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Pasado. Los Cuidados Paliativos en Costa Rica han sufrido significativos cambios desde su nacimiento en el escenario de la Seguridad Social, durante la década de los noventa: Destacados profesionales supieron desarrollar con recursos limitados, la atención de los pacientes para quienes la medicina ya no puede ofrecer tratamiento curativo y para quienes sus enfermedades suponen un pronóstico de vida limitado y sufrimiento asociado. Profesionales reconocidos dentro y fuera del país, como el Dr. Isaías Salas, la Dra. Lisbeth Quesada, el Dr. William Hernández, el Dr. Carlos Acuña, entre otros médicos en sus diferentes ámbitos de trabajo, contribuyeron al desarrollo de espacios y políticas de atención para una población de pacientes tradicionalmente abandonada en la esfera de la medicina; todo con el fin de mitigar el sufrimiento de los enfermos y sus familias.
Presente. El desarrollo reciente (año 2010) del programa de Posgrado de la Especialidad de Medicina Paliativa en Adultos −la rama médica de los Cuidados Paliativos− implica un enorme aporte para la atención de estos pacientes en nuestro país. En el año 2013 se encuentran ya ejerciendo los primeros tres especialistas formados en la Universidad de Costa Rica y actualmente once más se encuentran en formación en diversos centros especializados de la CCSS, todo para ofrecer a los pacientes con condiciones no curables, lo mejor de la medicina moderna desde una abordaje integral y evitar el sufrimiento innecesario. Este paso académico y profesional ha representado un progreso; y tanto la Seguridad Social como la Universidad de Costa Rica han sabido atender con este proyecto las demandas de los miles de costarricenses, que necesitan atención paliativa de sus dolencias.
Retos a Futuro. La Medicina Paliativa moderna requiere tanto de recursos humanos como de recursos técnicos especializados, y esto supone una inversión económica en formación de posgrado, estancias formativas de subespecialización, equipo tecnológico y medicamentos. Asociado a la mejoría de los programas de docencia en pregrado y en posgrado para la formación de médicos especialistas, así como de otros profesionales involucrados en la atención de esta población de pacientes, deben asignarse recursos para que estos profesionales trabajen con herramientas actuales, acordes a las necesidades de la población que atienden. Para quienes nos dedicamos a esto con profesionalismo, sabemos que en muchos aspectos nuestra práctica posee retrasos técnicos desmedidos respecto a países desarrollados, y que de no tomarse medidas correctivas, la disparidad entre los conocimientos y los recursos disponibles se hará cada vez más evidente.
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