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LA REPUBLICA. Lunes 16 de marzo de 1987 39 OPINION PUBLICA INTERNACIONAL APOYA PLAN DE PAZ COSTARRICENSE Editorial de New York Times del 28 de febrero de 1987 NICARAGUA: LA INICIATIVA DE COSTA RICA Editorial de The Washington Post del 24 de febrero de 1987 Los esfuerzos de Washington para administrar o redirigir la política norteamericana en América Central, muy a menudo pasan por alto las iniciativas de la región. Pero ahora hay un tenue brillo local que debe ser seguido de cerca por los involucrados en las luchas políticas de Washington. Consiste en el interés que ahora expresan, tanto la Nicaragua gobernada por los sandinistas como las pequeñas democracias de la región, en una propuesta de compromiso político ofrecida por Costa Rica.
Idealmente, los sandinistas se sentarían con miembros de la resistencia externa y de la oposición intema para lograr un acuerdo. Pero los marxistas del liderazgo sandinista han rehusado aceptar la interlocución con los Contras, y los Contras no han podido luchar por abrirse camino ni a Managua ni a la mesa de negociaciones. Los intensos esfuerzos recientes de la Administración Reagan para que el liderazgo de los Contras sea aceptado mejor por un Congreso escéptico, podrían ayudar a mantener vivo el financiamiento un tiempo más, pero estos esfuerzos dejan la fuerza principal de la resistencia en manos de personas cuyo compromiso con la democracia y con los derechos humanos es sospechoso en este país y también en Nicaragua. lo largo de cuatro años, los países de Contadora no han podido lograr que sus propuestas de paz pasen del papel a la práctica.
Este es el atolladero que Costa Rica está tratando de franquear. Siendo un vecino democrático de Nicaragua, frágil y desarmado, tiene un incomparable interés nacional en detener la lucha. Esto se traduce en la buena disposición para tomar el riesgo de ofrecer términos más favorables al Gobierno de Managua. En lugar de esperar que los sandinistas solucionen su diferentes políticas con los Contras, Costa Rica les pide que se abran al diálogo con los pequeños partidos internos reconocidos legalmente. El incentivo para los sandinistas sería lograr el cese del fuego y la supervisión de la ayuda norteamericana a los Contras.
Esta propuesta corta completamente el supremo esfuerzo de la Administración y de muchos Contras por derribar a los sandinistas. No se podrá poner a prueba si el respaldo norteamericano a las operaciones militares de los Contras sigue siendo constante. Y, por supuesto, por sí mismo no podrá garantizar la buena fue de los sandinistas. El seguimiento hemisférico diligente sería esencial.
La propuesta, sin embargo, calza con la estrategia realista de Contadora, de proceder a reducir el calor militar e iniciar algún tipo de proceso en el cual los demócratas de Nicaragua tendrán mayor espacio político que el que les permite la prevaleciente condición de guerra y estado de sitio.
El ala democrática de la resistencia se muestra interesada. Que los sandinistas, que inicialmente rechazaron la iniciativa de Costa Rica, hayan acordado posteriormente participar en reunión cumbre centroamericana, en mayo para tratar el asunto, es una señal que la región no puede darse el lujo de ignorar. Esto no significa que la Administración no tenga una mejor idea.
Aun los conservadores de la corriente principal en el Congreso que lealmente han apoyado la ayuda de Reagan a los Contras, han sido conmovidos por el nuevo plan para la paz centroamericana establecido por Costa Rica. Quien habla por ellos es Robert Michel, el líder de la minoría de la Casa de Representantes, quien recomienda un programa de dos puntos para el señor Reagan: primero, anunciar un Plan Moratorio de Paz de siete meses, antes de solicitar 100 millones de dólares adicionales en ayuda para los rebeldes nicaragüenses. Segundo, volver a promover un paquete de 300 millones de dólares de ayuda para las democracias centroamericanas aprobado por el Congreso el año pasado, pero que nunca se utilizó.
Ambas son buenas ideas que podrían crear un consenso congresional sobre la política centroamericana.
La propuesta costarricense, como lo destacó el Presidente Oscar Arias, supone un cese de fuego, habla de restaurar las libertades y tener elecciones en Nicaragua, y una suspensión de la ayuda de los Estados Unidos para los Contras. La idea es menos ambiciosa y por lo tanto más práctica que las atascadas propuestas de Contadora, y es un gran paso hacia adelante del enfoque de rindase usted primero de la Administración Reagan.
Lo que le da a la iniciativa una promesa especial es su oportunidad.
Viene entre los actos. Es poco probable que se le pida al Congreso que vote por nueva ayuda a los Contras antes de octubre próximo. Los Fondos del año pasado permanecerían en la tubería. La suspensión podría proporcionar valor de regateo para los Estados Unidos, ya que los sandinistas no pueden estar seguros de lo que sucederá en el otoño. Los Contras están en medio de una lucha de liderazgo, y las democracias centroamericanas están reconsiderando su interés en la devastadora revelación de los escándalos Irán Contras.
Debido a estos cambios frecuentes, todos están luchando, incluso los sandinistas. Primero se opusieron y luego aceptaron el plan costarricense, que debe discutirse nuevamente en una reunión cumbre regional en Guatemala.
Desafortunadamente, la Administración Reagan persigue una política solamente de presiones militares sin una segunda vía de negociaciones. Eso debilita la posición de los Estados Unidos en la región y podría dañar políticamente a los republicanos. Por qué no estimular a los centroamericanos para que apliquen sus propias destrezas a un problema que ha confundido a Washington? El señor Michel proporciona una respuesta sana y oportuna para estas preguntas.
una OFICINA DE PRENSA Ministerio Relaciones Exteriores y Culto Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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