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Lunes 27 de Diciembre de 1993 LA REPUBLICA 17A Opinión Paz e integración CHISPORROTEOS RODRIGO CARAZO ODIO ALBERTO CANON La paz y el progreso social en América Latina pasan por la integración, sobre la cual se ha dicho tanto desde el Libertador, que sobran las palabras. Ahora la integración no es tema, es urgencia, para evitar que la América Latina en unión, no sea sometida. Si nos empeñáramos de verdad en lograr este sueño imposible. lo podríamos hacer.
El problema de la integración no se limita al ejercicio intelectual o académico, se trata de un asunto de carácter esencialmente político.
Concebimos el desarrollo económico como un proceso de beneficio del hombre y de los pueblos.
Integrar es contribuir a ampliar las posibilidades de mejoramiento de la calidad de vida de cada ser humano, posible solamente mediante el fortalecimiento de la familia, y a través de ella de los pueblos nacionales y del pueblo regional.
No aceptamos un concepto de integración economicista, ni como mecanismo favorecedor de élites, creado en demérito de la integración social, propia y tan necesaria dentro de una nación.
La acción integradora debe fun.
damentarse en el interés nacional, reforzado por el interés conjunto de los países participantes, así como en el esfuerzo dedicado a la superación de los problemas y al logro de metas, mediante la acción coordinada.
La integración ha de ser un proceso de acción popular, activo y participativo, jamás un producto de decisión superior únicamente, sino de esta, acompañada por una clara conciencia, tanto de cada individuo, como colectiva.
Es urgente que los grupos políticos acepten la integración como algo fundamental y se pongan de acuerdo para apoyarla.
Cada nación, independientemente de su tamaño, debe esforzarse por lograr un desarrollo propio, digno, libre y solvente. la integración posibilita todo lo any terior.
La comunidad regional se debe constituir y operar en función de un espacio socio político particular, en el que se materialice, mediante la acción, el deseo de mejoramiento prevaleciente en su población.
No habrá integración efectiva ni eficiente si no va acompañada de un proceso de educación capaz de crear un sentimiento popular que la respalde. La educación integracionista debe ser positiva, creativa y optimista, y basada en el criterio de que los latinoamericanos. podemos.
No debe olvidarse que la actitud pasiva, de sometimiento, conduce al entreguismo, a la renuncia de la soberanía y a la corrupción de recibir dinero a cambio de inconfesables renuncias y de vergonzosas concesiones.
La supervivencia política obliga a la integración, pero esta podría darse en beneficio material de extraños y en perjuicio integral de la región, si es orientada para los intereses foráneos que ya se han impuesto en la mentalidad de los entreguistas con poder o en el poder.
La no viabilidad económica de nuestros países no debe esgrimirse como argumento para presionar la integración, por cuanto la situación actual es producto directo, más de la explotación y la injusticia, tanto internas como externas, que de la naturaleza y características de nuestra economía.
Debe quedar siempre bien claro que la integración se concibe como proceso de fortalecimiento para la independencia o sea para el ejercicio racional de la interdependencia y como fórmula que una los esfuerzos de todos los países hacia la conquista de mercados externos, más que a la competencia en los mercados hoy muy limitados dentro de los países de la región.
La acción de cada país debe orientarse a contribuir a al interés regional, en vez de su debilitamiento, para lo cual debe fortalecerse toda acción multilateral regional que sustituya cualquier entendimiento bilateral entre naciones de la región y entre éstas con otras y fuera de ella.
La integración económica y social debe entenderse como procedimiento que vendrá a fortalecer la viabili.
dad política de nuestras naciones, hoy tan comprometida por el entreguismo de varios países.
Es necesario que se deje de pretender dar la falsa imagen de que la situación presente puede ser superada dentro de la pauta actualmente vigente, caracterizada por privilegios insoportables para grupos internos oligarquicos y minoritarios, y por la acción explotadora de empresas multinacionales y de metrópolis absorbentes.
En tanto no prive la justicia social y un aumento de la participación económica de las grandes mayorias nacionales, será imposible lograr bienestar popular, ni independencia, ni paz.
Corresponde, como función básica de la integración, una acción conjunta para que prive en toda el área la justicia esencial para lograr la paz social.
Los pueblos deben ser informados de que la pérdida del dinamismo económico en los países de la región es de carácter estructural, fortalecido por la injusticia social, la fuga de capitales y la dependencia.
Es urgente la ampliación de los mercados locales con base en un aumento de la capacidad de compra de la población, lo cual contribuirá al crecimiento a la par de que será la base del desarrollo social. La racional distribución de la riqueza es esencial para lograrlo.
La República Jorge lila La estabilidad no se logrará jamás mediante la recesión ni la postración, mucho menos si estas son impuestas mediante fórmulas diseñadas por los organismos financieros internacionales, que actúan considerando solamente los intereses de quienes las dominan y manejan: las naciones ricas.
