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Lunes Junio de 1993 LA REPUBLICA 27 Opinión El pochismo en nuestra cultura popular ADOLFO CHACON CHISPORROTEOS ALBERTO CANAS PERO QUE, IP NAIS. Las últimas cinco campañas políticas que hemos vivido, se han caracterizado porque las armas bajas, el escudriñamiento, la búsqueda de errores de juventud y la investiga.
ción de la vida profesional y privada de los candidatos, cesaron.
En México llaman pochos a los des cendientes de mexicanos que viven en Estados Unidos y que hablan una especie de espanglish. Por extensión, se emplea el término para referirse a todo aquel que por ignorancia mezcla el sentido de las palabras de un idioma con las de otro. Algo parecido ocurre en los puertorriqueños que plagan muchas ciudades de la nación norteamericana y que hablan el español como si tradujeran el inglés de manera literal. Te hablo para atrás por ll call you back. por ejemplo. Sin vivir en Estados Unidos, muchos costarri LIVE censes que no necesariamente son jóvenes se han 11 hecho unos pochos. Donde antes teníamos palabras muy propias, hoy sólo usamos términos imported from que suenan mal y nos retratan como seres de poca originalidad o dependientes. Por qué sustituir corrongo o guau por náis. Por qué llenar nuestra ya horrible capital con rótulos en inglés muchas veces mal escritos? Podríamos quizá entender que un locutor de portivo traduzca literalmente del inglés lo que oye por sus audífonos a quien relata las incidencias de un juego de baloncesto o de béisbol en las ligas de Estados Unidos.
Al fin y al cabo, esas competencias tienen un origen anglosajón y en ellas se emplean términos casi intraducibles a nuestro idioma. Pero no comprendemos por qué un profesional universitario en informática, archivo o bibliotecología, por ejemplo, tengan que echar mano a terminajos técnicos que poseen en nuestro idioma excelentes versiones.
Algo semejante vemos y oímos todos los días en ciertos programas radiotelevisuales cuyo auditorio está formado por muchos jóvenes y no pocos adultos.
En ellos existe mucha gente irresponsable que ejerce un liderazgo consumista sobre oyentes o televidentes que simplemente se dejan llevar por sus cantos de sirena.
El rock y los blues tiene mucha belleza cuando se aprecian en su verdadero sentido y en un contexto adecuado. Pero cuando se vierte su sentido a otro idioma generalmente se con vierten en caricaturas o en esperpentos. Lo mis.
mo acontece cuando se ofrecen versiones ingle.
sas a la salsa o las cumbias de nuestro continen.
te.
Una cosa es que admiremos profundamente el estilo de vida norteamericano o que soñemos con tener las comodidades que se supone tienen los habitantes de la nación del norte, y otra muy distinta que todo reduzcamos al deseo casi frenético de ir cuando menos una vez al año a Miami a comprar baratijas o a comportarnos de acuerdo con los moldes más bajos del american way of life. No creemos que haya llegado el momento de que el español sea sustituido por La Rendblica Jorge ina un inglés vulgar o por uno de gran estilo. El es.
pañol y el inglés pueden coexistir y enriquecer se con la belleza que a cada uno le es propia.
Pero ni a uno ni a otro les hace bien caer en los ridiculos de una plebe que no necesariamente proviene de los estratos bajos de la población.
Pero en 1974, un presidente de los Estados Unidos, culpable de violaciones graves a los derechos ciudadanos, cayó de su puesto, y el triunfo de la decencia o tuvo una investigacion periodística ejeniylar que tuvo el mal efecto de poner a todos los periodistas segun.
dones del mundo a imitarla, a buscar un Wa.
tergate debajo de cada chayotera, en la pobre búsqueda de una notoriedad similar a la que obtuvieron Bernstein y Woodward, cuya in.
vestigación no paró en pedirle a Nixon que aclarara lo oscuro, sino en aclararlo ellos mismos. Para eso se investiga, no para formular interrogatorios.
Así, por la estulticia de los periodistas afanosos de notoriedad, los Estados Unidos perdieron hace cinco años la oportunidad de ser gobernados por un hombre joven, vigoroso y de ideas claras llamado Gary Hart, porque la prensa reveló un escándalo de faldas que tuvo (con una muchacha muy linda por cierto. desde entonces, nuestra inefable gringofilia decretó cacería abierta.
Hace 41 años moría Mons. Sanabria ARNOLDO MORA RODRIGUEZ Lo curioso es que el traer a colación cuanta inferencia pueda perjudicar a un candida.
to, habiendo sido abandonado por los partidos en las dos últimas décadas, ha sido recogido con fruición por cierta prensa. Prensa, derivado del verbo prensar, presumo. El mes de junio para mi y creo que para la memoria histórica de muchos costarricenses está indisolublemente ligado al recuerdo emocionado de Mons. Víctor Sanabria Martinez (1899 1952. II Arzobispo de San José y, probablemente, el personaje más descollante que ha producido la Iglesia Costarricense en la historia patria. Al evocar su figura, se mezclan en mi inextricablemente experiencias personales y reflexiones de indole más intelectual, pero no por ello menos emotivas. No es para menos, dado que las personas destacadas que, de una y otra manera, han tenido alguna influencia en la vida de uno, con su solo nombre provocan reacciones de carácter no estrictamente racional.
El nombre de Victor Sanabria evoca en mi memoria retazos, breves pero significativos, de la infancia en mi pueblo natal y de mi primera adolescencia en el Seminario Menor. Mientras fui alumno de esta institución, hoy desaparecida, tuve la dicha de ser su acólito en algunas de las grandes celebraciones litúrgicas de la Catedral Metropolitana y de la Basílica de los Angeles en Cartago. Todavía permanece viva en mi memoria, la última vez que lo vi a escasos dias de su inesperada e irreparable muerte.
