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Lunes 25 de Enero de 1993. LA REPUBLICA 19 proceeded HEMEROTECA Opinión El relevo de la antorcha Web CHISPORROTEOS RODRIGO ALBERTO CARAZO ALBERTO CANAS No creo que hubiera un espectador del sexo masculino que cuando se estrenó en San José La princesa que quería vivir (Roman Holidady. no saliera del cine enamorado de Audrey Hepburn.
a DS ру Enamoramiento que se acentuó conforme fueron apareciendo en las pantallas Sabrina. La guerra y la paz. Amor en la tarde. La cenicienta en París. Historia de una monja. Charada. Mi bella dama. y cualquiera otra de las 16 películas que filmó como estrella hasta su retiro casi total en 1967.
20en OS y nel en Con la juramentación de Bill Clinton como cuadragésimo segundo presidente, los Estados Unidos celebran un cambio político en la titularidad del poder y, esperamos, en la orientación económica de esa sociedad y ojalá del mundo occidental. Gran cantidad de reflexiones se hacen en torno a la llegada a los puestos de conducción política de ese país de una nueva generación, la de la post guerra, y de todo lo que ello significa. El nuevo presidente, su vicepresidente y muchos de los hombres y mujeres que los acompañarán en la función pública que se inicia son parte de ese grupo, por lo que repetidamente se hace alusión a la célebre frase de John Kennedy cuando, al asumir su mandato hace ya treinta y dos años, indicó que la antorcha había pasado a manos de una nueva generación. Ahora resta saber cuál será la orientación política y filosófica real que esos jóvenes estadistas darán a su sociedad y al mundo.
Esa generación de la post guerra, que creció en la abundancia relativa originada por el crecimiento económico que se inició en los años 50 y que tan solo se detuvo al ini.
ciarse la década pasada, ya ha asumido en cierto modo la conducción de los destinos políticos de muchos de nuestros países de la América Latina.
Aquí ya tenemos, por haber transcurrido varios años, resultados concretos de la acción de nuestra generación. Algunos ya han concluido su etapa, por disposición constitucional a otras razones. Otros se encuentran en pleno ejercicio de su mandato y muchos más esperan ansiosos su oportunidad histórica para su generación. Alan García en el Perú, Jean Bertrand Aristide en Haití, Vinicio Cerezo en Guatemala, Daniel Ortega en Nicaragua y Fernando Collor de Melo en el Brasil, son ejemplo de quienes tuvieron ya su momento en un par de casos truncadopara dejar sentada la marca de nuestra época. Muchos le Antes de su estrellato. que lo obtuvo en el teatro y no en el cine, pero esa es otra historia había desempeñado pequeños papeles en seis películas británicas y una francesa; y después de que abandonó su retiro en 1976 para protagonizar Robin y Marian filmó tres y más, que en nada contribuyeron a su fama.
mandatarios del sub continente son menores de 46 años: Carlos Salinas de Gortari, Jorge Serrano Elías, Alfredo Cristiani, Rafael Callejas, César Gaviria, Jaime Paz Zamora, entre otros. La mayor parte de quienes se disputan su sucesión y la de los otros países en que aún no se ha dado el cambio generacional son hombres y mujeres en algunos todavía pocos casos de edades similares. Ya la relativa juventud no resulta ser un impedimento para aspirar a posiciones. Más aún, ya no es noticia ni fuente de inquietud el que jóvenes cuarentones asuman responsabilidades, otrora reservadas para individuos más experimentados.
Costa Rica no ha sido una excepción. Si se quiere, ha sido más bien un caso de avanzada. Basta con observar las edades en que ejercen su mandato los presidentes Arias y Calderón y las edades de muchos de los que los acompañan o acompañaron en sus funciones ejecutivas, de los diputados a la Asamblea Legislativa y de quienes en una u otra forma dirigen los destinos de nuestra sociedad política. Aún en el Poder Judicial, en donde tradicionalmente se nombraban jueces y magistrados de edad madura y una larga carrera a su haber, se vienen desig.
nando y eligiendo profesionales de ambos sexos bastante más jóvenes.
Vimos con agrado, por cierto, la elección de una joven abogada como Magistrado del Tribunal Constitucional. Generacionalmente no podemos quejarnos: quienes nos preceden han dejado el campo abierto para que surjamos en la vida pública del país y del continente. Lo imporLa República Jorge Illa tante es que llevemos un mensaje nuevo a nuestras sociedades. Que no se trate de cambios puramente cosméticos, originados, entre otras cosas, por la mayor facilidad en la venta de la imagen. El reto para nuestra ge neración es profundo. No lo podemos afrontar copiando modelos arcaicos; debemos ser innovadores. Dentro de pocos años se nos pasará la cuenta. Hasta ahora, y a juzgar por los resultados, es poco lo que como generación hemos dado a nuestras sociedades, de quienes tanto hemos recibido.
