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Lunes 24 de octubre de 1994 LA REPUBLICA 17A Opinión Casi 50 años después CHISPORROTEOS LIC. FERNANDO BERROCAL SOTO ALBERTO CANAS En estos días, concretamente el de noviembre, este periódico cumplirá 44 años.
Ya hablaremos de eso en su momento.
Hoy sólo quiero recordar a uno de los redactores iniciales de LA REPUBLICA, a uno de los miembros del grupo entusiasta y optimista que inauguró labores en 1950, que acaba de fallecer y del que la prensa la desmemoriada prensa costarricense no se ha ocupado.
Me refiero a Alberto Trujillo. Era el de más edad en el equipo que inició este periódico. por esa razón, uno de los de más experiencia. Experiencia a la que el novato director del periódico recurrió continuamente.
Curiosamente, hace 50 años la palabra democracia no formó parte ni fue citada en el texto de la Carta de las Naciones Unidas, firmada en la ciudad de San Francisco, Estados Unidos de América, el 26 de junio de 1945.
Ni una sola vez en el texto de la Carta de las Naciones Unidas se habla de democracia.
Hoy, 50 años después, nadie duda de que esa palabra ha transformado al mundo y de que el mundo de hoy y el de mañana, a las puertas del siglo XXI, solo se explica por el triunfo de la ideología de la libertad. Así se escribe la historia.
Pueda que esta reflexión resulte extraña para los costarricenses, acostumbrados a vivir en libertad y en un sistema democrático que es parte esencial de nuestra vida en sociedad y de nuestra cultura nacional. No es este, sin embargo, el caso general de la humanidad. Todo lo contrario. fines de la II Guerra Mundial, bajo el liderazgo inspirado del presidente Roosevelt, las potencias triunfantes establecieron que había llegado el tiempo de la seguridad internacional y de la paz.
La Carta de las Naciones Unidas es un fiel reflejo de aquella encrucijada dramática de la humanidad, cuando los pueblos europeos apenas se sobreponían a la pesadilla del totalitarismo hitleriano y el Japón se rendía, en la encrucijada del holocausto nuclear y el advenimiento necesario de una nueva era y un nuevo orden mundial. Nadie, sin embargo, introdujo entonces la palabra democracia.
El viejo FDR no llegó a ver su sueño. Tal vez, él, sin duda el más grande de los líderes americanos desde Abraham Lincoln, sí habría luchado por introducir esa palabra extraordinaria en el texto de la Carta. Pero Franklin Delano Roosevelt no estaba ahí, aquel día de junio de 1945, en que los 51 países firmantes, entre ellos Costa Rica, proclamaron la paz y decidieron convivir como buenos vecinos, en un renovado clima internacional de cooperación y de esfuerzos conjuntos para alcanzar el progreso económico y social de todos los pueblos. Así comenzó la historia de la ONU.
La democracia, sin embargo, aunque nadie le rindió tributo expreso en San Francisco, inevitablemente triunfó en el mundo.
La cultura de la libertad se impuso sobre la cultura totalitaria y si el nazismo fue derrotado en los campos de batalla de Europa, el otro totalitarismo se derrumbó un día cualquiera de 1989, cuando atónitos los hombres y mujeres del planeta Tierra fuimos notificados, por la televisión y los periódicos, de que el Muro de Berlín se había derrumbado por el peso de los acontecimientos y que sobre aquel monumento a la infamia y a la intolerancia la juventud alemana del este y el oeste bailaba a los acordes de la IX Sinfonía de Beethoven. Ese día la humanidad entera cantó la Oda de la Alegría y festejó hasta la madrugada.
De aquel día cualquiera pero único y trascendental, a la caída definitiva del imperio soviético, solo fue cuestión de semanas o quizás de horas. El espíritu de la libertad irrumpió en el este de Europa y como una increíble revolución no armada, sin un solo tiro, acabó con el sueño de los revolucionarios de octubre de 1917.
Tal vez, alguien diría que acabó con las desviaciones y con el stalinismo subyacente en la sociedad rusa, por siglos y siglos de totalitarismo zarista, pero esa es otra historia. Nadie, hoy, está dispuesto a conceder a los comunistas esa excusa frente a la historia. Mucho menos los propios rusos o los ciudadanos de las renacidas y renovadas nacionalidades del este de Europa.
Mucho menos, también, cuando la celebración de los 50 años de las Naciones Unidas nos encuentran a todos, en los cuatro puntos cardinales de la Tierra, celebrando no solo esta feliz circunstancia de la historia, sino algo más fundamental e importante: el apasionante triunfo de la libertad y el triunfo de esa palabra no incorporada al texto de la carta de las Naciones Unidas y que, al fin, después de 50 años, se transformó en el símbolo esclarecido de la humanidad en este final del siglo XX.
Celebrar, por eso, este 24 de octubre de 1994, los 49 años de las Naciones Unidas, en vísperas de un año de celebraciones universales por el cincuentenario de la organización mundial, es celebrar antes que nada el triunfo indiscutible de la democracia sobre todos los totalitarismos, tanto los de izquierda como los de derecha. Es celebrar la libertad.
Para los costarricenses, además, significa reconocer y evocar que no nos equivocamos. Ni nosotros, ni nuestros patres, ni los Padres Fundadores de la República. Es recordar y celebrar hoy que el camino fue siempre, para nosotros, el de la libertad y la democracia.
Así en nuestro pequeño espacio de tierra costarricense y así, finalmente, casi 50 años después, en la vastedad de este mundo ancho y ajeno, como solíamos decir antes por influencia del novelista. 50 largos años, sin embargo, le ha tomado a la humanidad interiorizar esta extraordinaria verdad de nuestro tiempo.
