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22A LA REPUBLICA. Domingo 19 de marzo de 1989 COMENTARIO INTERNACIONAL Por Thomas Von Movillard de DPA Caso Tower: una prueba de fuerza sin vencedores Cuando se puso en evidencia que efectivamente la nominación de Tower encontraría fuerte resistencia en el Senado, la Casa Blanca cometió varios errores tácticos. Entre otras cosas, primeramente el de informar a los senadores republicanos sobre la investigación del FBI en torno al pasado de Tower, pero no informó a ningún demócrata. Presidente norteamericano George Bush ha perdido su primer pulso en el Congreso, la lucha por la nominación de John Tower como Secretario de Defensa. Los demócratas consiguieron rechazar al candidato del Presidente gracias a su mayoría en el Senado. Pero los supuestos vencedores de esta pugna se han tenido que poner también a lamerse las heridas.
Por un lado han logrado mostrar al Presidente sus límites, apenas comenzado su período de mandato, pero al precio de haber envenenado por tiempo indefinido las relaciones con la Casa Blanca y el clima de entendimiento con los republicanos en el Congreso, según algunos expertos políticos.
El comentario en Washington es que tras los inusualmente duros enfrentamientos no ha habido vencedores, sino sólo vencidos.
Para empezar, el caso de George Bush.
Tras la derrota se le culpa de haber sostenido más tiempo de lo debido la candidatura de su amigo Tower y de entregarse sin perspectivas de éxito a una confrontación con los demócratas de consecuencias posiblemente graves. Todo ello a pesar de que a la Casa Blanca le constaba desde un principio que el tejano, de 63 años, toparía con problemas por su impopularidad entre muchos de sus excompañeros y por su historial.
La Casa Blanca debió albergar bastante temprano sus dudas, como se demostró poco después de las elecciones presidenciales, el pasado mes de noviembre, al prolongar durante semanas el anuncio de la nominación de Tower. El candidato al puesto más importante tras el de la Secretaría de Estado en la administración norteamericana, fue uno de los últimos en ser hecho público.
sin tomar numerosas y trascendentes decisiones en torno al futuro de importantes programas de armas, como el SDI (Iniciativa para la Defensa Estratégica) o los cohetes intercontinentales.
Luego está el caso del propio Tower, que vio frustrado nuevamente su deseo más íntimo. El candidato mantuvo la lucha para la jefatura del Pentágono casi hasta el sacrificio propio, algunos comentaristas opinan que hasta la humillación. Pero de nada le sirvió, ni siquiera el espectáculo nunca visto de su renuncia total al alcohol pronunciada ante las cámaras de televisión.
También el todopoderoso Presidente del Las semanas de largos debates y las tácticas dilatorias de los republicanos provocaron un retraso en la definición de la política sobre defensa y asuntos exteriores del nuevo gobierno, al tiempo que quedaron Comité para las Fuerzas Armadas del Senado, el demócrata Sam Nunn, ha sufrido aparentemente pérdidas, a pesar de su victoria. Diversas fuentes de los EE. UU.
han apuntado que hacía mucho tiempo que ningún debate político había alcanzado en Washington las mismas dosis de hipocresía que el debate en torno al asunto Tower.
Aunque Nunn mantenga su reputación integra, se le identificará como la voz cantante en este enfrentamiento y tendrá que asumir los perjuicios políticos resultantes. Algo que podria tener algun dia su repercusión en el objetivo que se le atribuye: la carrera por la candidatura presidencial Muchos observadores políticos estiman que los extremadamente duros debates habidos, llevados hasta el terreno de lo personal, tendrán su consecuencias sobre las cooperación suprapartidista frecuentemente esgrimida por Bush. La discusión pendiente acerca de uno de los problemas más acuciantes, el saneamiento de la hacienda pública, no ha salido favorecida de esta lucha en todo caso.
Finalmente, los demócratas del Congreso tendrá que prepararse ante la posible revancha de los republicanos. cuentan con un buen punto de partida para ejercerla.
En una comisión sobre comportamiento ético reposa, desde hace tiempo, una investigación sobre la conducta del Presidente de la Cámara de Representantes, el demócrata Jim Wright. Aparentemente, Wright había utilizado los servicios de un empleado del Congreso para escribir un libro, impreso luego por un amigos suyo y vendido después ampliamente a diversos lobbys, o grupos de intereses, todo ello con unos beneficios personales de 55. 000 dólares.
Bush mostró ante la opinión pública que carecía del carisma que permitió repetidas veces a su antecesor Ronald Reagan, salvar por los pelos causas ya por pérdidas.
fe F LUDONO Ni siquiera el espectáculo nunca visto, de su renuncia total al alcohol pronunciado ante las cámaras de televisión le ayudó a Tower.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y juventud, Costa Rica.
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