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Adiós a Hans Küng

El pasado 6 de abril murió uno de los grandes teólogos del siglo XX, el suizo Hans Küng (1928-2021). Küng logró crear un sistema teológico moderno después de varias décadas de investigación científica, tal como lo muestra su obra teológica completa publicada recientemente en 24 tomos. A pesar de ser considerado un teólogo polémico para el catolicismo a causa de su libro ¿Infalible? (Unfehlbar?, 1970), en contraposición a la institucionalización del papado y la Curia romana, logró hacer un aporte crítico a la teología y a la bioética. Küng siempre reaccionó contra la interdicción del control de la natalidad por métodos de regulación artificial de la Encíclica Humanae Vitae de Pablo VI.Sin embargo, más que por las controversias eclesiásticas, Hans Küng, el profesor emérito de ecumenismo de la Universidad de Tubinga, debe ser recordado por el proyecto teológico moderno de una ética mundial (Projekt Weltethos, 1990), el cual conserva toda vigencia en la actualidad frente a los retos del fundamentalismo religioso y modernismo antirreligioso. Para fundamentar la ética mundial y medioambiental vale recordar la pertinencia de los diálogos de Küng con los filósofos Hans Jonas y Karl-Otto Apel.Se dice que Küng alguna vez visitó Costa Rica, pero esto no cuenta entre las Memorias (Erinnerungen) de su itinerario teológico. Küng apenas menciona Costa Rica cuando recuerda al jesuita bávaro Franz von Tattenbach, el fundador del Instituto Costarricense de Enseñanza Radiofónica (ICER), quien fuera rector del Pontificium Collegium Germanicum de Roma mientras el joven Küng estudiaba teología en vísperas del Concilio Ecuménico Vaticano II, del cual posteriormente fue perito conciliar junto a Karl Rahner y Joseph Ratzinger. Durante el rectorado de Franz von Tattenbach en el Collegium Germanicum, Küng estudió teología en la Pontificia Universidad Gregoriana junto a otros teólogos alemanes como Peter Hünermann y Karl Lehmann (1936-2018). Küng se doctoró después en la Universidad de París-Sorbona y el Instituto Católico de París con una tesis sobre la teología de Karl Barth. En fin, Küng recuerda afectuosamente a Tattenbach en las Memorias, pues este jesuita le confió que viajaba como misionero a Costa Rica.Küng reaccionó además contra el proceso de canonización del Papa Juan Pablo II y el milagro de su canonización que se realizó en el año 2011 en la capital de Costa Rica. En el libro Siete Papas (Sieben Päpste, 2016), Küng cuenta cómo se realizó el milagro de la curación del aneurisma de una mujer cartaginesa y el asombro del médico al no encontrar rastros de la dilatación. Küng criticó la manera cómo se manejó la investigación científica y médica por las autoridades eclesiásticas en Roma, Cracovia y un párroco de San José. No obstante, las fuentes de Küng no son teológicas, los datos no son exactos, parece más bien una conspiración cuando habla de la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II por el Papa Francisco.La última controversia teológica de Küng versó sobre la cuestión bio-ética de la “eutanasia”. Él no utilizó el término eutanasia en el título de su libro ¿Morir Feliz? (Glücklich sterben?, 2014), más bien sugiere otra terminología como “ayuda al suicidio”, “suicidio asistido”, “ayuda al final de la vida” o “morir con dignidad”. Se trata de una “ayuda a/al morir” (“Sterbenhilfe”) que puede comprenderse como eutanasia. Küng confiesa el “respeto de la vida”, la “vida humana” como don de Dios y considera que “la persona humana tiene un valor infinito”, pero al final de la vida humana la persona tiene derecho a recibir ayuda a/al morir. Esta ayuda sería compatible con la “vida eterna” de la fe cristiana pues el ser humano tiene el derecho a vivir el fin de la existencia dignamente con la confianza en Dios. En fin, la vida humana es un don de Dios, pero también un deber de la persona, una responsabilidad de sí mismo, ante Dios y los otros, hasta la muerte.

  • Francisco Quesada Rodríguez
  • Opinión
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