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Opinión ¿Es la Corte infalible?
CHISPORROTEOS OSCAR CASTILLO ALBERTO CANAS icagrasen En estos días he leido un hermoso artículo, fir.
mado por Sergio Iván Alfaro Salas, evidentemente joven, que toma como título una expresión que apareció en esta columna: Rock Apátrida. En él, el autor expone razones para defender ese adjetivo que ostenta el rock. Razones enormemente idealistas, como que se basan en la posibilidad, más bien en la esperanza, de que algún día hagamos contacto con los habitantes de otras galaxias, evento en el cual debemos expresarnos en un idioma universal que, a su juicio, es el lenguaje musical llamado rock.
ses los asaiglo slafue. en ola tana: el steatos y el ron ommouos y la ver Mi generación, educada en la Costa Rica posterior a la revolución del 48, y como consecuencia de esa lucha armada, creció convencida de la autoridad indiscutida (infalible. del sistema judicial costarricense. Para nosotros, y calculo que para algunas generaciones venidas después, era en los tribunales de justicia, y solo ahí, donde se debían dirimir todos los asuntos conflictivos del ámbito privado o público.
Tal era nuestra confianza en los magistrados de la República, que sometíamos al arbitrio de los jueces nuestro destino de ciudadanos y hombres libres de una nación democrátiy ca en el pleno ejercicio de sus derechos y deberes. Eramos los orgullosos hijos de un país donde se respetaban las leyes que informan el ejercicio de la justicia.
Ejercicio que nos diferenciaba de otras naciones del continente, donde la desconfianza en el sistema jurídico y.
arrastrada por esa desconfianza. una general incredulidad ciudadana en las instituciones de esos estados, indujeron a sus hombres y mujeres a la violencia política y a la lucha armada, como únicas salidas para procurarse la necesaria justicia que debe regir todo conglomerado social.
Aqui era diferente.
Sin embargo, en los últimos años, los hombres y mujeres de este país hemos visto como se ha ido deteriorando el imperio de la justicia.
El camino más propicio para el deterioro de cualquier sistema es la falta de crítica. Si no que lo digan los ciudadanos de los antiguamente llamados países socialistas.
El rechazo de la crítica es la acción fundamental en que se asienta toda tiranía. en Costa Rica, desde hace muchos años, se percibe un clamor sordo entre la ciudadanía más lúcida y consciente, acerca de los problemas que aquejan nuestro sistema de justicia. Ha sido un clamor sordo por el temor a las represalias.
El caso de periodista de La Nación, Bosco Valverde, es un ejemplo Desafortunadamente, hemos visto como al amparo de leyes y reglamentos se desconocen principios y valores esenciales para la convivencia y seguridad ciudadanas. Los periódicos, la televisión y la radio, dan cuenta un día sí y otro también, de absurdos legales de muy diversa indole.
Un día son miembros del cuerpo policial bajo el mando de la Corte Suprema de Justicia a quienes otros miembros deben acusar de asesinato en conexión con el tráfico de drogas; otro día es un juez el que pone en libertad a un connotado hampón, cabecilla de una banda de robacarros, capturado con dificultad por la policía; otro día liberan al asesino de su madre porque así lo permite una ley o reglamento; y el juez que ha tenido el coraje de meter presos a los presuntos delincuentes que saquearon un banco del Estado, pierde su puesto por alguna disposición reglamentaria. En las actas de la comisión legislativa que investigó el narcotráfico en Costa Rica, los diputados de los distintos partidos políticos ahí representados, dijeron cosas muy serias con respecto al funcionamiento de nuestro sistema judicial. Ahora el Ministro de la Presidencia, don Elías Soley, plantea serios cuestionamientos al accionar de la Sala Cuarta.
Todo parece indicar, por el bienestar y la salud de la de.
mocracia costarricense, que para seguir disfrutando de nuestra condición de ciudadanos libres en un país libre, es menester una urgente revisión, por parte del Primer Poder de la República, de nuestro sistema judicial.
