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Novela y contrapunto

Neblina al morir el sol Roberto Víquez Novela Editorial Alma Mater 2020

Roberto Víquez, músico, se asoma con su primera novela, Neblina al morir el sol, a contarnos una historia que se construye con dos vidas paralelas —las de las hermanas Marie y Cecile— en un escenario compartido entre la geografía y la política.Me parece que ahí están los elementos claves de la historia, a los que se agregan algunos más, que la amarran a algunos debates más actuales.Algo que le plantea siempre a la literatura riesgos muy particulares.Vivianne y Clarisse viajan a Nueva York con su hijas pequeñas: Marie y Cecile. Clarisse muere y Vivianne cria a Cecile, la hija de su amiga, como si fuera suya. Se casa con James Williams III, un rico abogado, que busca en Venezuela refugio para su fortuna, en medio de la crisis financiera de los años 30. James parte a Venezuela con Vivianne, escapando de las quiebras. Van con ellos las niñas Marie y Cecile. Y ahí, en ese escenario, se desarrolla la historia.No tiene sentido contarla. Es el trabajo del lector leerla. Solo quisiera compartir algunas impresiones, como lector, de la narrativa que nos ofrece Roberto.Salpicadas de eventos propios de la vida familiar, Marie y Cecile transitan caminos distintos en esa Venezuela hacia donde migró su familia. Sus vidas volverán a reencontrarse en la tensión de la escena final.Roberto nos cuenta en tercera persona los incidentes que van dando forma a la familia Williams: matrimonios, embarazo, carreras profesionales, relaciones amorosas, en un relato que fluye, sin dejar de hacer sentir, a ratos, una cierta ruptura que no encaja del todo en la secuencia narrada.Cuando digo eso pienso, sobretodo (quizás sea una deformación profesional), en la irrupción de un corresponsal del diario chileno El Mercurio en la vida de Cecile. No es un incidente menor en la historia ya que, de ese encuentro, deriva una de las líneas fundamentales del relato. Lo que quiero decir es que —siendo yo periodista— no vislumbro esa historia de la manera como está narrada. Pero eso es, quizás, soloresultado de mi cercanía con la profesión.El relato se interrumpe (y se enriquece) con diálogos: del matrimonio, de padre e hijas, de hermanas, un diálogo en una delegación policial. En fin, diálogos diversos que contribuyen a dar vida y realismo al relato.Sin embargo, no siempre se desarrollan, desde mi punto de vista, con realismo. Con fuerza, un diálogo introduce el lector a la escena, lo hace partícipe. Pero no siempre funciona así y entonces produce un cierto “ruido”.Roberto incursiona también en la política, aunque me parece que lo hace tímidamente. La introduce con una frase que, en mi opinión, se las trae: “Cuando la riqueza es obtenida por el Estado no solo mediantela recaudación de impuestos sino directamente de yacimientospetrolíferos no tarda en caer sobre las espaldas del ciudadanocomún el flagelo de la corrupción.” Vuelve al tema, en boca de sus personajes, con críticas al socialismo y a la revolución rusa del 17 : “Las mismas dictaduras pero de distinto signo filosófico”, afirma. El tema (aunque no es el único) es parte de lo que señalé al principio, sobre los riesgos de incursionar en debates actuales, siempre delicados al tratarlos en la narrativa de ficción. No es, en todo caso, un hilo del que siga tirando, aunque, al final, vuelve a insinuarlo,en una breve reflexión.La referencia a la música está siempre presente en la novela. No sorprende, ni podría ser de otra manera, conociendo a Roberto como excelente concertista de guitarra flamenca. Lo he oído muchas veces, y sus preferencias se asoman en referencias a la música popular venezolana.No se puede dejar de señalar que la novela incursiona, de repente y de manera algo sorpresiva, en San José. Es parte de sus acercamientos a la política; en este caso a Matute Gómez, en una época instalado en San José en una mansión que despertó siempre curiosidad y especulaciones. Hermano del dictador Juan Vicente Gómez, buscó refugio en San José, de donde fue expulsado, ya enfermo, para ir amorir a Panamá.La bonita edición, con ilustraciones de Eddy Castro, facilita la lectura.Los errores son pocos y se habrían podido resolver con una revisión final, aunque quienes nos movemos por el mundo de las ediciones sabemos bien lo ingrato de la tarea de corrección de texto.En fin, Roberto decidió sumarse a quienes han participado de una etapa particularmente rica de la literatura costarricense con una primera novela, mientras ya anuncia, para marzo, la segunda, Alerta roja en la isla del Coco. ¡Bienvenida su nueva novela!

  • Gilberto Lopes
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