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Revista Dominical. LA REPUBLICA. Domingo de octubre de 1987. 11 País y narrativa Alicia Miranda Hevia LVARO Quesada Soto quiere analizar la huella de la sociedad cafetalera en una percepción del mundo, especificamente en la construcción de la narrativa nacional.
Su obra, LA FORMACION DE LA NARRATIVA NACIONAL COSTARAICENSE (Premio Nacional de Ensayo 1987) ha sido estructurada según el método histórico.
Después de una introducción que nos ubica en la sociedad de 1890 a 1910; aparecen cinco capítulos.
El primero sienta las bases de una.
clasificación de la literatura nacional. El segundo expone lo que Quesada Soto llama los discursos anecdóticos. la crónica histórica, el costumbrismo, el nacionalismo, la actitud anecdótica como la de Magón.
Concluye Quesada Soto: De aquí su imagen de un mundo que es, en su conjunto, cordial y armonioso, estable y univoco; un mundo impermeable a la transformación y al cambio. 176. Hubo una transición del discurso anecdótico al crítico, tema del tercer capítulo. Para Quesada Soto, la maduración hacia un discurso narrativo propiamente tal se da con Joaquín García Monge, analizado en el cuarto capítulo.
Joaquín García Monge crea el realismo, hace surgir la maduración del oficio y además las obras, reconocidas unánimemente como el cimiento de la narrativa nacional: EL MOTO e HIJAS DEL CAMPO, ambas de 1900.
Concluye Quesada Soto: Con el estudio de los textos de EL MOTO e HIJAS DEL CAMPO, creemos haber demostrado, como nos propusimos hacerlo, que el discurso literario y la visión de mundo que introduce García Monge en la historia de la literatura costarricense, al mismo tiempo que recoge la herencia del género concho. marca también una ruptura radical con su manera de concebir y representar las relaciones entre el hombre y la realidad.
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En el quinto capítulo se atiende a autores que la critica ha omitido o silenciado: Jenaro Cardona, autor de EL PRIMO LA ESFINGE DEL SENDERO, y Claudio González Rucavado.
El trabajo de Quesada Soto plantea interrogantes, especificamente sobre el papel de lastre de la conciencia nacional que hubiera podido cumplir cierta literatura nacional.
Se puede discrepar de ciertos parámetros utilizados por el ensayista, pero su interpretación profunda y sostenida de las novelas de Joaquín García Monge le hace merecida justicia al talento del Benemérito.
El ingente plan y laborioso detalle de la retrospección de Quesada Soto la tornan valiosa sobre todo porque escapa de los marcos académicos y se dirige a todo tipo de público.
San José, setiembre de 1987 Alvaro Quesada Soto, LA FORMACION DE LA NARRATIVA NACIONAL COSTARRICENSE (1890 1910. San José: Editorial Universidad de Costa Rica, 1986, 342 pp. Galaxia LITERARIA UBEN Darío (Félix Rubén García Sarmiento. nació en 1867, en la aldea que entonces se llamaba Chocoyos, hoy Metapa de Nicaragua. Sus padres, Manuel García y Rosa Sarmiento, que eran primos, adoptaron el patronimico de Dario, porque la gente los llamaba así, debido al nombre del abuelo de ambos, Dario Mayorca.
Cuando Félix Rubén tenía dos meses, como consecuencia de problemas matrimoniales entre sus padres, fue llevado a la casa de sus tíos abuelos el coronel Félix Ramírez y la Sra.
Bernarda Sarmiento, quienes vivían en León, que seguía siendo una ciudad colonial, de casonas con tejados arábigos y de viejas iglesias. Pág. 53. En ese lugar transcurrió su infancia y parte de su adolescencia.
Aprendió a leer a los tres años de edad y, día con día, fue creciendo su amor por la lectura. Conoció, en su más tierna infancia, el Quijote, la Biblia, Las mil y una noches, las obras de Moratin y Los oficios, de Cicerón, entre otros libros. Al cumplir los cinco años, escribió sus primeros versos, impresionado por las procesiones de Semana Santa, que desde la puerta de su Rivas. Se le empezó a conocer en Nicaragua, como el poeta niño. Consciente de sus dones, empezó a usar larga cabellera y a divagar más de lo preciso y, naturalmente, a descuidar sus estudios. Así fracasó en sus exámenes de matemáticas, pero logró iniciarse en el conocimiento del castellano y del latín (Pág. 58. Cuando tenía 14 años, abandonó los estudios para trabajar como profesor de gramática, al mismo tiempo que colaboraba en el diario La Verdad, de León.
Todavía en la adolescencia, conoció a Elena, la garza morena. del cuento de Azul y se enamoró de ella. Escribió en esta época muchos versos sentimentales y apasionados.
Viajó por diferentes países: El Salvador, Chile, Perú, España, Guatemala, Francia y otros. En 1890, en San Salvador, contrajo matrimonio con Rafaelita Contreras Gana, de madre costarricense y padre hondureño. Al año siguiente se trasladó a Costa Rica, donde colaboró en La Prensa Libre, El Heraldo, La República, El Partido Constitucional y el Diario del Comercio. Vivió en San José, en la casa Nº 265 del Paso de la Vaca. Allt nació su primer hijo.
Entre su prolífica obra, encontramos desde poemas de infancia hasta artículos periodísticos y tratados de crítica. Se consideran como más importantes: Cantos de vida y esperanza, Azul, Prosas profanas y otros poemas, Los cisnes y otros poemas.
Por defender posiciones políticas fue castigado y ensalzado. Religioso ferviente, a veces, y otras, incrédulo.
Después de sufrir pobreza, enfermedad, injusticia e incomprensión, murió el de febrero de 1916, en León, Nicaragua.
Francisco Contreras resume la grandeza de este escritor, llamado, con razón, el Poeta de América: Rubén Darío se revela, en su obra, como un lirico múltiple y un artista exquisito, a la vez que como un renovador fecundo y trascendente. Visual y emotivo, imaginativo y mental, delicado y vigoroso, trató todos los motivos, ensayó todas las modalidades, versificó en todos los tonos. Su espíritu era un mar maravilloso que reflejaba cuanto hay de bello, de grande, de misterioso en la vida, en el mundo efectivo, en el ensueño. Pág.
327. Contreras, Francisco. Rubén Dario: su vida y su obra. Ediciones Ercilla, Santiago de Chile, 1937 Cecilia Molina casa veía pasar. No había alcanzado los 13 años, cuando comenzó a publicar poesía en El Termómetro, periódico de Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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