Todos queremos vivir en un país donde los hombres y mujeres podamos decirle al mundo que aquí, gracias a la solidez, la firmeza y la transparencia de su Poder Judicial, somos ciudadanos de una nación donde nunca será necesario recurrir a la violencia política, a la lucha armada, o tomarse la justicia con las propias manos, para que brille sacrosanto el imperio de la justicia.
Si hay alguna razón de orden estético o ético para que el rock sea el idioma musical universal elegido, el joven Alfaro no la expone de manera convincente, salvo su propia convicción, seguramente compartida por sus coetáneos. Igual podría defenderse la candidatura del jazz, la cumbia, la bossa nova o la salsa, y de igual manera podría proponerse un género culto y no popular, o sugerir la candidatura del IV movimiento de la Sinfonia Coral de Beethoven que a partir del bicentenario del nacimiento de su creador (1970. ha adquirido una popularidad y una universalidad que ni el propio compositor que la soñó así pudo presentir para su optimista oda a la alegría. la larga, todo depende del tipo y el grado de educación y del tipo de gusto musical que les atribuyamos desde ahora a nuestros (no sé si decir homólogos, semejantes o colegas. a los habitantes de allende el espacio.
Parlamento, reforma presupuestaria y reforma del Estado y GUILLERMO ZUNIGA CH.
nen ente han miras cenan paecieco de he s, el serLas bien escritas consideraciones que hace don Sergio Iván Alfaro, tienen pleno valor y así las admito. Lo que sucede es que, aun admitiendo él que cada generación (para él cada década) se dedica a bailar con un ritmo distinto, insiste en que es el ritmo de la suya el que tiene validez permanente. mis años, creo que no hay nada permanente, y menos una escuela o un gusto o una moda artística. Pero los jóvenes del futuro ni van a bailar gavotas como hace doscientos años, ni valses viene ses como hace cien, ni tango como en 1915 ni chárleston como en 1920, ni swing como en 1930, ni bolero como en 1940, ni mambo como en 1950, ni el tipo de rock que se ponga de moda en los conciertosdroga de 1995, sino lo que ellos mismos decidan (salvo que lo decidan por ellos, como suele suceder últimamente, las transnacionales del disco. elipluamnete esPromeCaramba, me dejó pensando don Alberto Cañas! En su columna del sábado 26 de noviembre, nos cuenta el tedio que ha tenido que vivir a lo largo de sus años de parlamentario cuando llega el momento de lo que él llama, el rito de la aprobación del presupuesto. pesar de que lo considera un rito repetido y monótono, menciona que para algunos la tramitación del presupuesto anual es uno de los actos trascendentales de la República. Yo soy de estos últimos, no porque sepa mayor cosa del tema, sino porque siento que lo que ahí se decida va a afectar, para bien o para mal, a la comunidad.
Sin embargo, pienso que tiene razón don Alberto en lo que expresa. Lo que sucede es que no se ha dado el verdadero lugar a la tramitación de tan importante ley. El presupuesto es algo más que un listado de gastos: en esencia, refleja las áreas de prioridad que una administración está dando a los distintos programas; es, efectivamente, el medio por el cual se pasa de las palabras a los hechos, pues nada ganamos con afirmar en los discursos que nos interesa desarrollar tal o cual actividad, si a la hora de asignar los recursos lo que se les da es muy poco o se pone énfasis en otras áreas de la administración que nada tienen que ver con el discurso político.
De igual forma, es muy importante establecer si todos los gastos se justifican, cuánto es el déficit que se está aceptando, cómo se va a financiar ese faltante, cuánto está aportando cada sector económico al fisco, en fin, aspectos todos que después se reflejarán en temas como la inflación, la devaluación o el desempleo, aunque parezcan tan lejanos de la aprobación de un presupuesto.
La aprobación resulta ser tan monótona posiblemente porque la formulación es igualmente monótona. Si efectivamente el presupuesto viniera a reflejar los objetivos, la guía de la acción del Gobierno, posiblemente debiera hacerse de manera distinta y la discusión parlamentaria sería más interesante.