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ir uce OS uel Todos nos enamoramos, dije, de aquella extraña figura, de aquel rostro irregular caracterizado por unas mandíbulas prominentes y unos ojazos que parecían ocupar toda la superficie disponible, colocado casi desproporcionadamente sobre un cuerpo esbelto, delgado hasta la flacura y casi andrógino. Nos enay moramos de sus ojos, nos enamoramos de su sonrisa, nos enamoramos de su voz, y nos enamoramos de aquella insólita persona que proyectaba: mitad ángel, mitad duende, mitad elfo, mitad sirena, tras cuya ostensible ingenuidad se perfilaba un espíritu elegante, verdaderamente aristocrático, incapaz de hacer contacto con nada que fuese vulgar, común o cotidiano.
Audrey Hepburn era una princesa de cuento de hadas, si no un hada propiamente dicha. los mejores directores del cine lo comprendieron así: bajo la con ducción de William Wyler, de Billy Wilder, de King Vidor, de Stanley Donen, de Fred Zinnemann, de George Cukor, sus personajes tuvieron un toque de irrealidad, de mujer niña inalcanzable, de ideal estético griego. Como mejor la puede uno imaginar ahora que ha muerto, es con traje clásico de griega. Qué mangnífica Ifigenia, qué fabulosa Casandra y a la vez qué verosímil Helena pudo habernos dado, si no hubiese tenido ella misma tantas dudas injustificadas sobre sus capacidades de actriz. e.
ear 25 in ¿Se quedó atrás la Constitución?
RODOLFO SOLANO ORFILA El fallo No. 3550 92 de la Sala Constitucional, que resolvió acerca de la supervisión del Estado sobre la educación privada, es quizás el más importante acuerdo que esa suprema instancia haya emitido para el acontecer actual y futuro de la sociedad costarricense. Su contenido debería ser divulgado y debatido, y ya sea para que el país tenga plena conciencia de sus consecuencias o para formular las necesarias reformas constitucionales que enmienden la situación creada. Inclusive de su análisis podría derivarse una mejor comprensión acerca de la conveniencia de impulsar una revisión integral de la Carta Magna, dado el origen y espíritu decimonónico que la contextualiza, que no logró incorporar sino de manera aleatoria el espíritu de superación social de los costarricenses, puesto de manifiesto en la integración de las dos etapas del decenio revolucionario de los años cuarenta, en las que se introdujeron profundas reformas sociales y económicas, imposibles sin el apoyo may yoritario del pueblo.
La pieza jurídica que sustenta el fallo es de gran riqueza y solidez, y su meritorio redactor el Mmagistrado Piza Escalante se esmeró en cincelarle su pétrea obsesión por la libertad como razón única de la existencia humana, que ha venido contagiando los pronunciamientos de la Sala IV.
El logro principal del redactor del fallo es el haber extraído de los textos constitucionales acudiendo a las discusiones mismas de los constituyentes la esencia eminentemente conservadora y pequeño burguesa de nuestra Constitución Política, que induce a una interpretación estática, retroactiva, de una disposición trascendental, como es la relación del Estado con la educación. Suprema función que no nos habíamos percatado, no fue percibida como un servicio fundamental del Estado, por la mayoría conservadora que configuraba la Asamblea Constituyente de 1949. Pues bien, ahora que de manera muy diferente a lo que sucedía hace cuatro décadas, la labor educativa se ha convertido en uno de los más extendidos negocios inclusive parcialmente transnacionalizado como la venta de hamburguesas y de automóviles se hace impostergable revisar la circunstancia invocada por los constituyentes, para que el Estado límite a una inspección su responsabilidad con el sector educativo privado. Para ello debe responderse a una pregunta. debe o no tener el proceso educativo en sus diferentes ámbitos una función integradora de la sociedad? Comprendemos que un texto constitucional como el nuestro, excesivamente detallado, deja poco margen para invocar consideraciones alejadas de su letra, dificultando así, interpretaciones más libres y objetivas.
De tal manera luce propicia la ocasión para considerar, ya sea una revisión integral de la Carta vigente, lo cual no requiere de una asamblea constituyente expediente innecesario e inalcanzable en situaciones de normalidad política o bien, en un texto más reducido y sustancial al estilo de la Constitución de los Estados Unidos de Norte América suscrita en 1787 que, salvaguardando los elementos fundamentales que garanticen la construcción de una sociedad justa y equitativa en permanente superación, permita que su interpretación incluya las circunstancias vigentes y no solamente las prevalecientes cuando fue promulgada.
Nadie puede encarnar mejor la concepción del cine como fábrica de sueños, que Audrey Hepburn.
Aunque en la vida real no hubiese sido una reclusa como la Garbo ni una excéntrica como su homónima Katharine, sino una mujer tranquila y accesible, que dedicó sus últimos años a trabajar por los niños y los hambrientos en los programas de UNICEF (donde había asumido el rol de líder humanitario que dejara vacante al morir Danny Kaye. Una de las ventajas de que esta mujer haya sido primordialmente una ilusión, es que esa ilusión no se enterrará cuando sus restos sean devueltos a la madre tierra en Suiza. Lo que Audrey Hepburn representó para los espectadores que la adoraron, es algo que vivirá con ellos y morirá con ellos, no con ella.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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