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Campo pagado Pensiones del Magisterio Nacional: Mitos y realidades Marta Eugenia Pardo Angulo, Antropóloga No quiero permanecer indiferente ante la campaña de agresión contra los educadores, que lideran los gobernantes, algunos legisladores, algunos periodistas, y todos los ignorantes.
No puedo callar, porque guardo en mis pensamientos los más dulces y queridos recuerdos de la niña Blanca Rosa Coto de García, mi maestra de primaria, y quiero para mis nietas y nietos la esperanza de encontrar en la escuela una niña Blanca como la mía.
Los conjuntos sociales tienen memorias frágiles, y con gran facilidad borran de su historia los aconteceres que incomodan a los sectores poderosos.
Engañosamente se les ocultan las realidades y se construyen para ellos historias inventadas, imaginadas, para imponerles valores que les son ajenos.
En Costa Rica, el país que abolió el ejército y escogió tener más maestros que soldados, se agrede publicamente a los educadores, ante el silencio culposo de todos los que nos hemos sentado en las aulas escolares. La Historia Patria se escribió con puño y letra de educadores. Fueron ellos, los maestros, los protagonistas de los procesos que consolidaron los valores en nombre de los cuales hoy se les quiere aniquilar.
Los educadores trabajan de lunes a domingo dos jornadas laborales, una reconocida públicamente y por la cual reciben un salario, que en algunos casos es inferior al de algunas secretarias de la Universidad de Costa Rica. otra jornada, oculta, silenciosa, por la cual no reciben remuneración alguna y que se ha dado en llamar la docencia encubierta. Ambas jornadas se complementan, una no existe sin la otra en las escuelas, en los colegios, los educadores atienden a los estudiantes en las horas lectivas; y en la casa corrigen los exámenes, revisan las asignaciones, preparan las lecciones. En esas horas no pagadas, también se asiste a reuniones, se organizan asambleas, se marcha patrióticamente en los desfiles escolares. si en los horarios de clases quedan algunos cajones. el educador pacientemente presta servicios a la institución, en el tiempo no pagado entre lección y lección.
Desconocedores de la existencia oculta de esa docencia encubierta en una jornada no remunerada, los periodistas se hacen eco de un mal entendido reclamo por lo que se asume como una disminución del año escolar, y hablan del curso más corto de la historia en 1992. Sin embargo, el año lectivo se extiende tal como lo establece la legislación vigente del de marzo al 30 de noviembre, es una totalidad, no una suma de días lectivos, o una resta de días feriados y fines de semana. El año lectivo es una totalidad que se vive como tiempo de clases en oposición al tiempo de vacaciones. Las mentes pequeñas pueden sumar únicamente los días, y las horas que se asiste a lecciones, pero el educador, los estudiantes y los padres de familia, viven el año lectivo como un ciclo completo, total en sus consecuencias cuando se organizan las rutinas diarias. En todos los hogares donde hay estudiantes, se sabe de las tareas y de las asignaciones que se realizan en los días que los periodistas y el Ministro Herrera han borrado mágicamente del calendario escolar.
Junto al mito de la reducción del curso lectivo y elocultamiento de la jornada docente encubierta, se inventa la leyenda de los tres meses de vacaciones en diciembre, enero y febrero, y los quince días en julio. Otra mentira que logra el objetivo de descalificar al educador costarricense y construir una imagen empequeñecida frente a la opinión pública. En esta sucesión de relatos imaginados, se oculta realidad de salarios disminuidos que no alcanzan para cubrir las necesidades de alimento, vivienda, transporte, educación, recreación y salud, acorde con los índices inflacionarios de la economía nacional. La realidad cotidiana del educador costarricense no se expone en voz alta, porque habla de la explotación obligada a la que ellos mismos tienen que someterse si quieren sobrevivir. No se dice en los discursos grandilocuentes de los gobernantes que, la injusticia de un régimen salarial deficitario, ha convertido a una gran mayoría de maestros y profesores en vendedores ambulantes, ofreciendo de casa en casa clases de recuperación, vendiendo artesanías, comerciando enciclopedias, baterías de ollas, cosméticos, y toda clase de artículos que puedan reforzar su propia economía doméstica. Se guarda en los archivos de las planillas nacionales la evidencia secreta de la autoexplotación a que se someten aquellos profesores que, después de cumplir jornadas de tiempo completo en colegios diurnos, continúan trabajando en las horas de la noche en los liceos nocturnos, pues sólo así podrán llevar a sus hogares los ingresos que demandan la educación de sus propios hijos. Pero, lo que es más grave aún, es la negación que el régimen de pensiones del Magisterio Nacional hace de esas triples jornadas, que no se consideran para el cálculo del tiempo requerido para el retiro.
