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8 Revista Dominical. LA REPUBLICA. Domingo de setiembre de 1988.
CRITICA se Y ¿Y los niños qué?
Unc tuto tivi de Por su vigencia y con el objeto de mantenerse a tono con cierto especial interés que en ocasiones concentra la sociedad en la suerte de los pequeños, se reproduce, adaptado, este artículo que fue originalmente publicado en la descontinuada revista Tiempo Libre en septiembre de 1986. O se hace en nuestro medio una labor crítica sistemática acerca del espectáculo (teatral, televisivo, etc. para niños y jóvenes espectadores, quizás por el generalizado prejuicio de los adultos. especialmente los educados. de que este género no es realmente serio ni merece una atención especial, una contemplación analítica o una elaboración profesional. SE ric lu tie b ti llo 9 e lu Algunos aún recuerdan con resentimiento las expresiones de algún conocido comentarista que dijo de un mal espectáculo para adultos que entonces estaba en cartelera, que no servía ni como espectáculo para niños. Nada más elocuente para ilustrar el profundo menosprecio con que se abordan el derecho y la necesidad que tienen los niños de crecer y desarrollarse con la ayuda de recursos de la mejor calidad. Más parece que se les dedica la salida fácil, los desechos del mundo de los adultos, el tiempo que sobra, el maquillaje barato, los retazos que no sirven en el mundo de verdad. la piñata llena de baratijas, las pésimas golosinas que no osariamos ofrecer a nadie a quien apreciemos, etc. Nos dirigimos a los niños como si fuesen imbéciles, con diminutivos y acentos ridículos, con explosiones estridentes de sonido y color, con personajes de circense patetismo, con una fauna extrañamente antropologizada y con coros e instrumentos desafinados; hasta somos incapaces de responderles clara o inteligentemente si nos preguntan que es moratoria. inflación. por que está el perro en celo y todas esas auténticas interrogantes con que nos interpelan estas maravillosas criaturas que son casi en todos los casos más astutas, más honestas y más ágiles mentalmente que los adultos que las juzgan y manipulan.
Sin duda se da gran número de representaciones escénicas para niños, precisamente porque se supone que con cualquier fácil tontería se quedan quietos; iy así es!. pero se quedan tranquilos, porque no son tontos, salvando las excepciones.
Todos o casi todos los que se dedican a trabajar con niños hablan de solidaridad, paz, hermandad, pero nadie describe específicamente un sistema determinado de valores y pareciera que no se ha contemplado una tal necesidad.
Aparentemente se confía en que hay una bondad quizás automática y universal en el acto de amar a un niño; probablemente sea así, aunque esto no nos libra de responsabilidad para hacer frente a las posibles interferencias de los mismos sistemas (religiosos, políticos, económicos, sexológicos, etc. establecidos, que podrían frustrar nuestros intentos de representar verdades por el bienestar del niño, cosa que podría ocurrirnos por ignorar los códigos de valores o por no definir una posición. Estamos todos de acuerdo en que la familia es el núcleo básico de la unidad social. Estamos todos de acuerdo en que el heterosexualismo monogámico es la garantía ideal de supervivencia de la especie. Proponemos una modalidad determinada de relación social. Queremos hacerlos trascendentalistas, maniqueístas, ecléticos?
Sin respuestas a éstas y otras interrogantes jamás sabremos si hacemos el bien o el mal para cada niño en particular, según su extracción cultural. Porque la determinación del bien y del mal es relativa a su conceptualidad y no independiente de ella.
Una cosa es innegable: el mundo que cotidianamente fabricamos para las mentes infantiles va en serio, querramos o no asumir tal responsabilidad; ellos nos lo recordarán, más adelante.
Orlando García Valverde Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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