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Lunes 31 de octubre de 1994 LA REPUBLICA 214 Opinión El retraso histórico CHISPORROTEOS ARTURO USLAR PIETRI ALBERTO CANAS Hace días tengo ganas de referirme a una nueva generación de comentaristas cinematográficos que, para delicia y edificación de los lectores, han aparecido tanto en este periódico en que escribo, como en La Nación.
Aun los que por distintas razones nos hemos ido alejando de las salas de cine, leyendo a estos críticos (Starcevic Venegas, otros) nos enteramos de lo poco bueno y lo mucho malo que se exhibe. Tras muchos años de pedantería permanente, de sociologías, de búsqueda de tres pies a los gatos, los dos diarios hacen alarde ahora de una crítica inteligente, enterada, que tiene sentido histórico y que no hace alarde de erudiciones innecesarias.
Con mucho tino y agudeza, no exento del tono peculiar del inimitable humor británico, The Economist se ha referido recientemente a lo que pudiéramos llamar los amenazantes anacronismos del escenario mundial.
Lejos de avanzar en el campo del progreso y de parecernos cada vez más a los altos ideales que los pensadores de la Ilustración determinaron como el objetivo de la historia, la humanidad parece retroceder en muchos sentidos, y más que en cualquier otro en el que pudiéramos señalar como la manifestación de su madurez ideológica y mental.
Recuerda que, hace 899 años, el Papa Urbano anunció la primera Cruzada contra el Islam, que tuvo como consecuencia la primera movilización de la Cristiandad occidental para acabar con los infieles del Islam y rescatar el Sepulcro de Cristo. Hoy presenciamos de muchas maneras la resurrección de ese viejo conflicto en formas muy extendidas y amenazantes, que proclaman abiertamente en muchos paises islámicos la necesidad de una nueva Guerra Santa.
Señala The Economist, con acierto, que las guerras entre naciones han surgido históricamente por conflictos de intereses o por un enfrentamiento ideales de vida y de creencia opuestos.
La Primera Guerra Mundial fue un ejemplo perfecto de la primera clase. Lo que estaba en juego, fundamentalmente, en ella, era la supremacía económica y política sobre Europa y sobre el mundo de dos grupos rivales que no se caracterizaban por abiertas ideologías contrarias.
La Segunda Guerra Mundial tuvo un poderoso contenido ideológico, en el que no solamente estaban en juego los ideales democráticos, más o menos definidos, sino la oposición abierta entre dos concepciones antagónicas del hombre, de la sociedad y del destino colectivo.
En muchos aspectos, la Guerra Fría fue un conflicto ideológico en el que, inevitablemente, se mezclaron motivos de mucha indole diferente. Los antagonistas representaban dos concepciones opuestas del hombre, de la historia y de la sociedad, y si el campo soviético hubiera llegado a predominar, y el panorama del mundo sería muy distinto al que contemplamos hoy. Por lo menos se habría producido una inmensa y deliberada tentativa de regimentación ideológica, que hubiera hecho casi imposible ninguna disidencia u oposición sig.
nificativas.
Cuando se oyen las proclamas de los fundamentalistas islámicos, que invitan a la Guerra Santa en nombre de Alá contra los servidores de Satán, no puede dejar de sentirse cierta sensación inevitable de anacronismo. Esas manifestaciones representan, sin duda, la negación de todo lo que la civilización occidental produjo, desde el siglo XVIII, como ideales de vida colectiva y como explicación de la historia.
Este enfrentamiento, lleno de ominosas posibilidades, bro ta y se afirma en un mundo en el que los regímenes democráticos, casi circunscritos a los países desarrollados, están ausentes de la realidad diaria en la inmensa mayoría de lo que hasta ayer se llamó el Tercer Mundo. No es fácil encontrar respuesta adecuada a la pregunta de ¿qué significan los ideales democráticos y los derechos del hombre en la actual bosnia, en Ruanda, en Haití y en una inmensa parte de Asia y de Africa?
