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Lunes 10 de Mayo de 1993. LA REPUBLICA 15 Opinión Problemas mal entendidos, soluciones inadecuadas YADIRA CALVO CHISPORROTEOS ALBERTO CANAS En el Partido que se fue forjando sobre la base geográfica de que hablé el sábado, había muy poco espacio para dirigentes políticos del estilo de Bruce Masís, dirigentes sin base geográfica, sin distrito ni cantón propio. Poco a poco, los fundadores como él se vieron postergados, entre otras razones porque no tenían vocación de cazadores de votos ni de demagogos de barrio (requisitos que en los últimos veinte años han terminado por ser sine que non para ciertos escalamientos. pesar de la voluntad que en los últimos tiempos han puesto algunos políticos por entender las actuales demandas de las mujeres, se les vuelve muy dificil visualizar el corazón del problema. Para ejemplificarlo vamos a tomar el ideario de gobierno de Carlos Manuel Castillo en la campaña pasada en un libro que tituló Construyamos el futuro.
En esta obra se dedica un capítulo de una sección al título Mujer y familia: pilares de una sociedad libre y justa. Aquí mismo comienza ya la discriminación contra las mujeres. No le fue imposible al político visualizarnos in.
dependientemente de la unidad familiar.
Aunque a primera vista lo parezca, examinada de cerca ya no es tan apetecible, la propuesta de que la emancipación social y económica de la mujer debe buscarse incorporandola integral y efectivamente al mundo del trabajo.
Fijémonos en su lenguaje: habla por ejemplo de incorporarlas. esto es, alguien lo hace por ellas. Pero es que además este término induce a creer que las mujeres no están incorporadas al mundo del trabajo, lo cual es un error. lo que no están incorporadas (las que no lo están) es al mundo del salario, cosa muy diferente.
En Costa Rica el Código de Trabajo prevé una jornada laboral que no supere las cuarenta y ocho horas semanales. Según cálculos realizados en otros países, la semana laboral de las mujeres casadas varia entre las cuarenta y siete y las setenta y cuatro horas, según el número de hijos que tengan.
Estos números se incrementan para las casadas con empleo fuera de casa, que alcanzan a ochenta y más horas semanales. Así pues, las mujeres no necesitamos que nos incorporen al mundo laboral sino más bien que se nos quite un poco de trabajo de encima.
Entre las propuestas de la obra que citamos para hacer efectivo el derecho de la mujer al trabajo (al asalariado, se entiende) se habla de establecer facilidades e instalaciones adecuadas para el cuidado de los niños de edad preescolar, durante la jornada laboral. Como no se plantea la necesidad paralela de instalaciones semejantes para los hombres, hay que entender el implícito de que la atención de los niños es asunto de las mujeres, y se trata, por lo tanto, de un cuento muy viejo que ya nos sabíamos.
La otra propuesta para hacer efectivo aquel derecho que se nos ofrece, es la reorganización del trabajo en la casa para que lo que hoy recae solamente sobre los hombros de la madre, se distribuya y se comparta razonablemente en tre ella, los hijos y el padre. Pero ya sabemos que no es precisamente por su condición de madre que a la mujer se le carga con la responsabilidad del trabajo doméstico porque con o sin hijos se ve forzada a realizarlo. lo otro es que la expresión razonablemente resulta muy vacía para averiguar que se quiso decir con ella porque lo razonable es materia de opinión.
Por último, el autor apela al poder del promisorio renacimiento de la actividad religiosa en los últimos años para enmendar un supuesto debilitamiento de la familia actual como otra de las La República Sorge a ayudas para la incorporación de la mujer. aquí sí que la propuesta se nos pone cuesta arriba porque si hay algo que no quiere la religión, al menos si aceptamos que las encíclicas representan su pensamiento oficial, es que las mujeres realicen trabajos retribuidos fuera de la casa.
Lo que quiere decir que la promisoria actividad religiosa con la que supuestamente se mejoraría la moral familiar, podría representar un serio problema para la propuesta laboral sobre las mujeres. La religión nunca se ha manifestado como aliada nuestra.
En fin, que estimamos el esfuerzo por tomarnos en cuenta y hacernos alguna promesa por ambigua que sea, pero seguimos lamentando la forma errónea y restringida en que se visualiza y la limitación con que se plantean las soluciones, al problema que a las mujeres nos representa vivir en una sociedad establecida sobre el supuesto de nuestra servidumbre.
Un partido que se había forjado dentro de la academia universitaria y cuyos fundadores eran más ideólogos que expertos electorales y tenían más vocación de estadistas que de políticos, se vio de pronto afrontado a una tarea llamada abstractamente de democratización, que consistió en última instancia en que los pensadores tuvieron que ceder paulatinamente a los activistas sus puestos de dirigencia.
Esta puede haber sido una de las causas de que, al cicatrizarse la brecha rossista a partir de 1959 y recobrar Liberación su unidad precisamente bajo el comando de un Orlich escogido popularmente como candidato Bruce Masís se quedara un poco afuera, sin integrarse totalmente a la actividad política, aunque sin pasarse a otras tiendas. Fue, tal vez, de los rossistas, el que, junto con Mario Esquivel, inoperó su posición de capitán.