Una de las funciones principales de la integración debe ser la de que los países de la región luchen conjuntamente por evitar caidas mayores en cuotas y precios de los productos de exportación, así como por su aumento progresivo y justo.
Los pueblos deben saber que los países sufren hoy los resultados y efectos de la crisis monetaria y energética de principios de los años 1970, que se aceleró a finales de esa misma década, a consecuencia de la crisis financiera y de la segunda crisis energética.
Es imprescindible que se conozca la verdad, hasta ahora disimulada y falseada en algunos países; la verdad de que el balance de recursos se ha agravado y la brecha se ha ensanchado por aquellos grandes aumentos en el precio del petróleo, por el incremento de los tipos de interés, por el agotamiento del ingreso de capitales del exterior, y por la constante fuga de capitales, por la baja en los precios y disminución de mercados para nuestros productos de exportación.
Urge que tengamos muy presente el que los postres que hemos venido exportando, tienden a convertirse en venenos para la mentalidad de amplios sectores de nuestros mercados externos tradicionales, lo que obliga perentoriamente a una diversificación.
Solo mediante la divulgación de la verdad podrá crearse la conciencia popular necesaria para impulsar el proceso de integración. Solo a través del desarrollo de un criterio generalizado de que el bienestar popular es el objetivo de la integración y no el beneficio de unos pocos, ni de empresas multinacionales, podrá pe.
dírsele a la población el sacrificio necesario que todo proceso de ajuste y de transformación demanda.
Leyendo ciertas páginas, enterándome de ciertos discursos y escuchando ciertos debates, me doy cuenta de que algunos caballeros del PUSC han dicho tantas veces y en tan distintos y tétricos tonos que José María Figueres es un peligro, que han terminado por creerlo a pie juntillas.
No sé si lo mismo habría sucedido, de haber los liberacionistas adoptado la misma táctica y repetido todos los días citando al expresidente Trejos que lo dijo que Miguel Angel Rodríguez es un peligro.
El que unos lo hagan y otros no lo hagan, contribuye a aclarar ciertas diferencias entre los dos bandos, que se han ma.
nifestado a lo largo de la historia.
Las campañas de Liberación, desde 1953, han tenido como tónica y objetivo, el llevar a un ciudadano determinado a la Presidencia de la República. Las campañas del anti liberacionismo (cualquiera sea la bandera con que haya navegado y el seudónimo que haya adoptado para cada elección concreta) han tenido como tónica y objetivo el detener a ese ciudadano escogido por los liberacionistas.
Esto comenzó en 1949, cuando un inolvidable pero ya olvidado diputado constituyente propuso un transitorio a la Constitución que permitiera a los miembros de la Junta Fundadora ser candidatos en 1953, para que el pueblo de una vez por toda detenga a Figueres. La campaña del señor Castro Cervantes en 1953, tenía como consigna el detener a Figueres. Detener a Figueres, eliminar a Figueres, liquidar a Figueres, pulverizarlo, fue una obsesión durante 42 años. Creiamos que terminaría con su muerte, pero ya se sabe que no.
Los años de Orlich fueron como un intermezzo. Pero en 1965 el asunto arreció.
Había que parar a Oduber. No tenían candidato, pero celebraron conversaciones entre los distintos bandos para buscar un candidato, porque de otra manera no podrían parar a Oduber. La campaña no tuvo otro objetivo. Los liberacionistas simplemente tratamos de elegir a Oduber, no nos parecía que detener a José Joaquín Trejos fuera una necesidad nacional.
Lo mismo sucedió con Luis Alberto Monge. Los rumores que contra él lanzaron, las insinuaciones de toda índole que soltaron sobre su vida, sus costumbres y su manera de ser, casi casi que rebasaron los límites de lo creíble.
Pero para rebasar los límites de lo creible se necesito que surgiera José Maria Figueres.
Recuerdo muy bien como Francisco Orlich y Daniel Oduber (en su primera campaña, que en la segunda no participé pero sé que sucedió lo mismo. prohibieron toda clase de ataques personales contra sus adversarios. eso que en 1962 el principal adversario de Orlich lo fue el Dr. Calderón Guardia, a quien mi generación, desde los años cuarentas y sobre todo después de 1948 y 1955, percibía poco menos que como la encarnación de Satanás. Tal vez el único adversario nuestro contra el que hemos trabajado bajo la consigna mental de detenerlo. Pero la campaña orlichista de 1962 lo respeto como persona. Como mañana es día de inocentes (y en este tema no hay inocentes de por medio) continuare pasado mañana.
Las opiniones publicadas en esta página, no son necesariamente compartidas por este periódico.
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    Presidentes de Costa RicaRafael Ángel Calderón Guardia
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