Abrir Noticia Guardar

Yo no sé vender, solo sé comprar

Juan Mercedes Matamoros era el hacendado más grande de San Carlos en los años 50 del siglo pasado

Juan Mercedes Matamoros era el hacendado más grande de San Carlos en los años 50 del siglo pasado. En una oportunidad alguien le objetó que hubiese vendido un terreno muy valioso, ubicado frente al parque de Ciudad Quesada, a un pequeño comerciante, a lo que respondió: yo no sé vender, solo sé comprar.Las tierras de Santa Clara, prácticamente en su totalidad, pertenecían a don Juan Mercedes. Haber mantenido su latifundio casi intocable, me comentaba un amigo sancarleño, significó que por muchos años sus habitantes se mantuviesen sumidos en la pobreza. Un pueblo de jornaleros no se puede convertir en un pueblo próspero. A diferencia de Santa Clara, Valle Azul de San Ramón, otro pueblo cuyas tierras pertenecían a don Juan Mercedes, por iniciativa del expresidente don Daniel Oduber, según me comentó un vecino, experimentó un cambio radical en las condiciones de vida de sus habitantes. El expresidente Oduber le dijo un día a don Juan Mercedes que ya era hora de que los jornaleros de aquel poblado tuviesen derecho a un pedazo de tierra, y lo convenció de venderlas al Estado para otorgarles parcelas a aquellos jornaleros empobrecidos.Hoy cuando se habla de “reactivación económica” para encarar principalmente el problema del déficit fiscal, el desempleo y el endeudamiento externo, se requieren medidas atrevidas que emulen las que tomaron algunos de nuestros políticos del siglo pasado. Hay que ir más allá de administrar la crisis con pequeñas dosis de paliativos fiscales y medidas de corto plazo, como la propuesta de renegociar deudas, tanto las del Estado como las personales de los costarricenses. Los eurobonos para paliar la deuda siguen siendo, a largo plazo, un mal negocio; y la refundición de deudas, lo mismo.De lo que se trata es de crear condiciones para que los jornaleros de hoy: desempleados, subempleados y sector informal, cuenten con la “parcela” para salir de la pobreza. Para ello hace falta conversar de nuevo con los “Juan Mercedes” actuales y convencerlos de que por desprenderse de una porción de su “hacienda” no se van a empobrecer y sí van a contribuir a sacar de la pobreza a más del 20% de la población costarricense.Tenemos mucho capital improductivo, de quienes solo saben comprar y acumular ganancias, que debe dinamizarse. Para ello, necesitamos un Estado no solo más eficiente por el lado del gasto -algo que se publicita como la receta mágica-, sino más proactivo por el lado de la regulación del mercado y de la inversión social. No se trata de estatismo, como descalifican la acción estatal quienes no quieren ceder una “parcela” de su  riqueza. Se trata de que el Estado retome el papel que le corresponde como agente que propicia las condiciones necesarias para impulsar el progreso humano y social del  país.El sector empresarial y financiero, incluido el público de una banca con sesgos privatizadores, tiene que ceder una parcela más grande de su riqueza. Las exoneraciones y amnistías deben erradicarse; los impuestos deben cobrarse.  Medidas atrevidas en estos  y otros campos contribuirían a eliminar el déficit y a crear condiciones para que la economía se dinamice y se democratice: el único camino para erradicar la pobreza.Por otra parte, la apuesta fundamental del país debería centrarse en dos áreas estratégicas: educación de calidad y sostenibilidad bioecoambiental. La meta no es convertirnos en el primer país desarrollado de América Latina, sino en el primer “país ecológicamente rico” (Dra. Silvia Rodríguez); es decir, también humana y planetariamente viable. Un paso decisivo, en esa dirección, es romper el círculo vicioso de la concentración de la riqueza que hoy, al amparo de las políticas neoliberales, alcanza niveles escandalosos.“Que nadie tenga tierracomo tiene traje:que todos tengan tierracomo tienen el aire…Que el aire no es de nadie, nadie, nadie…Y todos tienen su parcela de aire”. (“Nocturno sin patria”, Jorge Debravo)

  • Álvaro Vega Sánchez
  • Opinión
Notas

Este documento no posee notas.