Los responsables de la formulación y la aprobación de ben romper con la rutina. Hagamos del Presupuesto Nacional un verdadero instrumento de planeamiento de la acción del Gobierno para el año, entendamos que el presupuesto es la expresión financiera del plan operativo del Gobierno, por lo que debe reflejar metas precisas y el ámbito de responsay bilidad de los jerarcas respectivos, que están solicitando que se les den recursos para realizar tareas y obtener resultados.
Pensado de esta manera, el proceso presupuestario debe entenderse como un sistema que arranca desde la formulación hasta la evaluación del mismo, pasando por la aprobación, la ejecución y el control. Es la única manera de que se haga una discusión racional y de contenido del uso de los recursos del Gobierno, que al mismo tiempo posibilite el control politico que la Asamblea Legislativa debe realizar, como representante de nosotros, los ciudadanos. De esta forma, los gerentes públicos, los encargados de las grandes decisiones políticas, tendrían que ir a la Asamblea a explicar para qué quieren los recursos y, más importante aún, tendrían que someterse a la evaluación de los resultados de su gestión en el momento en que se cierre el ciclo presupuestario.
No me queda la menor duda de que si se procediera con esta actitud sería mucho más fácil ir detectando qué cosas se están haciendo bien, qué cosas necesitan modificaciones y qué áreas del Gobierno pueden desaparecer. Sería una forma de ayudar a la urgente reforma del Estado, solo que evaluando resultados, lo cual me resulta una forma mucho más inteligente.
La Comisión para el Control del Ingreso y Gasto Público de la propia Asamblea Legislativa tiene un mandato para realizar esta tarea evaluadora del ejercicio presupuestario, que es de la mayor trascendencia. Pero si no hay claridad de los objetivos que se persiguieron cuando se aprobó el presupuesto, muy poco juicio van a poder tener en torno a los resultados obtenidos y a la eficacia del gasto. No pasarán más allá de los ejercicios que el rito y la costumbre han dado hasta ahora.
Lo más interesante es que dicha comisión tiene una propuesta, relativamente bien detallada, sobre cómo impulsar esas tareas. El día en que el proceso presupuestario se realice de esta forma, o algo similar, dejaremos de aburrirnos y, muy por el contrario, será un tema de enorme cuidado. si eso llega a funcionar, también será posible establecer control político sobre las otras instituciones del Estado, que tarde o temprano también tendrán que rendir cuentas a los ciudadanos. Después de todo, están usando nuestra plata.
Muchas gracias, don Alberto, por motivarme a compartir estas reflexiones. Usted siempre lo pone a uno a pensar.
Créame el inteligente joven cuyo artículo comento, que de esa universalidad que él ha sorprendido en el rock al escucharlo de manos de finlande ses, japoneses y orientales medios, han çozado todos los ritmos populares que se han venido suce diendo desde que Edison inventó el fonógrafo y la música quedó para todos al alcance de la mano (quiero decir más bien del oído. Hubo un momen to lo dicen las historias de la música en que el globo terráqueo entero bailaba el vals vienés por obra y gracia del éxito mundial de una opereta: Viuda Alegre. Todavía algunos sobrevivientes re cordamos la universalidad que adquirieron en la época del swing los sonidos cultivados por Artie Shaw y Glenn Miller. aunque no haya alcanzad total universalidad, basta ver cómo, después de 59 años, el mundo hispanohablante guarda por Car los Gardel un culto parecido al que el mundo angloparlante rinde al para mí sumamente mediocr Elvis Presley. Todavía hace una semana, la televi sión francesa dedicó un programa a Gardel.
Las cosas, en la música como en todo, cambiar constantemente. El valor que tengan, lo demuestr su permanencia. Generalmente las generaciones que se suceden sostienen con petulancia que lo de ellas será lo permanente, lo definitivo. Nada lo es Esta es una verdad que nadie quiere aprender. En estos días lidiamos con dos afirmaciones de inmo talidad: la del rock y la del neoliberalismo. Admi tamos que la historia enseña que ambas son ilus rias.
Las opiniones publicadas en esta página, no son necesariamente compartidas por este periódico.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miquel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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