Hoy, aunque en la Carta de las Naciones Unidas todavía no se habla de democracia y aunque la palabra siga injustificadamente ausente del texto, todos sabemos que la democracia es, sin duda, la ideología del siglo XX y que nada ni nadie detendrá a la libertad como fuerza inspiradora y soporte de la aventura humana sobre la Tierra.
Al rendir tributo a los líderes y a los hombres y mujeres que, con su sacrificio, hicieron posible la derrota de los totalitarismos y el triunfo de la democracia y la libertad, como embajador de y Costa Rica rindo homenaje, en su día, a la Organización de las Naciones Unidas.
Formado en la magnífica escuela que fue Diario de Costa Rica en el decenio de 1930, época gloriosa del mejor Otilio Ulate, de Abelardo Bonilla, José Marín Cañas, Rubén Hernández, Jaime Carranza, Adolfo Herrera García, Joaquín García Soto, Isberto Montenegro, momento de oro del periodismo nacional cuando la competencia a muerte con La Tribuna era una competencia con otro equipo profesional de parecido calibre.
De esos días, contaba Alberto Trujillo riquísimas anécdotas. Pero más que lo que contaba era interesante lo que había adquirido. Un carácter recio de periodista te sonero, dedicado, perseguidor no sólo de la noticia sino también del trasfondo, incansable y acucioso investigador que jamás se y dejó amilanar por el consabido estribillo de el ministro está en una reunión. que cuando necesitaba entrevistar a alguien, lo entrevistaba contra viento y marea; y cuando necesitaba localizar a alguien, lo localizaba así se le opusiera la rosa de los vientos.
Ejemplo de servicio y honradez Esta alusión a la rosa de los vientos, mc trae a la memoria por asociación de ideas, una sabrosa ocurrencia que le escuché. Cuando uno anda detrás de una información, debe estar preparado para avanzar viento en proa.
HELIO FALLAS, ECONOMISTA Otra sabiduría suya era la de no menospreciar los boletines de prensa. Lo corriente era publicarlos verbatim, y romperlos.
Trujillo los leía y releía, para averiguar si había algo detrás de ellos y sacarlo a la superficie. todas estas ciencias las desplegaba sin alardes, como un compañero más, aunque todos, del director del periódico en adelante, le dijimos siempre don Alberto.
Hace unos pocos días, la Cadena de Detallistas de San José rindió un merecido homenaje a sus fundadores. Asimismo, en esa ocasión se presentó el libro Origen y Fundación de las Cadenas en Costa Rica y en otros países de Latinoamérica. de don Edgar Víquez.
Esta Cadena, fundada en 1965, hace 29 años, por un grupo visionario de 26 comerciantes, tuvo como propósito fundamental establecer una alianza estratégica entre pequeños comerciantes (dueños de pulperías de barrios. con el fin de servir mejor a los clientes.
La fórmula que se ideó para mejorar el servicio a los clientes fue mediante el ofrecimiento de precios justos y productos de buena calidad a los consumidores, en relación con los productos que expendían sus competidores no asociados a la cadena. De ahí que desde el inicio se fijó como lema de la cadena Alianza para servir mejor.
Algunas características que estos fundadores tuvieron o tienen fueron las siguientes: personas humildes y con poca preparación académica en su gran mayoría. Sin embargo, tenían en común una confianza mutua y honradez a toda prueba, hoy tan venidas a menos.
Lo antes referido puede palparse si nos ubicamos en 1965 y nos imaginamos a 26 competidores procurando una unión para ofrecer mejores servicios a sus clientes de barrio, sobre la base de aportes de dinero mediante la emisión de acciones de 500 cada una, en personas cuyo casi único ligamen entre ellas era que ofrecían los mismos productos pero en mercados relativamente diferenciados.
Qué dificil nos resulta hoy poner nuestro ahorro en personas que casi desconocemos pero que al mismo tiempo aseguran que lo invertirán apropiadamente, sin cobrarnos nada por sus servicios, y que además los frutos esperados serán para el beneficio conjunto y de las comunidades donde nosotros residimos.
Algunos datos que ilustran el desarrollo de esta cadena son impresionantes y son los siguientes. Se inició la cadena con la compra de ocho productos de primera necesidad para distribuirlos entre sus asociados y estos, a su vez, a los consumidores en sus barrios.
Hoy la cadena compra y distribuye entre sus socios 500 productos. Se empezó la cadena con 29 socios y actualmente tiene 400, más otros 200 que están autorizados a comprar en las bodegas de la cadena.
Las ventas de la cadena alcanzan aproximadamente unos 000 millones anuales; es decir, alrededor de 25 millones, lo que la convierte en una de las empresas con volúmenes de ventas más grandes del país. Las inversiones en edificios y equipo sobrepasan varios cientos de millones de colones.
Considero que la unión de estos pequeños comerciantes fue visionaria, puesto que en las circunstancias de hoy de una economía abierta, solo los grandes comerciantes tienen la posibilidad de sobrevivir y desarrollarse.
y Es mi deseo que esta cadena cumpla muchos años más y que continúen con el esfuerzo de modernización, que será lo único que pueda salvar a los empresarios de las pulperías de barrio.
Me ha afligido la desaparición de don Alberto. Retirado de su profesión hace muchos años, me lo encontraba ocasionalmente en la calle en la época en que todavía se podía circular por las calles sin peligro. y encontrarnos era detenernos a cuchichear. Ignoro por que tengo tan grabada la última vez que lo vi. hará cuatro, cinco años. en la puerta del Banco Anglo.
Nadie habría sospechado que el banco iba a morir antes que nosotros.
Sólo buenos recuerdos deja este profe sional absoluto y sin desvíos, cuya probidad corría pareja con su sentido de la amistad, de la lealtad y del deber. Las opiniones publicadas en esta página, no son necesariamente compartidas por este periódico.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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