Era un día cualquiera entre semana. Estábamos en clase. De pronto, estas se suspendieron porque se regó el rumor, luego rápidamente confirmado, de que el Arzobispo había decidido honrarnos con una fugaz visita, tan imprevista como bienvenida.
Efectivamente, entre las colinas sembradas de cabuya del lejano y bucólico San Cristóbal Norte, donde Mons. Sanabria mismo había fundado hacía escasos dos años el Seminario Menor, se destacaba la inconfundible figura del Arzobispo. Venía caminando. No tuvo nunca automóvil propio, por lo que solía usar taxi. Sin embargo, en esta ocasión unos doscientos metros antes de llegar al edificio decidió proseguir a pie. Con Mons. Odio a la cabeza en su calidad de rector, todos los seminaristas le fuimos a dar la bienvenida. Estaba agitado. Hondas arrugas surcaban su rostro de aborigen. Hablaba con dificultad a través de la hendidura de sus torcidos labios.
Parecía tenso. Irremediablemente le pesaban ya sus últimos años de soledad, producto de las humillaciones que le habían infligido, tanto la Junta de Gobierno como el obtuso director de un conocido matutino nacional Hoy pienso que en no poca medida, también jugó en el evidente deterioro de su fisico y de su ánimo, la traición de que fue víctima por parte de algunos de sus más cercanos allegados, que nunca tuvieron rubor en manipular su nombre. Estudiantes y profesores nos alegramos de su visita, pe.
ro quedó en nosotros un cierto aire de preocupación por el innegable declive de su apariencia exterior. Bastaron tan sólo algunos días para que nuestros temores se vieran dolorosamente con firmados aquel fatidico domingo de junio de 1952, dia de la San tísima Trinidad Sin embargo, fue mi padre a quien debo casi todo lo poco bueno que tengo y he hecho en mi vida y cuyo imborrable recuerdo está ligado a tantas experiencias hermosas quien primero me enseñó a admirar a aquel brillante sacerdote e indiscutible lider nacional que era el Arzobispo de San José entonces. Con los años he aprendido a valorar aún más a ese Jefe de la Iglesia Cató lica Costarricense que, un cuarto de siglo antes del Papa Juan XXIII y del Concilio Vaticano II, lazó un programa integral de renovación de la Iglesia, no tanto en razón de la problemática interna de esta, sino a partir de los grandes problemas que agitan al mundo actual y que constituyen un desafio para la conciencia, no sólo cristiana, sino también de todos los hombres de buena voluntad. según la evangélica expresión acuñada por Juan XXIII.
El principal reto para los valores cristianos y su credibilidad hoy día, se funda en demostrar una actitud sincera de reconoci.
miento realista de todos los grandes problemas que aquejan al hombre contemporáneo, especialmente a las mayorias más necesitadas, cuyo grito de justicia clama hasta el cielo. como dice en tiempos más recientes otra gran figura eclesiástica, el Arzobispo mártir salvadoreño Oscar Romero. Esto lleva a una actitud de conversión interna y de reconocimiento de sus propios errores por parte de la Iglesia misma, conducente a un diálogo abierto y sin condiciones con todas las corrientes de pensamiento y acción que se agitan en el seno de la sociedad actual.
En un sugerente ensayo publicado por el hebdomadario TIME en las últimas semanas del año anterior, se pasaba revista a los cambios más revolucionarios que han tenido verificativo en este siglo XX que está a punto de concluir.
Uno de esos cambios consistía, según el autor, en la transformación provocada por Juan XXIII en la religión cristiana, cuya credibilidad ante los ojos del hombre actual pasa no por garanti.
zarnos una póliza de seguro para la eternidad, sino por su compromiso inclaudicable de convertirse en un mensaje creíble de dignificación integral para toda la humanidad, en su paso fugaz por esta vida terrenal.
Costa Rica tuvo ayer el destino histórico feliz de tener en Mons. Sanabria a una especie de Juan XXIII con 25 años de antelación. Tendremos hoy la capacidad de mantener vivo su aliento profético?
Se ha disfrazado esto de periodismo in.
vestigativo. pero la verdad es que no ha investigado nada que lo autorice a llegar a con clusiones propias: esas conclusiones se la deja lo cual es casi sospechoso a los adversarios del afectado. Consiguen unos cuantos datos y enfrentan a los políticos con esos datos incompletos exigiéndoles que los expliquen. Si el político los explica, le responden (a coro con los adversarios del político) que la explicación es satisfactoria, y eso les permite seguir insistiendo. Pero zinvestigar?
Investigar significa buscar una verdad, afirmarla y probarla. la verdad sea dicha, ninguno de nuestros inefables investigativos o averigüistas se ha atrevido a hacer una sola afirmación terminante producto de sus escudriñamientos y desvelos. No han acusado a nadie de nada. Pero han hecho escándalo y lanzado sombras. Se estarán convirtiendo consciente o inconscientemente en la mano izquierda de los políticos que no se atreven a ser sucios sacando la cara? Cuando estas líneas se publiquen ya la convención de los liberacionistas habrá pasado, y se sabrá si esa curiosa manera de hacer periodismo surtió efectos. Pero está pendiente la del PUSC. Dentro de una semana estaremos ante una formal contienda electoral.
Probablemente, los partidos tratarán de hacer una campaña como la campaña decente que vienen haciendo hace 20 años. La pregun.
ta es esta. Decidirán los averigüistas que una campaña decente es producto de un contubernio de cúpulas. Les permitirán a los partidos y a los candidatos discutir ideas y mantener un nivel de decencia en su debate?
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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