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2 Revista Dominical. Domingo de febrero de 1988 Myriam Francis Impuestos por tener ventanas o usar barbas Los impuestos han sido aplicados, a lo largo del tiempo, a las cosas y actividades más diversas, a veces increibles. Los costarricenses no nos libramos de ellos. En la administración pasada se nos aplicó, con verdadera crueldad. una cantidad de impuestos que hizo a los economistas declarar que no podríamos aguantar más. L Presidente prometió que no habría más impuestos. lo mismo prometió el entonces candidato presidencial, luego triunfador, que nos gobierna ahora con cánticos de paz. Pero ya de Presidente nos castigó con el llamado paquete tributario y nos amenaza con otro impuesto al salario. aunque se dice que no habrá más impuestos, lo que nadie cree, les contaremos sobre cuáles cosas había impuestos, para que agarren algo los asesores económicos. En Francia se pagaba impuesto por las ventanas en la casa (el equivalente aquí de las residencias de lujo de acuerdo con el paquete. En Rusia, por usar barbas, en los tiempos del Zar Pedro el Grande; en Oriente por disfrutar de un harén; y por usar títulos de noleza en la época de Felipe III, Rey de España. Pero había otros impuestos más: por tener ruiseñores enjaulados (aquí por todos los pájaros. por el uso de camas para dormir, por no ser creyentes, en fin, por una cantidad de objetos y de usos que parece cosa de fantasía, que no pudo existir. Estos absurdos de siglos pasados han sido superados y muchos impuestos han desaparecido, pero se han creado otros, que también resultan absurdos en muchos casos.
En verdad, el pagar impuestos es tan antiguo como el hombre mismo. Recorriendo la historia vemos que, desde tiempos inmemoriales, los hombres se vieron obligados a pagar impuestos. Las primeras leyes tributarias auténticas existieron en Egipto, China y la Mesopotamia. Hace cinco mil años, textos en escritura cuneiforme afirmaban que se podía amar a un príncipe, adorar a un rey, pero ante el recaudador de impuestos había que ponerse a temblar.
El rigor del impuesto de la prestación personal lo podemos apreciar en el ejemplo, tal vez el más famoso, la construcción de la pirámide del Rey Keops, 500 años antes de Jesucristo. Esta obra duró veinte años y trabajaron en ella, día y noche, cien mil gentes, arrastrando bloques de piedra desde hasta 300 toneladas, y desde distancias enormes y haciendo otros trabajos penosísimos.
El Rey Salomón, el de la Biblia, empleaba miles de tributarios. para abatir y acarrear los cedros del Líbano, destinados a construir sus palacios, sus navíos y su célebre templo.
El Rey Minos de Creta, la isla mediterránea, recibía tributos en forma de seres humanos. De él idearon los griegos la leyenda del Minotauro, al que se arrojaban mancebos y doncellas como alimento.
Los grandes reyes de Babilonia y de Asiria, tras sus victorias, levantaban monumentos en los que quedaba fijado en inscripciones lo que los vencidos debían pagar en fuertes tributos y prestaciones personales.
El hecho de que los que fueron ciudadanos romanos en el Imperio de los Césares estuvieran libres de impuestos, se debía a que los pueblos subyugados pagaban por ellos. Esto se modificó cuando Augusto decretó um impuesto sobre los negocios del uno por ciento, que él llamó centésima. los soberanos aztecas del México antiguo, se les entregaba, entre otras cosas, águilas y serpientes para alimento de las pajareras reales, y gran número de jóvenes de los pueblos enemigos vencidos.
En la misma época, el estado de los Incas, del Perú, ofrecia otro ejemplo de organización tributaria. Nadie, de las clases populares, poseía lo más mínimo, todo pertenecía al Rey Dios, quien, a cambio del trabajo personal, les proporcionaba lo suficiente para su subsistencia, con ayuda de un ejército de funcionarios. Las cuentas se hacían mediante quipos. cuerdas anudadas, que según las diversas clases de impuestos se hallaban coloreadas distintamente, y conforme a su cuantía se y anudaban en forma diferente. Eran tan complicados que se recurría a los quiposcamayos. que pueden considerarse como los primeros expertos en asuntos fiscales del Nuevo Mundo.
En la Edad Media, los que se olvidaban de pagar los impuestos eran enviados a la cárcel y de ahí a las galeras.
La Revolución Franceso tuvo grandes consecuencias en materia de legislación tributaria: de un plumaze se suprimieron los privilegios de exención de la nobleza, y de otro las prestaciones personales.
Tal vez este paseo por la historia nos haga sentirnos menos reacios a pagar impuestos; es cierto que pagamos impuestos por todo: por ganar, por comprar, por viajar, por vivir, por morir, también por las ventanas de nuestra casa ya que pagamos impuesto territorial, igual que los señores que tienen harén pagan bastante por tenerlo, puesto que las esposas y las amigas les consumen buena parte de sus fortunas, pero al menos no pagamos impuestos por el perrito, por el gato, las barbas, las melenas. sí?
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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