En un mundo en el que cada vez se acentúan más los graves y amenazantes desequilibrios entre los pocos países que lo tienen todo y los muchos que tienen muy poco o nada, esta situación, que tiende a acentuarse, constituye una amenareal que no puede ser ignorada. Habría que preguntarse ¿qué puede hacerse de efectivo para llevar los bienes fundamentales de la democracia a esa inmensa mayoría de la humanidad que vive en la miseria, en la ignorancia y en el desamparo? Es allí, precisamente, donde surge la necesidad de enfrentar las grandes circunstancias fundamentales, de cuyo desenvolvimiento dependerá el porvenir de la democracia y el del mundo todo como aventura humana.
La Guerra Santa, la pobreza generalizada, el desamparo, la injusticia, en abierta contradicción con los ideales proclamados de la civilización occidental, constituyen la mayor amenaza para el presente y el futuro de la humanidad entera. El problema es global y va mucho más allá de lo ideológico, y no puede ser resuelto en términos de pura propaganda ideológica De ese tamaño es el desafío que tienen ante sí los que Cristo llamaba los hombres de buena voluntad. Educación, publicidad y consumo CARLOS MANUEL ECHEVERRIA ESQUIVEL En los últimos días me ha chocado enormemente el escuchar por la radio una serie de comerciales que se las traen; son casi un insulto a la inteligencia. Pensé en un principio irmeles al cuerpo y hacer lo mismo con la publicidad que se está haciendo en Costa Rica, aunque luego pensé que quizás vale la pena aprovechar el espacio para un enfoque de mayor proyección.
La serie de anuncios son dos los que he escuchado invitan a visitar un conocido casino josefino, donde se da a entender regalan plata o algo así, pues dice el comercial fulano y zutano. luego de visitarlo no volverán a trabajar, se fueron de viaje y no volverán por mucho tiempo. etc. El anuncio es una barbaridad, como lo es cualquier cosa que promueva ganarse la vida sin trabajar, tendencia cada vez más arraigada en nuestro medio y causa fundamental de la descomposición moral que sufrimos.
Podemos escribir un libro criticando la deficiente calidad, en términos generales, de nuestra industria publicitaria, cosa que no tiene que ver con recursos económicos o técnicos, pues los hay suficientes, pero da la impresión de que sin la orientación, la responsabilidad social o la misión empresarial adecuadas. Así también y con sus excepciones por supuesto, como las hay con la publicidad, la prensa nacional de ja mucho que desear, se investiga poco, se escribe y se analiу za mal, se cometen errores increíbles, se desprecia la historia, se informa tendenciosamente y en lugar de usar el poder de la comunicación para mejorar la actitud humana, lo que se hace es lo contrario; explotar el morbo y las pasiones humanas, en provecho de intereses comerciales o políticos. Sin embargo y en buena hora, por derecho constitucional todavia tenemos libertad de expresión, que es lo que permite a ciudadanos que quieren contribuir al mejoramiento social como es el caso del suscrito, llegar hasta usted amigo lector, a través de esta generosa página.
El problema de la publicidad y los medios de comunicación es serio y obvio; lamentablemente, al no haber autorregulación, habrá que regular. La libertad individual se acaba, cuando las acciones que aquella permite, menoscaban las posibilidades de progreso de otros.
Sin embargo, el frío no está en las cobijas. Nada importaría lo que recién describí si la educación costarricense proveyera a los nacionales de los instrumentos necesarios para poder manejar la información, discriminando lo bueno de lo malo, razonando mejor. Los ticos no somos tontos, ni escasos de conocimiento. Pero sí carecemos, en términos generales, de la formación adecuada, para poder ser verdaderamente dueños de nuestro propio destino, para determinar por ejemplo, hasta dónde nos conviene consumir, o en términos generales, qué forma de vida nos desarrolla y cuál no. En otras palabras, para determinar qué lo desarrolla a uno y qué no.
Nuestra educación está más enfocada hacia preparar al ser humano para una jornada laboral y para ser un consumidor; esencialmente forma al ser humano como un factor más de la actividad económica. Esto no es un problema solamente de Costa Rica; es un problema mundial, que tiene que ver con la incapacidad para orientar la capacidad científica y tecnológica que la humanidad ha acumulado, hacia la senda del desarrollo, dentro del que el consumo materialista tiene su parte positiva, pero no lo es todo. Pareciera que la capacidad productiva y la fuerza del capitalismo, se usan para que, por medio del consumo materialista desmedido y que choca con lo espiritual, se pretenda resolver o por lo menos escapar de un problema espiritual, como es el existencial; los resultados del error están a la vista. El problema existencial se enfrenta de otra forma.
