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LA REPUBLICA. Jueves 23 de no 19 19 COMENTARIO INTERNACIONAL En 1768, los jesuitas fueron obligados a abandonar el lugar, expulsados con otros miembros de la orden de América del Sur por la Corona Española, que consideró que sus métodos y metas eran subversivos, San Ignacio sobrevivió, pero aún hoy, con 000 habitantes, sigue siendo un lugar remoto. Un camino de tierra serpentea unos 400 kilómetros hacia el noreste, rumbo a La Paz.
Es un amino siempre peligroso, impasable en la temporada de lluvias.
Esta localidad se ha convertido en punto de encuentro de madereros, comerciantes, traficantes de cocaína y agricultores, dice el padre Jordán Arias, de 50 años.
Suorden regresó a San Ignacio de Moxos en 1982, y tiene tres sacerdotes asignados a la comunidad. Funcionan en una iglesia blanca con altares finamente tallados, y muebles en intensos colores rojos, amarillo y púrpura, que data de la primera estadía de los jesuitas.
También mantienen algunas de las tradiciones de los fundadores, como la procesión anual en que la estatua de San Ignacio, el santo patrono de la localidad, es paseada alrededor de la plaza central por los sacerdotes, funcionarios, ciudadanos prominentes y los indios de la tribu de los Moxos.
Algunos indios usan plumas en la cabeza, máscaras de madera y otros trajes pintorescos, y marchan al son de largas flautas de bambú con música que los primeros jesuitas enseñaron a sus antepasados.
Cuando la ceremonia termina, los descendientes de europeos y los indios parten por separado, en una discriminación racial no formal pero firmemente asentada, que los jesuitas consideran tan abominable hoy como hace tres siglos cuando criticaban duramente los malos tratos de los españoles a los indios.
Hay dos mundos en esta ciudad, dice Jordán Arias. Van juntos a la escuela, pero luego los blancos van a su club social y los indios a su centro social y espiritual.
Se nota gran discriminación y hostilidad entre las comunidades blanca e india, agrega.
Muchos indios son empleados, por empresarios y agricultores para trabajos menores. Sus remuneraciones son bajas.
La Iglesia ha publicado libros y folletos que describen la rica herencia cultural de los Moxos, y ayudó recientemente a organizar Por Peter McFarren de AP una conferencia nacional sobre los bosques Más de 200 años después de su tropicales y los derechos de los indios, que expulsión por la Corona trajo cientos de delegados a San Ignacio de Moxos.
Española, los sacerdotes jesuitas están de regreso en esta zona El legado de los jesuitas es una civilizatropical para luchar por los ción mejor y hacer que la gente se preocupe de derechos de los indios y la los otros como hermanos, dijo Antonio Coserudefensa de la vida silvestre.
na, de 36 años, Presidente del Consejo Indio Moxo.
Siempre trato de pensar en términos de Los jesuitas nos están enseñando ahora como los jesuitas de hace 200 años habrían cómo defender nuestros derechos y exigir enfrentado un problema, dice el padre Enrique mejores salarios, dijo. Al hombre blanco no le Jordán Arias, líder de la comunidad india que gustan los jesuitas porque. antes a los blancos lucha contra las empresas madereras explotales era fácil engañarnos.
doras de los ricos bosques de caoba.
El Gobierno otorgó a siete empresas Tratamos de seguir la herencia jesuita en madereras derechos de explotación de los nuestra lucha contra los taladores de árboles, extensos bosques que rodean San Ignacio.
dijo el religioso a la Associated Press. San Pero, en respuesta a una campaña impulsada Ignacio es el lugar donde mejor se preserva la por los jesuitas, ahora está estudiando una ley tradición jesuita, y donde se replantea en térque declararia parte de la región como reserva minos de problemas modernos.
india y regularía la extracción de caoba y otras San Ignacio de Moxos, en El Beni, la maderas valiosas.
extensa sabana oriental boliviana, fue fundaDurante años, ha sido costumbre cortar la da en 1689 como parte de la penetración misionera de la orden en América del Sur bajo madera y luego dejar a colonos quemar el la colonia española.
resto del bosque para abrir tierras de cultivo, En la misión, los jesuitas unieron 14 agotando rápidamente la fina capa de tierra comunidades indígenas en una sociedad fértil. El resultado son vastas zonas de tierra comunal, y les enseñaron tejido, carpintería, inútil.
cerámica, música y agricultura. Introdujeron la En diez años, no quedarán ni bosques ni ganadería y el cultivo de café y cacahuetes.
animales, dijo Coseruna.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
Jesuitas vuelven a luchar por los indios
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