El mito de las vacaciones del educador oculta la realidad del maestro, del profesor, que a diferencia de todo otro trabajador, debe renunciar al derecho ganado del descanso anual, para reforzar el ingreso disr uido que recit en diciembre, enero y febrero, cuando el Estado le cula su salario con lógicas diferentes a las del curso lectivo. El educador costarricense, de primariay secundaria, vive sus vacaciones como tiempo de trabajo adicional, camaroneando en su tiempo libre, porque la insensibilidad social se ha olvidado de pagar el costo verdadero que significa la formación de sus generaciones jóvenes.
El salario del educador costarricense, de primaria y secundaria, parece calcularse en la realidad con el modelo seguido en algunas naciones de los llamados países ricos. Un monto total, que constituye el pago por la jornada laboral durante los nueve meses lectivos, se divide en los doce meses del año calendario, de manera que el ingreso mensual resulta sustancialmente disminuido, y se oculta la verdad de unas supuestas vacaciones, que en la realidad no se pagan.
El educador, además de las limitaciones salariales que dificultan su reproducción biológica y social. encuentra toda clase de obstáculos para su superación profesional, ya que el Ministerio de Educación no incorpora un reconocimiento en sus tablas salariales para los estudios de posgrado y de especialización más allá de la licenciatura. Con una concepción empobrecida y descalificadora, se asume que la tarea de formar a los ciudadanos del mañana requiere de un mínimo de preparación universitaria. con esos mismos fundamentos, se despoja a los educadores de toda capacidad de decisión en la definición curricular y programática de la enseñanza. Se espera de ellos que sean meramente repetidores de un saber previamente seleccionado instancias de control social. luego, cuando las estadísticas evidencian números deficitarios en los logros académicos de los estudiantes, se vuelven las miradas hacia los educadores en busca de responsables. para culminar este proceso de anulación histórica del educador costarricense, los diputados interpretan un fallo de la Sala IV por la vía fácil, presentando una moción que destruye el régimen de pensión del Magisterio Nacional, herencia de los tiempos en que el educador era un símbolo de la nacionalidad costarricense. Dice la Sala IV en su pronunciamiento, que el aporte estatal a los regímenes de pensión existentes debe ser proporcionalmente, idéntico, en acato al principio de igualdad que rige nuestra Constitución Política. Sin embargo, no dice la Sala IV que es vinculante la incorporación automática de todos los regímenes de pensión al sistema único de la Caja Costarricense Seguro Social; ni dice que el sistema único de la Caja Costarricense del Seguro Social es el más justo. todos es conocido que la reglamentación del régimen de pensiones de la Caja fue una imposición no negociada, con criterios economicistas que niegan la condición social del proceso biológico de envejecer, y que al obviar las desigualdades existentes en las diferentes actividades ocupacionales, generadoras de ritmos diferenciales de desgaste físico y psíquico, ignora el principio filosófico de igualdad, pues como lo expresaba el CIMA en una publicación NO HAY MAYOR INJUSTICIA QUE TRATAR COMO IGUALES LOS QUE NO LO SON. Sin embargo, haciendo caso omiso de los estudios sistemáticos que evidencian una aceleración pronunciada del proceso natural de envejecer en los educadores; y de la exigencia, por la indole de sus tareas formativas, de unos requerimientos óptimos de salud en su función docente, los legisladores pretenden uniformar todos los régimenes con la medida del más injusto. Cómodamente, con ausencia total de voluntad política para buscar soluciones, se propone una moción que al obligar a los nuevos educadores a incorporarse al régimen de pensiones de la Caja Costarricense del Seguro Social, busca resolver la desigualdad apuntada por la Sala IV mediante la univerzalización de la injusticia.
Las imperiosas tareas de prevención que requiere esta sociedad, exigen un compromiso claro y definido con la educación, para asegurarse transformaciones en las nuevas generaciones encaminadas hacia la construcción de un mundo más feliz, con menos violencia, con menos agresión familiar a mujeres y niños, con menos alcoholismo y drogadicción, con menos criminalidad en las calles, con menos accidentes automovilísticos en las carreteras, con menos muertes por descuido, con menos destrucción ecológica, y con una distribución más igualitaria de la riqueza social. Pero, si continuanos oprimiendo al educador, cerrándole espacios, agobiándolo con exigencias sin darle recursos, negándole el derecho a un salario digno como profesionales, a una contratación sin jornadas ocultas, sin vacaciones no pagadas.
Si nos dejamos engañar por el discurso oficial, y nos hacemos eco de los sectores dominantes para exorcizar al educador como el culpable de las contradicciones inherentes de los modelos macroeconómicos. Si aceptamos negarle el derecho a una pensión justa, y a unos años útiles para el disfrute de la misma. Si seguimos construyendo mitos y mentiras para ocultar el temor al poder político de la educación, en un plazo muy corto, no tendremos escuelas, porque si bien las aulas estarán colmadas de niñas y niños, no habrá maestros para construir con ellos un futuro de esperanza.
Biblinie Biblialas CAMPO PAGADO DE LA SOCIEDAD DE SEGUROS DF, VIDA DEL MAGISTERIO NACIONAL Marion HEMEROTECA FUNDADA EN 1920 NAN KONTARKA Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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