Hoy no se educa en el amplio sentido de la palabra, se adiestra más que otra cosa; se adiestra para el consumo y el yo primero a cualquier precio. Hay problemas curriculares, metodológicos, técnicos y profesores de dudosa calidad, ade más de mal pagados; el sistema de vida que la educación costarricense ha fomentado, desprecia al educador y al ser humano culto; se premia con reconocimiento social al vivillo. al que hace plata sin esfuerzo. Se premia al especulador y no al que tiene como ética el trabajo de calidad de sol a sol, tal y como lo dice nuestro Himno Nacional.
Necesitamos una educación que nos ayude no solo a ser más productivos y competitivos, sino más capaces de manejar el entorno y comprender que el desarrollo humano y la solidaridad para con los demás y la naturaleza es lo que corresponde, lo que enriquece verdaderamente la existencia, es la esencia de la vida en paz. Así el costarricense sabrá qué conviene consumir y podrá manejar la información con la que diariamente es bombardeado. Menuda tarea tiene el Dr.
Eduardo Doryan mi buen amigo por delante.
Hecho el anterior preámbulo, me ocuparé de un artículo aparecido en La Nación de ayer desgraciadamente sin firma en la que uno de estos comentaristas comenta reencuentro, por la televisión, de una encantadora película musical de 1951: Dos Semanas de Amor. que admiró en su juventud, y que hoy le parece otra. Yo no me he reencontrado con ella, pero por ahí la tengo y trataré de imitar la experiencia. Lo que quiero comentar es que, conforme se es más viejo, la experiencia que nos ha comunicado al anónimo comentarista, se hace más profunda y devastadora. Hay películas, es cierto, que resisten el paso de los años y las décadas, y que no son solamente El Ciudadano, Casablanca, y Lo que el viento se llevó sino muchísimas otras de menos relumbrón. Hay también estrellas cuya personalidad ha resistido bravamente ese paso.
No sólo Chaplin, Harold Lloyd, Buster Keaton, y Laurel y Hardy; también Greta Garho Marlene Dietrich, Clara Bow, Fred Astaire y Ginger Rogers, Fields. Pero hay otras que no.
Uno de nuestros ídolos infantiles todo septuagenario lo sabe era Douglas Fairbanks. El actor más taquillero de la década del 20. El mejor pagado, y el que los niños nos pirrábamos por ver. El estreno de una nueva película de duglas. como lo pronunciábamos en el Edificio Metálico, era un acontecimiento de tal magnitud, que nuestros inteligentes padres lo aprovechaban debidamente: Ahora sí, a portarse bien o no hay tanda de el domingo.
El inapreciable, verdadero milagro del video cassette me ha permitido supongo que a otros coetáneos míos también volver a ese cine de nuestra infancia: La Marca del Zorro, Don Hijo del Zorro, La Máscara de Hierro. La agilidad, el movimiento, el ritmo trepidante, el sentido de la aventura, no han envejecido. Pero. qué señor inaguantable era el tal duglas de nuestra infancia! Arrogante, gesticulador, pagado de sí mismo, payaso cuando no debía, en dos platos, un suje.
to profundamente antipático que no me explico la admiración que despertó en los niños de mi tiempo. Repito que las películas si eran acreedoras a nuestro entusiasmo (salvo La Marca del Zorro. y que por ello seguiré buscando las que me faltan: Los Tres Mosqueteros, Robin del Bosque, El Pirata Negro.
Pero para gozar de ellas y no de su insoportable protagonista.
En cambio, hay dos joyas de ese tiempo que aconsejo a mis compañeros de entonces que busquen, porque todavía son inapreciables: El Mundo Perdido y Alas. En la primera (de 1925. los efectos especiales siguen siendo tan válidos como entonces. la se.
gunda (que ganó el primer Oscar que se otorgó, en 1928. contiene una fotografia aé.
rea verdaderamente eluznante, aunque el ingenuo triángulo alloroso que plantea nos huela ya a ráncido Shovelita rosa. El comentario que ley La Nación me invi.
ta a conversar con s, de cuando en cuando, de cine viel cine muy viejo.
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