Más bien: no la reclamó.
Orden, libertad, seguridad De alguna manera, este quedarse en el umbral, este negarse a hacer las concesiones que la nueva configuración del partido exigía de sus fundadores, permitió que Bruce Masis se convirtiera en una especie de conciencia de los liberacionistas.
Sin romper sus nexos con los líderes ini.
ciales (Figueres, Orlich, Oduber. fue la voz de atención, el cornetazo de alarma que sus viejos compañeros escucharono no escucharon.
MANRIQUE JIMÉNEZ MEZA Tres principios fundamentales se imponen en las realidades político constitucionales: orden, libertad, seguridad. Doctrinarios franceses han profundizado en el tema, con una sola conclusión: la democracia ha de moverse en el permanente equilibrio de esa triada, sin que cualquiera de ellos sacrifique al otro. Debe haber orden con libertad y seguridad ciudadana en orden y libertad. No es conveniente concluir como ya lo hizo Goethe en alguna ocasión: es preferible la falta de libertad al desorden. Porque siempre será óptimo el respeto al metro cuadrado de libertad de cada uno, en orden y con seguridad.
Para ello, entonces, ha de meditarse en la acusación que deba darse entre la autoridad y la libertad o, en otros términos, entre el ejercicio del poder frente al derecho ajeno. También los derechos fundamentales de las personas, sean fisicas o jurídicas, quedan relativizados con respecto al disfrute y defensa de iguales derechos en distintos sujetos, por lo que el derecho nunca será absoluto al coexistir en sociedades jurídicamente organizadas. Así, pues, el problema de la seguridad, es un problema también del orden y la libertad. el asunto reside en el recargo sobre alguno de los principios con olvido parcial del otro u otros. El exceso de libertad conduce al libertinaje, en tanto estado caótico o anárquico. Contrariamente, el exceso de orden y seguridad, refuerza la autoridad contra la libertad, hacia el encuentro de esquemas autoritarios y totalitarios. Por ello la inseguridad ciudadana, de fácil comprobación objetiva, es un problema generalizado presente en distintas dimensiones de nuestro sistema democrático. Por esto se impone la necesidad de replantearse el tema de la seguridad y el orden constitucional a distintos niveles, todos complementarios entre sí: desde la educación hasta las directrices políticas fundamentales. Algo anda mal y es un mal compartido.
Hemos de entrarle con bisturi al sistema en su conjunto a través de sus partes constitutivas, con aplicación del método cartesiano: de las partes al todo.
El problema, entonces, no radica, como se ha dicho con suma simpleza, en la existencia de una Sala Constitucional, o en sus resoluciones y sentencias. Todo lo contrario, ha sido por este órgano jurisdiccional que se ha puesto en evidencia la mala praxis contra el ejercicio y disfrute de los derechos fundamentales y las libertades. Existía, así, un sobrecargo de valoración funcionarial hacia la autoridad, con plena confirmación de su ejercicio en exceso o su desviación consumada.
El problema no está en la libertad y su efectiva defensa, sino en el permanente descuido institucionalizado que olvida el imperativo equilibrio de elementos ya resaltados. Pero también el orden, la seguridad y la misma libertad se acompañan en conjunto de toda una serie de factores que los alimentan y vitalizan.
Para el disfrute de la libertad compartida debemos asistir al análisis de la necesidad o las necesidades del sistema, en cuya base y fin siempre está el sujeto ciudadano con libertad y necesidad. Efectivamente, el problema de la seguridad es un problema de todos. Pero por ser de todos han de ingeniarse los mecanismos instrumentales para la participación activa y mayoritaria hacia la toma de decisiones en pluralidad y concertadas. Esto, también, apacigua un sentimiento de impotencia ciudadana que podría ser un mal presagio del miedo a la libertad y el inicio del exceso de autoridad, con algún grado de aceptación y legitimidad. Nuestra democracia impone sagacidad y amor patrio.
bebaMU Tal vez el retraimiento de Bruce Masís se explique mejor con lo primero que dije en estas líneas; con el choque inicial entre el idealismo utópico y sin límites de 1948, y la realidad brutal de una oposición que en enero de 1955 demostró hasta dónde era capaz de llegar, y que condujo a un repliegue hacia los terrenos políticos tradicionales, con una fuerte dosis de populismo electoral. Lo que, en suma, vive hoy Costa Rica entera, y que no es, ni con mucho, lo que Bruce Masís vislumbraba y soñaba en 1948, con otros de su mismo pelaje idealista como Alberto Martén, Benjamín Núñez y el propio José Figueres, siempre escéptico en materia politica. La participación de Bruces villes grupos afines al PLN pero no integrados institucionalmente a él, detine su posición de hombre desencantado total yo fue un desencanto con la realidad, aunque ostensiblemente lo fuera manejo de la realidad que lacieron sus compañeros de lucha. Ojak one su muer te no signifique la desaparick debap mismo que él encarnó en el 48, nr der idealismo político que lo caracterizó durante toda su vida.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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