido como CIADI; la reapertura de negociaciones sobre el canje de deuda para llegar a acuerdos con algunos de los llamados “fondos buitre”; y los acuerdos con la petrolera norteamericana Chevron.
Estos acuerdos son motivo de amplios debates en Buenos Aires. Lo cierto es que la importación de hidrocarburos “constituye uno de los principales agujeros negros por los que salen las divisas de nuestro país”, recordó Guahán. El déficit del sector en los primeros nueve meses del año alcanzó los $ 5.600 millones.
Ante esta realidad, Argentina negoció con Chevron un contrato que es objeto de críticas por diversos sectores, por el “riesgo ambiental que significa la explotación mediante el sistema de fracking” (explosiones a gran profundidad, inyectando mucha agua y químicos, para arrancar el petróleo que está dentro de las rocas).
El comportamiento de esa empresa ya fue denunciado en Ecuador. “No vamos a detenernos un solo día denunciando ‘La mano sucia’ de Chevron en el Ecuador y todas sus trampas y mañas en perjuicio del Estado ecuatoriano. No dejamos de mencionar el criterio que tenemos sobre Chevron y sus prácticas”, dijo recientemente la vicepresidenta de la Asamblea Nacional de Ecuador, Rosana Alvarado, al referirse a los graves daños ambientales provocados por le empresa en su país.
CLARÍN
En medio de estos desafíos, el Gobierno logró un importante triunfo dos días después de las elecciones, al conocerse el dictamen definitivo de la Corte Suprema sobre la Ley de Medios, que apunta a poner fin a la concentración de recursos en manos del Grupo Clarín.
Sancionada hace cuatro años, la ley reduce de 24 a 10 la cantidad máxima de licencias audiovisuales que puede poseer un solo dueño, “algo que impactará directamente la estructura del Grupo Clarín”, que había impugnado cuatro de sus disposiciones más importantes.
Entre ellas, la que obligaba a los grupos mediáticos “a deshacerse de todas aquellas licencias de radio y televisión, que excedan el máximo previsto por esta norma en un plazo de un año”.
La ley le obligará a deshacerse de al menos dos de sus doce canales de radio y televisión, y limitará el alcance de su principal negocio, la empresa de televisión por cable “Cablevisión”, señalaron los analistas.
La Corte estimó que la concentración de medios “perjudica seriamente la pluralidad de opiniones”, pero determinó también que el Estado deberá indemnizar al Grupo Clarín por las licencias que pierda.
Para el Gobierno, el fallo viene a poner fin a una larga disputa y le permite ganar una batalla que se estima “fundamental de la gestión kirchnerista: desguazar el monopolio».
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