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Con respecto al artículo de Roy Alfaro, “La maternidad del hembrismo”, me gustaría cuestionar una serie de conductas que sirven para categorizar a las personas bajo construcciones culturales y simbólicas de femenino y masculino. Esta concepción limitada interfiere con los procesos de normalización de las personas, por medio de reglas sociales y el poder de éstas. La creación del término hembrismo, se basa en la normalización del discurso, ya que implica que la norma se define por una antinorma, es decir por una oposición de conceptos. En este caso, hembrismo vs machismo y maternidad vs paternidad. Esto es, la necesidad de expresar el ser mujer cuando no se conoce lo que es per se.
La idea que Alfaro propone asume que entre más masculino, se es menos femenino. Esto, desde mi posición como padre de familia, limita mi participación activa en el proceso de “creación de un ser o feto”, ya que mi masculinidad se constriñe a juicios y estereotipos existentes en el contexto.Para ser un poco más claro, el simple hecho de jugar con mi hija me feminiza, según las concepciones del hembrismo, porque no cumplo con los roles de ser racional y de poseer cualidades de desamor. Entonces, surgen preguntas como ¿soy un hombre hembrista? y ¿si soy hombre, puedo tener derecho a la maternidad? Cuando la madre de mi hija estaba embarazada, la acompañé de forma activa siempre, así que realmente me ofendió la minimización de mi capacidad en el proceso de crianza de mi hija inherente en el artículo. Luego de pensarlo, me pregunté ¿qué hace hembrista a una persona? Claramente, esta categoría solo es posible mediante clasificaciones estereotípicas que la misma sociedad impone. Por el contrario, ese concepto de identidad personal varía constantemente; es maleable. O sea, yo a veces me siento femenino y en algunas otras masculino, y no es necesario caer en posiciones binarias para definirme.
Adicionalmente, el hembrismo se da como resultado de realidades subjetiva basadas en la percepción de las demás personas. Esta idea es completamente falsa, ya que busca la aprobación inmediata de la gente. El definir la maternidad desde una posición del “otro” es bastante violento, al tratar de imponer clasificaciones inventadas como el hembrismo. Por esta razón, señor Alfaro, déjeme clarificarle que no es posible para un hombre definir hembrismo y mucho menos maternidad, cuando no se ha pasado por esto. En este caso, sería mejor hablar de paternidad activa y equitativa durante la crianza de las hijas y de los hijos.
Esta mentalidad de hembrismo no existe. Los comportamientos asociados a este hembrismo son en realidad y lamentablemente, impuestos socialmente a las mujeres, lo cual, en lugar de proponer cambios y movilización social, simplemente reafirma el estado machista en el que vivimos. Personalmente, yo, como hombre, no me siento amenazado por arquetipos de madre, superpoderes o instintos “maternos” que vienen incluidos con el nacimiento de una o un bebé. Por el contrario, todas aquellas habilidades como el parir, amamantar, pasar más de 12 meses sin dormir o el nunca comer tranquilamente, se obtiene tras el esfuerzo y la comunicación constante entre madre, padre, hijas e hijos. En última instancia, es deber de los hombres formar parte activa tanto de la maternidad como de la paternidad.
Existen personas que toman ventaja de todas estas concepciones sociales, para excluir a los hombres de los procesos de crianza; sin embargo, se les excluye solamente en situaciones donde la ley lo considere necesario, y por el bien de la hija o del hijo y de la madre. Por último, quisiera aclarar que todas las personas somos iguales, sensibles a la influencia de los cambios sociales. Basarse en cuestiones biológicas o sociales para dar conclusiones que lleven a valoraciones morales y de principios de “justicia” machistas es absurdo.
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